Jodie Foster: Hollywood ve a una directora como un riesgo

Luego de su temporal alejamiento de los sets, la dos veces ganadora del Oscar regresa como directora en El amo del dinero, thriller protagonizado por George Clooney y Julia Roberts.

El actor Jack O’Connell es dirigido por Jodie Foster en su última película.
Jodie Foster se mostró contenta.
Jodie Foster, Julia Roberts y George Clooney.
Miguel Cane
Ciudad de México /

Desde su aparición en la ceremonia de los Globos de Oro de 2003, Jodie Foster (Los Ángeles, 1962) se mantuvo relativamente alejada de los estudios cinematográficos, a reserva de una aparición en la desastrosa cinta de ciencia ficción Elysium, que había rodado al lado de Matt Damon en 2012. Jodie permaneció enfocada en su vida personal, criando a sus hijos hoy adolescentes, y además contrajo matrimonio en 2014 con la fotógrafa Alexandra Hedison.

Ahora la dos veces ganadora del Oscar a mejor actriz —por Acusados (1988) y El silencio de los inocentes (1991)— regresa por fin al cine en su faceta de directora, en la que se inició hace 25 años con el melodrama Little Man Tate. Foster dirige El amo del dinero, cinta de suspenso protagonizada por dos consolidadas estrellas, George Clooney y Julia Roberts. La historia cuenta lo que ocurre cuando Lee Gates (Clooney), un célebre conductor de televisión convertido en el rey de las finanzas por sus comentarios sobre Wall Street, es secuestrado en vivo y en directo por un hombre desesperado (Jack O’Connell), que perdió todos sus ahorros por seguir uno de sus consejos de inversión.

Será con la ayuda de su productora, Patty Fenn (Roberts), que Gates luchará por seguir con vida mientras, al mismo tiempo, trata de desentrañar el misterio que hay tras un fraude por 800 millones de dólares. La cinta su estrenó en el Festival de Cannes y llega a pantallas de México este fin de semana.

¿Es difícil ir y venir de actriz a directora?

Yo fui actriz desde los tres años, así que para mí siempre fue algo muy natural. Pero hacer cine me electriza, entrar a un set por primera vez, ver cómo se montan luces… todo el proceso me encanta. Por supuesto es diferente cuando lo haces desde atrás de la cámara, pues implica otro tipo de responsabilidades. Sobre si es difícil… no sé. Para mí no lo fue tanto, porque tuve grandes mentores cuando comencé y aprendí mucho de los directores con los que trabajé desde niña. Pero sé de cierto que pasar de actriz a directora es una oportunidad muy poco frecuente entre las mujeres en Hollywood.

¿A qué crees que se deba?

Hay muchos factores. Cuando yo empecé, la única actriz que se había atrevido a hacer una película como directora había sido Anne Bancroft en 1980. En Europa, sobre todo, es más común que una actriz, como un actor, se coloque detrás de la cámara. En Hollywood, pese a que ya han pasado muchos años, aun hay una reticencia al respecto, especialmente en películas con grandes presupuestos. Es más fácil dirigir televisión porque hay menos tensión (Foster debutó en la dirección con un capítulo de la teleserie Tales from the Darkside y ha dirigido episodios de House of Cards y Orange is the New Black). Supongo que con las películas grandes, los blockbusters, los estudios sienten aversión por los riesgos. De alguna manera, consideran todavía, no entiendo por qué, a una mujer directora como un riesgo, y en esas cintas todo se trata de minimizar esos riesgos. Aunque creo que esto tiende a cambiar.

¿Hay más mujeres en posiciones de poder en Hollywood?

Puede ser. Es cierto que hay más ejecutivas en Hollywood, aunque la situación sigue igual. Pero tengo claro que la cultura está cambiando y que todos queremos más diversidad tanto dentro como fuera de la pantalla.

Como actriz, ya te dirigió una mujer, ¿cierto?

