Ciudad de los Niños en Mazatlán, un refugio en el paraíso turístico

Historia

Desde hace 50 años, las hermanas Velia y Ofelia, trabajan en un lugar alejado de la zona turística del puerto, el cual apoya a pequeños dejados a su propia suerte.

"Chucho" es un hombre que ha vivido bajo el cuidado de la Casa Hogar desde pequeño y ahora trabaja con las hermanas. (Luis Carlos Valdés)
Luis Carlos Valdés de León
Torreón, Coahuila /

Nadie quisiera saber que existen niños abandonados, sin padres, sin un hogar, sin comida y sin amor. Sin embargo, existen. Para muchos el visitar una playa es su mayor anhelo. Pero hay historias de quienes incluso nacieron en puertos paradisíacos, y que su mayor sueño, es simplemente sentirse amados por una familia que no poseen.

Tal es el caso de Chucho, nacido en una de ellas, fue abandonado en las puertas de la antigua cárcel de Mazatlán. Nadie sabe los motivos que orillaron a su madre a hacerlo, quizás nunca lo sabrá.

Fueron las hermanas religiosas de la congregación Misioneras de Cristo Niño, que hacían labor de evangelización en ese lugar, quienes tomaron la decisión de protegerlo, fue Chucho uno de los primeros huéspedes en llegar a la Casa Hogar Ciudad de los Niños, ubicada a las afueras del puerto.

Hoy Chucho está por llegar a los cincuenta años de edad y sigue viviendo bajo la protección de las hermanas Velia y Ofelia, siendo bebé, fue sometido a estudios que le detectaron un tumor en la cabeza, mismo que tuvieron que ser operado para ser extirpado.

Sin embargo, eso le dejó secuelas en la audición y en el habla. El funcionamiento de Ciudad de los Niños en Mazatlán está a cargo de la hermana Belinda, la hermana Ofelia y religiosas que forman esta congregación, tales como la hermana Josefina, la hermana Lucía, Maricela, hermana Yolanda, hermana Rosalía, Vicenta, la hermana María, la hermana Cleotilde, la hermana Teresa y Sor Ramona y otras más.

50 AÑOS DE FUNDACIÓN

El grupo de hoteleros y prestadores de servicios turísticos Amigos de Mazatlán y la Oficina de Promoción Turística de este puerto, acompañados por miembros de medios de comunicación de México, Estados Unidos y Canadá, fue que se conocieron las necesidades de este lugar que tiene alrededor de 50 años de fundación.

Mientras las hermanas Velia y Ofelia comparten su historia, los niños, jóvenes y Chucho realizan manualidades en el patio de esta casa hogar, donde han encontrado el amor que afuera se les ha negado.

Chucho permanece apartado. 

Con más de cuarenta año de edad, él fue de los primeros en llegar a esta casa, se dice el “Vigilante” y es quien ha realizando cuidados de los amplios jardines con los que cuenta esta comunidad.

Chucho toma un delgado pincel y con pintura roja y verde, sus manos tiemblan pero logra dar buen detalle a la manzana de yeso, Tendrá que seguir tomando medicamentos de por vida y son muy caros.

El tumor que le extirparon en su niñez le afectó la audición y tiene problemas para expresarse. Chucho es poco expresivo, más bien lanza miradas que indican que sabe lo que pasa, que de nueva cuenta tienen la visita de extraños que quizás se vayan y sólo se los lleven en la memoria del momento. 

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