El lunes se confirmó la nominación de Ya no estoy aquí a Mejor dirección de una ópera prima, en los premios del Sindicato de Directores de Hollywood, esperando la ansiada nominación a la estatuilla dorada de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, pues hoy está dentro de las 15 con potencial en la categoría de Película internacional.
“Ha sido un camino difícil, pero valió la pena mi terKedad (así con k)”, fue una de las primeras frases que dijo Fernando Frías al comenzar la ruta de promoción de Ya no estoy aquí, en el Festival de Cine Morelia; desde entonces la historia sobre el movimiento Kolombia en Monterrey llamó la atención no solo de figuras como Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro, sino también de otras asociaciones de cine.
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El camino ha sido difícil, pero en el trayecto encontró la fortuna de ser distribuida al mundo por Netflix y convertirse en un fenómeno de reproducciones, meses después llegó el Premio Ariel, donde la historia arrasó con 11 reconocimientos, incluidos los de Mejor Película, Dirección y Revelación actoral para Juan Daniel García, el joven soldador y músico en ciernes que debutó en la actuación. A partir de estos momentos, la historia dio un giro y encontró el foco dentro de la temporada de premios a lo mejor del cine.
“Sería un sueño llevar la cumbia rebajada de Monterrey para el mundo. Desconozco ese mecanismo de promoción en Hollywood y el resto de las premiaciones, ese llamado cabildeo, pero entiendo que el reto está justamente en trabajar para que los académicos norteamericanos entiendan y contextualicen la película; no es una historia que te deje en el asiento y te ponga todo para entenderlo, necesita de una participación activa del espectador”, comentó Fernando Frías a M2.
Respuesta a la violencia
Ya no estoy aquí es una película que reflexiona sobre el movimiento Kolombia en Monterrey, a partir de ahí la historia lleva al espectador por un viaje en el que el sentido de identidad y pertenencia se fragmenta. El detonador está marcado por un conflicto a causa de la violencia derivada del narcotráfico, la falta de oportunidades y desigualdad social. Para ambientar la película, Fernando tomó como contexto el México de 2011, durante el gobierno de Felipe Calderón.
“Me cuestioné sobre qué miradas proyectamos al mundo, cómo nos relacionamos y cómo nos vemos a nosotros mismos y al de al lado. En ese momento había una visión de glorificar la violencia o la tragedia del país que beneficiaba a un discurso poco incluyente. La película es una respuesta a ello y sobre todo por la idea de ver qué hay detrás de esta contracultura, a qué responde; lo vimos en redes cuando la gente decía “esto no es Monterrey”, había memes clasistas y un prejuicio descarado”, dijo Fernando.
'Ya no estoy aquí'en claves
InspiraciónLa cinta surgió como idea cuando Fernando Frías recibió un disco de cumbias rebajadas, fue un regalo de un amigo que despertó su interés en el movimiento Kolombia en Monterrey.
ProblemasUno de los principales obstáculos que tuvo el protagonista, Juan Daniel García, fue conseguir la visa para rodar las escenas en Nueva York. Le fue negada en varias ocasiones sin argumento claro, hasta que lo logró.
La cinta habla del viaje de Ulises, un joven adepto al movimiento cholombiano en Monterrey que, tras un mal entendido con un cártel, se ve obligado a dejar a su familia, sus amigos (Los Terkos) y la música que ama. En Nueva York enfrenta una crisis: la falta de pertenencia y el anhelo por lo que dejó atrás. Con esta historia, Fernando visibiliza el movimiento underground Kolombia, que surgió en los barrios populares de Monterrey.
“Qué harías tú en esa situación, de dónde te agarras y cómo generas identidad. Esta contracultura tiene la habilidad de reinventarse a pesar de las condiciones y encuentra la hermandad, la identificación y la propia creación de sus símbolos y de su mística en respuesta a una sociedad que les ha quedado a deber, que les ha truncado la juventud por la falta de oportunidades y eso se ve a través de su cumbia rebajada”, enfatizó el realizador.
Por los jóvenes
La historia es también respuesta a la falta de oportunidades y la desigualdad que se vive en el país. Tiempo atrás, Fernando impartió un taller al norte del país y para su sorpresa la mayoría de los jóvenes a su alrededor, víctimas de la desigualdad, decían que era preferible vivir un año en la opulencia que una vida en la ‘jodidencia’. Así que, a forma de metáfora de los sueños truncos es como surge en la ficción la banda de los Terkos.
“Ellos dicen: no queremos dejar de sonreír y no queremos dejar de bailar, porque después… no hay un futuro, no hay oportunidades, eso me llevó a hacer una inversión y tratar de tener una mirada respetuosa del movimiento. Lo que más me conmueve de lo que ha pasado con la película es sentir la alegría de quienes están involucrados, ver en los chicos ese orgullo y que ahora es una plataforma para sus destinos, son muy jóvenes, haber contribuido con sus vidas es el mayor de los premios para mí”, dijo Fernando.