Las historias narradas en los filmes del Studio Ghibli conquistaron el corazón de chicos y grandes alrededor del mundo. A pesar de ser producidos por Japón, la cultura occidental acogió las cintas con gran cariño y les otorgó un lugar al reconocerlas como extraordinarias producciones dignas del reconocimiento no solo de la crítica, sino también del público en general.
Sin embargo, el co fundador del estudio, Toshio Suzuki, anunció que la productora será sometida a una "re estructuración profunda", con la cual podrían dejar de lado la producción de películas para dedicarse única y exclusivamente al manejo de los derechos de las cintas con las que ya cuentan.
Por ello, aquí te recordamos algunas de las películas que produjo el estudio, muchas de las cuales fueron dirigidas por el reconocido Hayao Miyazaki, cuyo retiro ha sido señalado como una de las grandes causas para emprender la re estructuración del estudio.
La tumba de las luciérnagas (Isao Takahata, 1988)
Aunque fue la tercera película del estudio, se trató de la primera en ser dirigida por Takahata.
La historia se centra en Seita, un indigente de 14 años, que muere por inanición en 1945. Tras ello, su espíritu comienza a recordar los sucesos anteriores a su muerte, en el Japón de fines de la Segunda Guerra Mundial.
La película, que contó con dos adaptaciones a filmes con imágenes reales, fue exhibida en el Festival Internacional de Cine para Niños de Chicago.
Mi vecino Totoro (Hayao Miyazaki, 1988)
Se trata del cuarto largometraje del estudio y tiene como personaje principal a un espíritu del bosque, llamado Totoro, personaje que también es el logo de la productora.
La historia se centra en el Japón rural de los años 50, donde un profesor universitario se traslada con sus dos hijas a una casa cerca de un bosque mientras su mujer se recupera de tuberculosis en un sanatorio rural.
En el bosque, las pequeñas convivirán con los "duendecillos de polvo" y otros espíritus que habitan ahí.
La cinta fue elegida por la revista británica 'Time Out' como la mejor película de animación de la historia.
Susurros del corazón (Yoshifumi Kondo, 1995)
La película también contó con el apoyo de la mente maestra de Miyazaki, quien fungió como el guionista.
Relata la vida de Shizuku Tsukishima, una adolescente que ama la lectura y que planea leer durante todas sus vacaciones de verano en la biblioteca, además de traducir canciones extranjeras. Pero sus planes se verán interrumpidos cuando descubra un mismo nombre, Seiji Amasawa, en las fichas de los libros de la biblioteca. Un día en el tren, se encuentra con un gato misterioso que le llevará a la tienda donde Seiji trabaja.
Susurros del corazón fue la primera película japonesa en emplear el formato de sonido Dolby Digital.
El viento se levanta (Hayao Miyazaki, 2013)
Anunciada como el último largometraje de Hayao Miyazaki, la película se inspira en la vida de Jiro Horikoshi, un niño fascinado con la aviación que, ya que no puede ser piloto por sus problemas oculares, se dedica al diseño del Mitsubishi Zero, el avión que serviría a Japón durante la Segunda Guerra Mundial.
A la par de su esfuerzo, Jiro desarrolla un vínculo sentimental con Nahoko, una mujer que padece tuberculosis.
Así, se contrasta el deseo de Jiro por cumplir su sueño, en un mundo donde realizarlos servirá para la destrucción.
La historia de la princesa Kaguya (Isao Takahata, 2013)
Se trata de la quinta película escrita y ridigida por Takahata y es el vigésimo primer largometraje del estudio.
La trama se basa en el cuento popular japonés 'El cortador de bambú' (también conocido como 'La princesa Kaguya').
Stéphane du Mesnildot, analista de la prestigiosa revista de cine Cahiers du Cinéma, describió a la obra como "Es muy conmovedor ver a estos dos veteranos, Miyazaki y Takahata, volver el mismo año para decir adiós, con una obra maestra cada uno".
A pesar de la buena recepción por parte de la crítica y de los más de 10 millónes de dólares recaudados en taquilla, se ha señalado que el estudio atraviesa por una crisis económica que, aunada al retiro de Miyazaki, conducen a un escenario en el que producir filmes ya no se la opción más viable.