¿Quién no se acuerda de aquellos temas como Cita en el Quirófano o Muñeca? Esos tiempos, por los años 2000, una banda llamada Pxndx se posicionaba como una de las favoritas del público joven mexicano.
Así permaneció por más de 15 años cuando en 2016, la banda se separó con un concierto épico en la Arena CDMX. Con incertidumbre, José Madero, quien era líder de la agrupación, tomó la decisión de seguir con su camino musical y así, fue creando canciones, conectando corazones y hoy, Pepe ha llenado el mismo nostálgico lugar con su música de solista.
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El reloj marcaba las 20 horas del sábado 4 de febrero y las personas bajaban del metro Ferrería y comenzaban a caminar aquel oscuro tramo que se tiene que cruzar para llegar a la Arena Ciudad de México; playeras, tazas, posters y gorras con el rostro de Pepe acompañaban a los seguidores que iluminaban la oscuridad con su sonrisa.
Una Arena repleta aguardaba ansiosa la salida a escena de su ídolo, aquel que por más de 20 años han acompañado a todos lugares. Y fue a las 20:30 horas cuando los primeros acordes se escucharon, las luces se apagaron y José Madero apareció ante el grito eufórico de más de 20 mil personas.
Quita esa cara, Noche de Brujas, Final Ruin y ¿A poco no? dieron la bienvenida en una noche que aguardaba una sorpresa poco esperada pero muy deseada por todos los presentes.
Sin dar algún tipo de tregua, José Madero seguía tirando tema tras tema, haciendo un recorrido por su amplio repertorio musical como solista. Canciones como Padre Nuestro, Adheridos/Separados, Documentales y Violencia, arrancaban voces desgarradoras de su público.
Llegó el turno de Plural Siendo Singular, el tema con el que Pepe demostró que su carrera iba más allá de un grupo y que podría cambiar vidas con su música en solitario con nuevas canciones.
Nostalgia, y el viaje al pasado
Con más de hora y media de concierto, llegó el clímax de la noche. José Madero lo sabía y primero preparó a su público con Feliz Cumpleaños, canción de Pxndx, como un augurio de lo que vendría momentos después; Sim Ampersand puso los vasos de cervezas arriba mientras las lágrimas caían de algunos rostros que con los ojos cerrados cantaban cada verso.
Un segmento acústico dio un breve instante para que todos afinaran su garganta. Las luces se apagaron y un silencio se escuchó. Un viaje a la infancia y adolescencia comenzó cuando Los Malaventurados no Lloran comenzó a sonar. El mayor éxito de Pxndx estaba sonando luego de cinco años.
Palabras faltarían y calificativos no hallaría para contar lo que se vivió durante esos cuatro minutos. Las 22 mil personas la corearon de principio a fin; un sentimiento que han guardado desde aquel concierto de despedida.
“Yo creo que nunca en toda mi carrera solita había escuchado tantos gritos como cuando cantamos ahorita ‘Malaventurados’… Yo sé que muchos de ustedes están aquí por esos tiempos, y lo agradezco”, dijo un José que, con la guitarra en mano, veía y escuchaba lo que ante él pasaba.
El concierto no podía ser mejor y Pepe despidió a sus fieles seguidores con el tema Soy el Diluvio. Así, Madero ha confirmado, una vez más, que es sinónimo de éxito en cualquier lugar en el que se pare. Pero, muy distante al éxito, es sinónimo de trabajo, constancia, letras, sentimientos, historia y por supuesto, música.
DAG