El domo de Santo Domingo, en el municipio chiapaneco de Cintalapa, hace mucho que dejó de funcionar como centro deportivo. Esta mañana, solo una joven con un ajustado atuendo deportivo corre dando vueltas, una y otra vez, al exterior del inmueble.
Son las 8:30 y en su trote va encontrando cada vez más obstáculos.
Serpenteando entre las tranquilas calles del poblado, uno a uno van llegando mototaxis, esos híbridos que siendo originalmente motocicletas se les ha unido una pequeña cabina para transportar a más personas.
De dichos automotores descienden, apresuradas, mujeres jóvenes acompañadas de niños con sus uniformes a cuadros blancos y rojos.
Foto: Jorge González
La deportista sonríe amable a los primeros que se cruzan en su camino, pero un par de vueltas después su carrera se hace casi imposible.
A la entrada del domo, que cuenta con un par de canchas de basquetbol y aparatos para hacer ejercicio, se arremolinan las mujeres y los niños. En lo alto, enormes letras negras hacen alusión al uso original del lugar. “El deporte es salud”.
El inmueble alberga en su interior decenas de cubículos de madera y tiendas de campaña, donadas por la comunidad judía, que funcionan como aulas provisionales para los niños de la primaria Valentín Gómez Farías, que se ubica justo enfrente.
Algunas tienen puertas de madera; otras, cortinas que se mecen con el aire y otras más nada más que tres muros de triplay. Todas ellas cobijadas bajo el domo de lámina que detiene el sol, pero no el bochorno.
Foto: Jorge González
El inmueble luce pulcro, ni polvo, ni basura se cruzan en la mirada de quien llega a ese lugar.
Huele a limpio, al gel que los niños llevan en el pelo, a un discreto perfume que alguna de las pequeñas se roció antes de salir de su casa.
Luego del sismo del 7 de septiembre del año pasado los menores fueron desalojados debido al daño estructural del inmueble que aún no ha sido reparado.
La situación se complica porque ahora, a casi un año, los padres exigen que la escuela sea completamente renovada, y advierten que no aceptarán que solo se repare el inmueble, que visto desde afuera no muestra afectaciones, porque éstas se centraron en la zona trasera.
No hay avances en la reconstrucción de esta escuela.
Es lunes y los niños realizan los honores a la bandera bajo el rayo del sol en un teatro al aire libre, que es parte del mismo complejo donde se encuentra el domo. En formación perfecta, realizan la ceremonia.
Al concluir, el director de la escuela, Ángel Zúñiga, pronuncia un breve discurso ante los niños por su desempeño, y anuncia el próximo movimiento estratégico para intentar acelerar el regreso de los menores a clases dentro de la escuela.
Foto: Jorge González
En una horas más, llegará a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, para participar en los Foros sobre la Educación, y la idea es buscarlo para pedir directamente su ayuda.
Micrófono en mano, el mentor explica con energía a los niños que ese será el paso a seguir, que el plan es trasladarse a la Universidad Nacional Autónoma de Chiapas, donde intentará entregarle al tabasqueño su petición.
Horas más tarde, el hombre de barba cana intenta cumplir con dicha misión, pero no tiene éxito en sus intenciones: “No tuvimos la oportunidad de acercarnos”, explica parcamente.
Entre los seguidores, prensa y curiosos que se arremolinaron para ver de cerca al próximo presidente, le fue imposible llegar a él.
Por la mañana, en su escuela temporal, a los niños se les ve contentos; es apenas la segunda semana de clases del ciclo escolar.
Foto: Jorge González
Quienes sí muestran su preocupación son los padres de familia, que permanecen fuera de la escuela observando a sus hijos tras la malla ciclónica que protege el recinto.
Lino Ángel Estudillo es de los primeros padres en llegar al espacio temporal que ocupa la escuela. Ha traído a su pequeña y su esposa será la encargada de recogerla a la salida.
“Deben hacer algo por los chamaquitos, ya ha pasado un buen tiempo. Todavía ellos están ocupando la cancha, teniendo su escuela, el gobierno debe apoyarles, venir a arreglarla para que ya regresen a su escuela”, dice con voz pausada.
America Zapata Trinidad también trajo a su hijo a la escuela. Se aleja a paso veloz, pero comparte lo que piensa sobre la situación de los menores.
“Está remal, porque los niños sufren bastante, primero con la calor y, en segunda, cuando está lloviendo les entra agua. Pedimos que nos apoye el gobierno. Qué está pasando, ya hace un año que los niños están sufriendo aquí”.
Foto: Jorge González
En el extremo sur de la ciudad, los alumnos de la Escuela Secundaria Federal Rodulfo Figueroa viven una realidad diferente. Al interior del plantel, decenas de trabajadores dan los últimos toques a un edificio que ha sido reparado y adecuado para alumnos con capacidades diferentes.
Aquí ha cooperado la iniciativa privada. Tras el sismo las clases continuaron impartiéndose en el estacionamiento de la escuela.
Hoy, explica orgulloso Francisco López Velázquez, director de la secundaria, la reparación del edificio tiene un avance de 80 por ciento.
Se espera que en el otro edificio dañado inicien en breve los trabajos.
Aquí, comenta, se había invitado a la escritora y esposa de Andrés Manuel López Obrador, Beatriz Gutiérrez Müller, a develar una escultura del poeta cintalapaneco Rodulfo Figueroa, pero cuestiones de agenda se lo impidieron.
Aquí también los ojos están puestos más allá del 1 de diciembre, y la esperanza en lo que depare el futuro cercano.
Foto: Jorge González