“Les voy a pedir una cosa –dijo la ganadora a Mejor Actriz Frances McDormand al recibir su estatuilla la noche del Oscar–, en cuanto puedan vayan y vean cada una de estas películas de nuevo en la pantalla grande. La más grande que encuentren”.
La protagonista de Nomadland tiene razón. La batalla respecto a nuestra posibilidad de ver las cintas de Hollywood en el cine, y no en nuestras casas siempre, apenas está comenzando. Y aunque hay muchos creadores atrapados entre las dos ventajas del discurso, les costaría muchísimo trabajo encontrar a un verdadero cineasta que diga: “Mi película se aprecia igual en un celular que en el cine”. Pero, ¿qué va a hacer Hollywood al respecto? Primero que nada, vale mucho la pena definir ese concepto, ahora tan cambiado, de lo que es Hollywood en sí.
Hay una tremenda ironía respecto a las pérdidas en esta industria debido a esta pandemia porque hace poco más de un siglo, en 1918, cuando se desarrollaba la llamada influenza española, los dueños de Paramount Studios aprovecharon la oportunidad para comprar muchos de los teatros que estaban en desuso por la crisis y los convirtieron en sus propias salas.
Entonces, los estudios no solían pertenecer a grandes corporativos como ahora, así que la única prioridad era crear un mundo en el que la pantalla de plata fuera el sueño más grande que alcanzar, y casi enseguida con United Artists, una realidad para artistas como Charlie Chaplin, Mary
Pickford, Douglas Fairbanks y D.W. Griffith, quienes tenían el control de lo que se hacía y lo que no. Eso fue hace más de un siglo y, en efecto, las cosas cambiaron mucho durante tanto tiempo. Los últimos dos años cambió todo para siempre.
Lo perdido
Solo en Estados Unidos fueron más de 5,450 cines los que cerraron sus puertas por más de un año, muchos para no abrirse de nuevo, como anunciaron los emblemáticos ArchLight Cinemas y Pacific Theatres de la misma compañía. Aunque la esperanza aún impera, porque con la orden de la reapertura total de California el próximo 15 de junio, por parte del gobernador Gavin Newsom, muchas de estas salas podrían recuperar mucho de lo perdido apostándole a los grandes estrenos del verano.
Lo mismo con las salas independientes, es una carrera contra el tiempo, y por ahora “entregamos las llaves a los dueños de los locales”, expresaron a Deadline los directivos de Decurion, la compañía dueña de estos cines, incluyendo el favorito de Quentin Tarantino (y tantos más), el clásico Cinerama Dome de Sunset Blvd.
Ha sido un tiempo agridulce para los estudios en el sentido de que muchos de ellos ya pertenecen más a la categoría de compañías de tecnología, como lo son Apple y Amazon, pero también una reacción contundente de parte de Disney con su plataforma (y los comentarios a los accionistas de su todavía CEO, Bob Iger). Mismo caso con Warner, que es parte de este corporativo de HBO (que lanzará su plataforma plus en México este verano) que durante todo 2021 decidió estrenar sus películas de manera simultánea a quien tuviera el servicio en Estados Unidos y las salas que estuvieran abiertas, y además dispuestas a romper con la tradicional ventana de tres meses entre el estreno en los cines y cualquier otro formato.
Los que no se dejan
Paramount hizo lo propio y anunció algunos ajustes para su sistema este año, pero se han topado con mucha resistencia de su más grande estrella, Tom Cruise, quien ha insistido que, igual que como personalmente cuidó la seguridad del set y hace sus propios saltos mortales en sus cintas, quiere ver una verdadera premier en un cine de verdad, y de ahí para el real. Considerando que Maverick (la secuela de Top Gun) y su siguiente Misión imposible son precisamente el tipo de cintas que llevan a la gente a la pantalla grande a vivir una experiencia más grande.
