Contra la crisis forense, inician toma masiva de ADN a familiares de desaparecidos

La expectativa es que en 2023 se den las primeras exhumaciones por coincidencias genéticas en el estado de Colima.

No hay una base de datos nacional con los perfiles genéticos recolectados por las Fiscalías. | Especial
Colima /

Viridiana Tapia Cárdenas fue reportada como desaparecida el 18 de mayo de 2019 cuando tenía 24 años. Su madre Blanca Estela Cárdenas Rodríguez encabezó su búsqueda durante casi 36 meses, pero hasta que en abril de 2022 la Fiscalía General del Estado de Colima (FGE) le notificó que su cuerpo se encontraba en una fosa común: el cadáver de Viridiana había sido localizado 20 días después de su desaparición.

La crisis forense que vive el país es la culpable del caso de Viridiana: en la Fiscalía de Colima -como en las de muchas otras entidades- solo toman inicialmente la muestra genética de un familiar de las personas desaparecidas, llevando al mínimo las probabilidades en encontrar coincidencias con cuerpos localizados; además, por más increíble que parezca, no hay una base de datos nacional con los perfiles genéticos recolectados por las fiscalías.

Colima, con mil 700 personas desaparecidas, de acuerdo con la Red de Personas Desaparecidas en la entidad, es el primer del país donde del sábado 3 al jueves 8 de diciembre se llevó a cabo la Brigada Nacional de Toma de Muestras a familiares de personas desaparecidas, con la que Comisión Nacional de Búsqueda de Personas formará una base de datos nacional que se cruzará con los datos de cuerpos que localicen o hayan localizado las fiscalías estatales.

Iniciativas similares se han impulsado en el Centro Regional de Identificación Humana de Coahuila, que en año y medio ya ha logrado la exhumación de más de 700 cuerpos; y en el Instituto de Ciencias Forenses de Jalisco, que ya realizó las dos primeras exhumaciones regresando cuerpos sin reclamar a personas que los buscaban.

Personal de la CNBP tomó más de 500 muestra de material genético | Especial

Karla Quintana, titular de la CNBP, explicó “estamos trabajando de la mano para juntar una base de datos con la misma metodología; parecería una obviedad pero es algo que no se ha hecho en el país: tener la información genética; informar a las familias, a cada persona, que está pasando con esa información, en qué base de datos está; y compararse con la mayor cantidad posible de cuerpos”.

La comisionada reconoce qué hay una crisis forense en México que se puede representar con los más de 52 mil cuerpos que no han sido identificados en todo el país; a esto hay que sumar las más de 108 mil personas desaparecidas que reconocen las autoridades federales. La toma de muestras es solo un paso: a la par, se debe trabajar en mejorar el intercambio de información entre fiscalías estatales, además de en la creación de espacios apropiados para el resguardo de restos humanos sin identificar.

Bajo carpas colocadas en plazas públicas: dos días en la capital de Colima, dos en Tecomán y dos más en Manzanillo, personal de la CNBP tomó más de 500 muestra de material genético con un hisopo en las bocas de madres, padres, hermanos, esposas e hijos de desaparecidos, pero además realizaron entrevista a profundidad, de hasta cuatro horas de duración, para reconstruir la memoria de los ausentes.

“La familia completa puede aportar elementos que nos permiten identificar personas: cuestiones características tan puntuales como la dentadura, tatuajes, estatura, pero también cuestiones históricas que quedan grabadas en nuestro cuerpo: alguna fractura, alguna cirugía, alguna cicatriz, son aspectos de mucha utilidad”, detalló el director del Centro Nacional de Identificación Humana, Alejandro Jiménez.
En México hay más de 52 mil cuerpos que no han sido identificados en todo el país. | Especial

Durante este proceso hay lágrimas, pero sobre todo hay esperanza: la mayoría de las personas que asisten buscan a sus familiares con vida, pero saben también que pueden estar muertos y recuperar sus restos les daría la tranquilidad que tanto añoran. Es el caso de Lupita Ramírez, quien desde 2019 busca a su hijo Jonathan, visto por última vez al salir de una farmacia donde trabajaba en el turno nocturno.

“Yo siempre he dicho: yo no busco culpables, yo busco a mi hijo, a mí los culpables no me importan, yo quiero que me digan dónde está mi hijo, donde me lo dejaron, para traerlo a casa, es lo único que quiero, yo nomás quiero a mi niño en casa”.

Se espera que estas jornadas, cuando lleguen a más regiones el año entrante, den más resultados que 20 años de investigación forense en el país. La expectativa es que en 2023 se den las primeras exhumaciones por coincidencias genéticas en el estado de Colima.

LG

  • Arnoldo Delgadillo
  • Investigador social, periodista y escritor. Corresponsal de Milenio en Colima. Ha publicado en medios nacionales e internacionales.

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