Las almas de los danzantes se llenan de alegría y gozo cada que mueven su cuerpo al ritmo del tambor, marcando el son con cada “pisada”, y la emoción aumenta cuando los penachos multicolores resaltan entre las multitudes, mostrando un gran fervor, a través de un ritual repleto de fe y esperanza, baile que ofrecen ya sea a la Virgen María o bien, al santo de su devoción, con un profundo sentido religioso.
Las danzas forman parte de una tradición cultural-religiosa, que se ha convertido para muchos danzantes en un verdadero orgullo, ya que es la muestra más viva que tienen como mexicanos, que forma parte de su identidad y raíces.
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El sacerdote René Pérez Díaz, párroco actual de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en Torreón, en pasada entrevista para MILENIO, compartió información respecto a esta tradición mexicana, y que en La Laguna año con año, en el mes de diciembre, las danzas forman parte de una gran fiesta para celebrar a "la madre de México", ya que el fervor guadalupano impregna a cada devoto y es una manera de agradecerle su intercesión ante su hijo Jesucristo.
"En la actualidad las danzas son parte del folklore religioso, peregrinaciones, rosarios o reliquias suelen tener un espacio para una danza, las cuales no han dejado de ser coloridas e impulsadas por una fe", detalló el sacerdote.
El origen de las danzas
En 1528, Fray Pedro de Gante, decidió hacer una celebración en el Convento de San Francisco, donde invitó a los ‘principales’ indios y comunidades del Valle de México.
En esta fiesta se les permitió a los indios, bailar, cantar y usar las prendas que acostumbraban antes de la conquista.
La vestimenta varía según los grupos, incluso, algunas danzas han evolucionado en cuanto a los instrumentos que utilizan para acompañar sus bailes, unas se limitan solamente a la tambora, y otras más, incluyen a parte del violín, guitarras y percusiones.
La vestimenta de cualquier tipo de danzante casi siempre consta de un faldellín, rodilleras, muñequeras, pectoral y un penacho de plumas reales o artificiales, estas pueden ser de faisán, pavorreal, gallo o avestruz.
Hay más de 200 danzas en La Laguna
Al cuestionarle al padre René Pérez sobre el registro que se tiene del número de danzas en la ciudad, aseguró que se han contabilizado gracias al listado de las que acudieron a la bendición, cerca de 200, más las que optaron por no asistir y otras más que se siguen formando.
Actualmente en la Comarca Lagunera existen tres grupos de danzas, la matlachin, la de pluma y la azteca. La peregrinación y la danza son elementos del lenguaje de los gestos y signos que forman parte de la comunicación entre los humanos y de los humanos con Dios.
¿Cuáles son las diferencias entre danzas?
Danza Matlachin
Los matlachines datan desde antes de la llegada de los españoles a América, donde ya eran parte de las celebraciones para honrar a los dioses con bailes y disfraces típicos.
La danza matlachin porta nahuillas, tapizadas con carrizos y cascabeles, acompañan al estruendo de las tamboras y la agitación de los guajes. La mayoría de los matlachines portan penachos coloridos y las pisadas fuertes y enérgicas de los danzantes, refieren a la fertilidad de los campos, a la siembra, a la fecundación de la madre Tierra.
Danza de pluma
La danza de pluma mientras tanto, con fuerte popularidad en los ejidos, se conforma por dos filas de danzantes, una va de rosa y la otra de azul, es considerada danza de "conquista", de "ritual- religioso" y de "fertilidad".
La línea de azul representa la sangre de la nobleza española y es capitaneada por un "cortés" que representa a Hernán Cortés. Éste lleva un bastón rematado en flores que significa el cetro de la nobleza.
La fila rosa hace alegoría a la sangre derramada de los indígenas muertos durante la Conquista. Es capitaneada por un monarca que representa a Moctezuma. En medio va una niña vestida de blanco como la Malinche.
Sus coronas floreadas representan la fertilidad. Portan cuatro espejos como los puntos cardinales y siete listones como los colores del arcoíris. Sus manos sostienen la palma de plumas como el escudo en la Conquista y el guaje como arma. Un mandil blanco se desprende del vestuario en voz de los campesinos que iban a la pisca.
¿Cómo empezaron? Danza Azteca Chicomoztoc, pionera en La Laguna
Las hermanas Ana Karina, Alejandra Paola y Cristina Sarahí Romero Terrazas, son las capitanas de la Mesa de Santa María de Guadalupe del Capitán Ezequiel Romero Hernández+ Danza Azteca Chicomoztoc, pionera en la región, una herencia que les dejó su padre, el señor Ezequiel Romero, quien después de estar al frente de la danza por 40 años y danzar 55, partió a la casa del padre en el
2019, por lo que ellas son quienes toman el mando para continuar con entrega, fervor, pero sobre todo amor, el legado de su padre, así lo dieron a conocer en entrevista para MILENIO.
"La danza llegó al norte del país en el año de 1944, el primer grupo que se fundó fue en Parral Chihuahua, y lo fundó el señor Eleodoro Martínez Pérez ya fallecido, era ferrocarrilero y por cuestiones de trabajo llega a la ciudad de Torreón y es donde conoce a don Pablo Hernández y Juana Hernández su esposa, quienes eran tíos de mi papá, y lo invita a formar una danza azteca, y la primera vez que se danzó aquí en Torreón fue el 3 de mayo de 1964 y mi papá Ezequiel Romero Hernández, fue de los primeros integrantes", explicó Paola.
