La historia que alguna vez estremeció a España ahora cruza fronteras y encuentra eco en el corazón de México. Celda 211, la novela que fue llevada al cine con la actuación de Luis Tosar como Malamadre, regresa transformada en una serie que no solo adapta una narrativa carcelaria, sino que desentraña una realidad mucho más profunda y cercana: la de los penales mexicanos y las violencias cotidianas que los atraviesan.
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Protagonizada por Diego Calva y Ana Sofía Gatica, la historia se aleja del mero ejercicio de adaptación, “no es una tropicalización”, se trata de una reinterpretación desde las entrañas de un país que convive con su propio sistema penitenciario plagado de injusticias, “creo que esto no puede ocurrir en cualquier penal del mundo, lamentablemente. Es una realidad mucho más tercermundista, latinoamericana”, dijo Calva a MILENIO.
Ana Sofía Gatica, quien interpreta a Elena, confesó que el personaje la confrontó de manera personal, porque “es algo que nos atañe como mexicanos, a mí como mujer”, y es que, Elena no es solo un personaje secundario, su presencia crece en la historia y se convierte en una figura que encarna el dolor, la rabia y la impotencia que muchas mujeres sienten frente a un sistema que las margina tanto dentro como fuera de la cárcel.
Lo que sucede detrás de los muros de una prisión mexicana es apenas la superficie. Las dinámicas familiares, los lonches que cruzan las rejas, las complicidades y las traiciones, no son ajenas a la realidad cotidiana fuera de los penales. “Es como otra cárcel fuera de la cárcel,” dice Gatica, señalando que la prisión no es solo un espacio físico, sino una metáfora de las limitaciones y las injusticias que se viven en la sociedad.
“Lo que está pasando ahí es cultura también. Esa dinámica de las familias, el momento de los alimentos, el ponerse de acuerdo quiénes van, quiénes llegan, cómo llegan, la relación que tienen con la misma justicia dentro de los penales. Es como otra cárcel fuera de la cárcel, y creo que eso completamente nos aterriza en México y en la historia que estamos contando”, agregó la actriz, en relación a lo que ofrece Celda 211.
La serie explora esta dualidad con una crudeza que incomoda, pero que resulta necesaria, “incomodar es importante. Es necesario voltear a ver el espejo de la realidad, aunque seas de tu casa viendo Netflix, es importante poder habitar un ratito lo que está ahí afuera”, comentó Calva, respecto a la historia que hoy llega a Netflix, no como una oferta de respuestas sobre los penales, sino como el reflejo de una realidad.
Una de las escenas más impactantes para Calva, es aquella en la que Elena grita tras las rejas del penal, atrapada, aunque esté afuera. “La cárcel está adentro y afuera,” dice el actor, resumiendo en una frase el corazón de la serie; porque en Celda 211, la prisión no se limita a los barrotes y las paredes frías; es una presencia que se filtra en la vida diaria, en las estructuras sociales, y en las heridas abiertas que cada personaje.
Esta versión de Celda 211 no solo adapta una historia; la reescribe desde una perspectiva que resuena con las experiencias de quienes conocen, de primera mano, las grietas del sistema de justicia en México; es una producción que, más allá de la ficción, pone en evidencia que las verdaderas cárceles no siempre se ven, pero sí se sienten. Y en esa verdad incómoda es donde la serie encuentra su mayor fuerza.