Sí, una película llamada Siesta en los ochenta. La filmamos en España… fue muy peculiar. El elenco era realmente algo: Isabella Rossellini, Julian Sands, Ellen Barkin… la dirigió Mary Lambert, que había dirigido muchos videoclips antes. No recuerdo mucho de esa experiencia, excepto que ya entonces pensé que sería interesante ponerme detrás de la cámara, y también pensé que, en realidad, el género del director es irrelevante para su trabajo.

¿Qué directores te han resultado más inspiradores?

¡Esa fue mi escuela de cine! (risas) Evidentemente tuve mucha suerte. Tendría que empezar con Martin Scorsese. Lo conocí a los 11 años, en el rodaje de Alicia ya no vive más aquí, y de inmediato me llamó para Taxi Driver. Verlo trabajar es maravilloso: su paciencia, su manera de involucrarse contigo para obtener la clase de interpretación que requiere. Él y Jonathan Demme son los dos mejores directores de actores con los que trabajé, y los mejores directores técnicos son Robert Zemeckis y David Fincher, pues la escena y todos los elementos que la componen jamás tienen secretos para ellos. Eso es de lo que más agradecida estoy en mi carrera. Haber estado en la misma sala que ellos y observar, aprender, charlar... Todo eso me ha ayudado a encontrar mi propia voz como directora y a saber tratar a los actores.

¿Qué tal trabajar con estrellas como Clooney y Roberts?

No son tan intimidantes como se podría creer, dado el tamaño de su star-power. George debe ser uno de los hombres más cálidos y generosos que conozco, y Julia es fantástica, sumamente sencilla y muy disciplinada. Son dos estrellas, eso es verdad, pero nunca pensé en ellos en esos términos mientras filmábamos.

¿Esto hizo que el rodaje fuera más llevadero?

Pues sí. Podía haber esperado exigencias de estrella —crecí en este negocio y en mis tiempos he visto un caso o dos— pero no hubo tales. Por el contrario, ambos son divertidos, auténticos y encantadores. Y lo digo en serio: venían al set, hacían su trabajo y se ve que aman hacer películas. Ambos creen en la libertad del director. Confiaban en el guión y en mí. Se limitaron a actuar y abrazaron sus papeles y las situaciones por las que pasan. Todo funcionó de maravilla y, siendo una cinta de tensión, todo el elenco, George, Julia, Jack O’Connell, Caitriona Balfe, todos sin excepción, dieron lo mejor de sí para que fuera un rodaje estupendo.

Esta cinta no tiene el tono íntimo de tus anteriores.

Sí, para empezar es un thriller, pero tiene matices de comedia negra. La intención fue mantener al espectador pegado a la pantalla. Crear suspenso es muy difícil y yo no lo había hecho así antes. Pero hubo algo que me atrajo desde que leí el guión, algo que me gusta mucho: las relaciones entre los personajes. Lee y Patty tienen una dinámica personal que me hizo pensar en esa química que tenían Katharine Hepburn y Spencer Tracy en las películas que hicieron juntos en los cuarenta… un humor muy especial. Y esto ocurría entre todos los personajes: Lee y su secuestrador, Patty y los camarógrafos… Al final, esto y la subtrama de la crisis financiera hacen que la historia se sienta muy real, lo que permite que el público se involucre emocionalmente, lo que enriquece la experiencia que va a tener en el cine.

No piensas dejar la actuación del todo, ¿verdad?

No, no voy a renunciar a ese aspecto de mi carrera. Lo que pasa es que hay momentos en los que te quemas. He tenido muchos durante mi carrera y los seguiré teniendo, no solo porque actuar agota, sino por el tipo de vida que conlleva, repleta de viajes cuando mi familia siempre ha sido mi prioridad. Y te retiras un año, o dos, o tres… (ríe) y gradualmente deseas volver a hacerlo. Así que nunca dejaré de actuar. Tengo curiosidad por ver qué tipo de roles me ofrecen cuando pase de los sesenta. Pero ahora mismo, al menos por el futuro inmediato, quiero centrarme en la dirección, que es lo que más me llena.

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