Por su parte Karina recordó que la danza azteca fue traída desde Guanajuato, y en 1943 don Lorenzo Martínez papá de Eleodoro, fue el primer contacto.
"Todos ellos eran ferrocarrileros, y en aquellos entonces el tren traía el movimiento para muchos lugares, ahí vieron por primera vez este tipo de danza, ya andaba mi tío Pablo pero de inmediato lo mandan a Torreón, y empiezan a danzar el matlachin, y ya cuando llega don Eleodoro, 20 años después de que fundan la danza en Parral, empiezan a animar a mi tío Pablo para hacer la danza azteca en Torreón".
Tras la muerte de don Eleodoro que era el capitán de inicio, Pablo Hernández no quiso hacerse cargo, "era una persona muy humilde, siempre lo reconocieron así, muy caritativa, siempre daba todo lo que obtenía al prójimo, igual mi tía Juana, pero mi tío Pablo no se quiso quedar como capitán y nombra a Rodolfo Mena y a Guillermo de la Cruz como capitanes, antes que mi papá, pero por la responsabilidad tan grande que era ir al frente de la danza, decidieron dejarla, y es cuando mi tía Juana le pide a mi papá Ezequiel que se haga cargo", detalló Karina.
Cabe destacar que algo que llena de orgullo a las hermanas Romero Terrazas es que su papá fue quien tomó la iniciativa de que se realizara la bendición de las danzas en Torreón.
"Él acudió a la CDMX a comprar pluma con el señor Moisés González, y vio que todos se alistaban para la peregrinación de la bendición, le encanta la idea, esto fue en noviembre de 1944, y al regresar a Torreón se pone en contacto con el párroco que estaba en ese entonces en Guadalupe, le cuenta lo que vivió, le expone la idea de hacer esa peregrinación, y fue hasta el 4 de noviembre de 1995, un jueves donde inició esta tradición de bendecir las danzas, y un año después en 1996, se optó por hacerla en domingo", comentaron las hermanas.
Para las hermanas Romero Terrazas, danzar no es sólo pegar de brincos, ya que son varios sentimientos que les causa poner su cuerpo en movimiento.
"Nos causa, un gozo, una alegría, una energía muy bonita, es agradecer principalmente a Dios y a los santos de nuestras devociones, que estamos un año más participando en las peregrinaciones".
Asegura Paola que el danzar en un movimiento y aprendizaje constante, pero un ritual muy importante en la danza azteca, es la velación que tienen que hacer previo al rito de la danza.
"Es toda una festividad que se compone de dos partes, la primera parte es la velación, que es una ceremonia donde se hace oración, entonamos cantos propios que nosotros tenemos y les llamamos alabanzas, hacemos ofrendas con flores, dependiendo a quien se le haga la festividad, por ejemplo en nuestro caso nosotros se la hacemos a la Santa Cruz y a la Virgen de Guadalupe, eso se hace en la noche previa al rito de la danza".
Agregó Karina, "es el llamamiento a las ánimas, todas esas personas que alguna vez fueron danzantes, sobre todo los jefes, que nos heredan a nosotros, se les llama por medio de cantos y alabanzas para que nos acompañen en todo el rito, velación, y al término de la danza se hace otro momento que se llama dar las gracias, donde se les pide a las ánimas que regresen a donde tienen que estar".
Las capitanas respetan la manera en que cada grupo ofrece su baile, ya que algunos se limitan a danzar en peregrinaciones, "todo es respetable, si viene una persona que quiere integrarse con nosotros, le explicamos lo que hacemos, y si es lo que busca, adelante, porque tenemos reglamentos y una organización, pueden decir, que bonitos trajes, plumas, que bonito bailan, pero el ser danzante es una forma de vida, mi papá siempre decía una frase, "nosotros no vivimos de la danza, vivimos para la danza", son de las enseñanzas que nos ha dejado", recordó Paola.
Las capitanas han inculcado la tradición a sus hijos, ya que la mayoría de ellos forman parte de la mesa, al tocar el tambor o danzar.
"El hecho de que alguno no dance, no quiere decir que no pertenezca, no sólo los danzantes son parte de esta mesa, sino todas las familias, es un conjunto, una gran familia", puntualizó Paola.
Para finalizar, las hermanas Romero Terrazas concluyeron con lo siguiente, "en realidad la danza azteca es tradición, es algo más espiritual, más allá de sólo estar brincoteando, es un gozo llenar el espíritu, porque danzar es como irte a otro mundo, transportarte a tu ser interior, y sacar lo mejor de ti, en la velación nos preparamos de manera espiritual, mental y física, para poder dar lo mejor a la
hora de danzar, hay veces que andamos estresados o cansados, y ofreces tu cansancio, tristezas, alegrías, todo lo que traes en tu corazón lo ofreces a Dios, y créanme que terminas sin dolores, a lo mejor cansado pero diferente, disfrutable".
aarp