En una de las primeras escenas de Nosotros los pobres (1948), Pepe El Toro (Pedro Infante) está dentro de su carpintería y, con cigarro en mano, comienza a cantar: “Amorcito corazón, yo tengo tentación, de un beso”. Entonces, recibe por respuesta un silbido de su novia, la Chorreada (Blanca Estela Pavón). Luego, él sigue interpretando el tema, ambos se miran y los espectadores no pueden más que celebrar el amor que transmiten.
Aunque la historia de la pareja en la trilogía cinematográfica del director Ismael Rodríguez no termina bien – para Pepe el Toro (1953) Blanca Estela ya no apareció, pues falleció 3 años antes, el 26 de septiembre de 1949 –, esa química entre el también cantante y la nacida en Veracruz los volvió la pareja por antonomasia de la Época de Oro del cine nacional.
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El ‘romance’ en la gran pantalla de Pavón e Infante comenzó en 1946, en la cinta Cuando lloran los valientes, donde él da vida a Agapito Treviño, un rebelde enamorado de ella, Cristina. Y aunque hacen de todo por estar juntos, su amor no puede tener el final feliz deseado.
Esta cinta, que le valió a la actriz el Ariel de Plata, también marcó el destino de la pareja cinematográfica en filmes posteriores: que su amor, a pesar de todos los esfuerzos, siempre tuvo como contrincante a la vida.
Con Infante, Blanca Estela apareció en Vuelven los García (1947) y Los tres huastecos (1948), pero la cinta que dejó huella en el séptimo arte fue Nosotros los pobres, con su personaje de la Chorreada siendo el sostén de Pepe, a pesar de la pobreza, de las injusticias, de la envidia.
En ese entonces – y a la fecha – se pensaba que los besos entre los actores no solo ocurrían en los rodajes, pero ellos nunca confirmaron un noviazgo. Aunque siempre se manifestaron un gran cariño. Destaca que el novio de Pavón en sus años de gloria fue el director Rogelio A. González (Un rincón cerca del cielo, 1952; Escuela de rateros, 1958).
Para 1949, la actriz protagonizó su última película al lado de Pedro, la del título profético: La mujer que yo perdí. Otra historia de un amor imposible al que una bala reprime.
En septiembre de ese mismo año, el día 26, Blanca Estela Pavón, con 23 años, viajaba en un avión con rumbo a la Ciudad de México procedente de Oaxaca. Y ahí la alcanzó la desgracia: en la zona del volcán Popocatépetl, específicamente en el Pico del Fraile, la aeronave sucumbió. La actriz murió al instante, al igual que su padre, Francisco V. Pavón.
“Blanca Estela nos ha dejado, pero su presencia seguirá entre nosotros a través de sus películas, sus personajes y en nuestros corazones”, comunicó la XEW.
En el sepelio, su gran amor de la pantalla no ocultó su tristeza, sobre todo en ese momento donde, al lado de Jorge Negrete, cargó el ataúd de Blanca Estela. Y como es la vida de peculiar que en 1957 el Ídolo de Guamuchil tuvo un deceso similar al de su gran colega cuando su avioneta se estrelló en Mérida, Yucatán. Hasta en la muerte, los del amor imposible en la pantalla grande algo compartieron.
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