Xochimancas —obra de la compañía Mulato Teatro— habla del “derecho que tenemos todos los seres humanos para relacionarnos”, dice Marisol Castillo, directora artística de la compañía. La obra busca “romper los estereotipos que nos imponen las clases sociales, por raza o por diferentes características que la sociedad refuerza sobre si algo es mejor o si es peor. Habla de desinstalar todos estos mitos que los adultos, o las personas que llevan la voz cantante, van imponiendo ante los demás”.
La obra se estrenó con una breve temporada en septiembre de 2021. Ahora se reestrena con una gira por varios municipios de Morelos desde el 22 de enero y cerrará en Ciudad de México, el 19 y 20 de febrero en el Jardín Julio Castillo del Centro Cultural Universitario de la UNAM.
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La historia toma nombre de una hacienda fundada en 1621. Según la documentación de Marisol Castillo y el dramaturgo Jaime Chabaud, la hacienda de Xochimancas llegó a contar con al menos 300 esclavos africanos a mediados del siglo XVII. Un hecho que les horrorizó, pero que también dio la pauta para contextualizar la historia en el lugar que han elegido como compañía para desarrollar un proyecto de teatro comunitario, en Ticumán, Morelos y las comunidades cercanas.
En entrevista, Castillo explica que esta hacienda es solo un punto de partida, pero que en realidad podría ser cualquier hacienda en cualquier parte del país. Al ser una obra de teatro infantil, se enfoca en “cómo los niños buscan la oportunidad para tratarse igual ante los demás, mientras que los adultos se encasillan con lo ya establecido”.
En la historia aparecen tres niños —representados por marionetas— de diferentes culturas: africana, náhuatl y española. Uno de los objetivos de Mulato Teatro es “visibilizar los aportes y la presencia de la cultura africana, un pilar en el territorio mexicano”, explica Marisol Castillo.
“Lo que Marisol ya no quería era hincar el diente en el esclavismo y lo aterrizamos en una historia de niños que juegan. Es el encuentro de un niño español que llega por accidente a una comunidad porque se le rompe la carreta y se tiene que quedar unos días, una niña indígena y una niña africana”, comenta Jaime Chabaud.
En la obra, agrega Marisol Castillo, “los niños son los que llevan el discurso de reflexión. Lo que el público va a ver es un espejo de errores, de equívocos: cómo los adultos nos equivocamos una y otra vez y son los niños los que nos traen al carril nuevamente. Volteamos los papeles porque los adultos estamos acostumbrados a decir ‘nosotros somos los que tenemos la sabiduría’ y en Xochimancas vemos que son los niños los que hacen lo sensato, no lo impuesto por los demás, mientras que los adultos estamos condicionados y nos regimos por las normas que la época nos impone”.
Por eso, considera Castillo, se vuelve una obra familiar en la que los espectadores, sin importar la edad, pueden verse reflejados en alguno de los personajes.
Mujeres afro en la escena
Un hecho que la directora de Mulato Teatro reconoce es que la directora de Xochimancas, Alicia Martínez, rompa con los estereotipos de poner a una mujer afro en el rol de una marquesa.
“Empiezas a sacar a la actriz afro que está encasillada en los roles siempre establecidos de la esclava, la mujer de servicio, la trabajadora sexual, la bruja… Algo que permitimos incluso las mismas actrices porque tenemos la necesidad de estar en escena; aceptamos estar en estos roles porque necesitamos comer. Hay muy pocos directores en México que toman el riesgo y le dan la vuelta a lo impuesto y Alicia es una de ellas”.
Teatro comunitario
Mulato Teatro, en su labor desde el teatro comunitario, también busca sensibilizar a quienes se acercan para “poder descifrar a su comunidad de otra forma”, dice Castillo. “Quienes vienen a los talleres de teatro empiezan a aprender cosas nuevas, a crecer, a investigar cosas, a ver al mundo de diferente forma”.
El teatro comunitario, apunta Marisol Castillo, abre puertas para conocer una realidad mucho más amplia, además de empezar a incluir a actores y actrices que generen un sentido de identidad, “porque no nos vemos reflejados en las puestas en escena, mucho menos en la televisión. El teatro que estamos haciendo busca contribuir justo a esto, a que la gente del cotidiano se empiece a ver reflejada”.
Fechas y lugares
29 de enero en el Ayudantía Municipal de Huatecalco, Tlaltizapán, Morelos. Horario 18 horas.
30 de enero en el Atrio de la Iglesia de Ticumán, Tlaltizapán, Morelos. Horario 18 horas.
5 de febrero en el Atrio de la Iglesia de Pueblo Nuevo, Tlaltizapán, Morelos. 18:00 horas.
6 de febrero en la Casa Regional de Cultura Fundación Rayuela, Callejón Molotla s/n, Barrio Tecamachalco, Ocuituco, Morelos. 17:00 horas.
19 y 20 de febrero en el Jardín Julio Castillo del Centro Cultural Universitario de la UNAM, CDMX. 13:00 horas.
PCL