Cuando las manos convierten la palma de jipi japa en obras de arte, Elma Beltrán también teje sus sueños, pues en cada una de sus creaciones está lo mejor de sí misma, así lo aprendió de sus ‘ancestras’.
Sin embargo, la venta de sombreros y artesanías de jipi japa prácticamente se desplomaron durante la pandemia de covid-19. Desde hace unos seis años la situación de los artesanos de Bécal, capital del sombrero de jipi, gradualmente se ha ido agravando por la falta de materia prima, la venta de productos chinos, la baja afluencia turística y ahora, las condiciones climatológicas que impiden ir a trabajar a las cuevas.
"La estamos pasando muy mal, las ventas prácticamente son de sobrevivencia, si no mejora la situación no tendremos ni para lo básico", dijo Elma a MILENIO.
La localidad maya de Bécal se ubica en el municipio Calkiní, en la región conocida como el Camino Real, porque fue el trayecto de la Emperatriz Carlota en su visita a esta zona. La mayoría de sus 6 mil 500 habitantes se dedica al campo y al tejido se sombreros de jipi japa.
Para elaborar los sombreros y las artesanías, sus creadores trabajan en cuevas de Sascab (tierra blanca), ya que por la humedad que hay ahí, la palma se puede tejer.
Antes sólo producían sombreros, posteriormente fueron innovando y ahora en el catálogo hay diademas, abanicos, broches, pulseras, collares, tapetes y otros productos.
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En el caso de los sombreros los precios varían de los 200 a los 3 mil pesos. En el caso de las artesanías los precios son muy variados.
Elma aprendió desde muy pequeña a elaborar sombreros de jipi y después comenzó a hacer otros productos que le han permitido salir de la comunidad y venderlos en los mercados, bazares, ferias artesanales y otros foros.
"Yo voy a donde me invitan; antes de la pandemia íbamos al pueblo del maíz, en Cozumel, Mérida, Tabasco, ahorita no se puede, este año sólo estuvimos en el parque principal de Campeche en Semana Santa y no nos fue bien”, comentó.
Sus padres y sus hermanos se dedican al campo y a las artesanías, así que al caer las ventas la están pasando mal, como casi todos en la comunidad.
"Somos ocho en la familia que heredamos el oficio, somos de las generaciones en las que los antiguos nos enseñaron, porque eso era el patrimonio y nos lo heredaban", explica Elma, mientras elogia el trabajo de su mamá y evoca a su chichí (abuela en maya).
Relata que cuando está tejiendo, su imaginación surge y le da forma a sus artesanías. Asimismo, teje sus sueños y tiene fe en que la pandemia va a pasar pronto, así como también las adversidades.
Lourdes Balam Bass, presidenta de Creadores de Arte Popular A.C., advirtió que desde hace ya varios años la elaboración de sombreros y de artesanías de jipi está en jaque, porque en Campeche se desplomó la producción de la palma.
"Tenemos conocimiento de que hubo proyectos para producir la palma, se otorgaron recursos, pero fueron un fracaso", expuso.
Por ahora, con lo que traen de Tabasco los artesanos se están abasteciendo, pues las ventas se cayeron.
Antes de la pandemia, Elma vendió entre jueves y viernes de Semana Santa 3 mil 500 pesos y en la pasada temporada apenas consiguió 650.
Después de la crisis por la carencia de materia prima, vino la pandemia y con la baja afluencia turística y ahora por las lluvias, los artesanos no pueden trabajar en las cuevas.
¿Qué es el sombreo de jipi?
El jipi es una palma que mide ente entre uno y dos metros de altura. La primera vez que se fabricó un sombrero de este material fue en 1872, gracias a que el hacendado Juan García trajo un sombrero “panameño”, que en realidad es originario de Ecuador, el cual fue cotizado por la clase alta de la península y fue así que se empezó a producir.
El secreto del sombrero está en el rayado de la hoja, entre más fino, más suave, pero también más tiempo para tejerlo.
Se divide en cuatro categorías, una vez que la palma está rayada, se deshidrata en un horno por tres horas con carbón y azufre.
Para teñir la palma a fin de elaborar otros productos, se usan colores naturales.
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Una vez que están listas, entonces se procede al tejido, la mayoría tiene una cueva en casa para trabajar, sin embargo, por las lluvias que se registran prefieren no usarlas para prevenir algún accidente.
De acuerdo con información oficial, en 2017 la Secretaría de Desarrollo Rural (SDR) y Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) pusieron en marcha la siembra de la planta de jipi japa para los artesanos con una inversión de 300 mil pesos.
Sin embargo, dos años después, la Secretaría de Desarrollo Rural anunció que el proyecto se cancelaba por falta de presupuesto.
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Lourdes Balam Bass considera que estas decisiones no contemplan la importancia que representa el trabajo artesanal como pilar del patrimonio cultural intangible, sino también porque es una actividad comercial que está en peligro de desaparecer.
Elma lamenta que no se visualice ni apoye a los artesanos; sin embargo, dice que seguirá tejiendo sombreros y artesanías con la habilidad de sus manos y seguirá construyendo sueños, porque uno de ellos es que sus joyas hechas con jipi y las de sus hermanos mayas, no se extingan.
DMZ