No es solo la industria de las exhibidoras la que pierde con la desaparición de un Hollywood presencial. La ciudad de Los Ángeles, por ejemplo, recibía un promedio de 120 millones de dólares extra, solo en temas turísticos alrededor del Oscar, más allá de lo que los patrocinadores pagan a la ABC (2 millones por 30 segundos de comercial), y los derechos que venden a los diferentes países (225 este año) para que puedan transmitir y comercializar la ceremonia.
Este año, con la muy reservada alfombra roja y atuendos que se verían casuales para ver el premio desde casa, como el de la ganadora a Mejor actriz, y también asistentes como Laura Pausini, con unas extraordinarias esmeraldas, o Zendaya derramando diamantes (y guardias de seguridad) de más de seis millones de dólares, hubo un empuje fuerte para la industria de la moda, una que, según un reporte de Newsweek, perdió hasta 30% de sus ganancias este año de pandemia.
El Oscar siempre ha sido considerado un gran impulsor de moda y de los accesorios de lujo hasta en 39%, según este mismo reporte. El paralelo con el cine ha sido inevitable de notar, ya que las tiendas cerradas y las que ya anunciaron su quiebra están viendo a sus clientes conseguir la mercancía que ellos vendían a través de las mismas compañías que crean estos contenidos: Amazon es el caso más contundente, aunque no el único.
China
Esto no es algo que a muchos les guste, pero no podemos negar el poder que China tiene sobre las cintas que se harán en la batalla para recuperar ese Hollywood presencial y de eventos masivos saliendo de la pandemia. La razón es simplemente de números. Para finales de 2021 habrá más de 80 mil pantallas en ese país y solo un muy pequeño porcentaje de cintas extranjeras podrán ser exhibidas ahí. Las que lo logren ya se pueden relajar en el resto del mundo. ¿El problema? Esto implica ajustarse a las muy contundentes reglas de censura de ese país, y siempre tener a algún socio local.
Sí se puede
No fue Tenet, de Cristopher Nolan, la gran esperanza en nuestra primera vuelta de semáforo naranja la que hizo que la gente se atreviera y, más aún, quisiera regresar a los cines que abrieron entonces. La verdad es que se requirió de viejos titanes conocidos para romper con la noción de que la gente ya no iría al cine, porque incluso para tiempos no pandémicos, con los cines cerrados o con un aforo no mayor a 30%, lograr romper la barrera de los 400 millones de dólares a nivel mundial en poco más de un mes no es cualquier cosa. Gracias, Kong y Godzilla. ¿Servirá esta experiencia de mapa para los estudios?
La respuesta en el futuro próximo probablemente la determinarán Cruella con Emma Stone, de Disney; No Time to Die, la tan esperada entrega de James Bond; Black Widow, del Universo Marvel con Scarlett Johansson, The Matrix 4, Top Gun, Maverick, con y de Tom Cruise, y por supuesto los musicales In The Heights, de Lin-Manuel Miranda, poco antes de ver la versión de Steven Spielberg de Amor sin barreras.
Estas solo son una muestra de lo que Hollywood llama event movies y, en efecto, son cintas que la mayoría de los fans –porque ya vienen con ellos incluidos– que han esperado mucho tiempo, querrán ver en el cine. Así es como se irá decidiendo, en un estira y afloje, cuánto tiempo durará ahora sí esa ventana entre las cintas que van directo a lo digital y aquellas que están hechas para verse en el cine. Al menos la primera vez.
Estímulos económicos
En Estados Unidos está operando un fondo del gobierno federal para apoyar la reapertura segura de los espacios de entretenimiento y cultura presenciales, el cual cuenta con más de 16 mil millones de dólares y se está determinando (con cierta urgencia) quién y cómo lo recibirá en las próximas semanas.
Canadá tiene un programa similar, que también está muy enfocado en reactivar la filmación en Toronto y Vancouver (el segundo Hollywood, le llaman), y así el debate en todo el mundo. Lo que es un hecho es que el cine volverá a la pantalla grande, tal vez no todo, tal vez no siempre, pero volverá.
bgpa