La Comarca Lagunera enfrenta una crisis ambiental que desde inicios de la década de los setenta del siglo pasado se evidencia con precisión.
El principal problema es el agotamiento del acuífero seguido por la contaminación. La intoxicación con metales pesados del suelo y el aire, así como la depredación de los recursos naturales con objetivos fabriles ha sido el costo del desarrollo industrial.
Ambientalistas, historiadores y arqueólogos consultados por MILENIO, coinciden en la idea de que Torreón desde su fundación, ha sido una ciudad atípica que atravesó rápidamente el umbral del progreso al estar ubicada geográficamente en una zona estratégica para el desarrollo del comercio, que se apuntaló a través del sistema ferroviario.
Pero igual coinciden en que el eslogan empresarial de haber vencido al desierto retrata fielmente la depredación de los ecosistemas en La Laguna, hoy transformada en un páramo donde se perfora hasta más de mil metros bajo tierra para ubicar nuevas fuentes de agua, lo que garantiza la contaminación del líquido con altas concentraciones de arsénico.
La gente del desierto
En contraste, si se analiza el pasado, se afirma que las huellas que dejaron los primeros habitantes, cazadores recolectores, fue de nulo impacto ambiental pues éstos utilizaban los recursos y se movilizaban junto con las estaciones, permitiendo la renovación y el equilibrio.
No es aventurado afirmar que a la cultura del desierto se le desplazó tras el arribo de los conquistadores españoles, pues al llegar al Bolsón de Mapimí, que concentra lo que hoy llamamos Coahuila, Durango y Chihuahua, de acuerdo al doctor en historia, José Gustavo González Flores, los enfrentamientos con los nativos fueron intensos.
Los mismos habitantes, de acuerdo al historiador Carlos Manuel Valdés, eran llamados piezas y se les vendía y explotaba como esclavos.
“Torreón es una ciudad que surge en un contexto mexicano. La Laguna como tal es una región que fue de difícil acceso; en el periodo prehispánico había la nobleza del ecosistema, diferente al actual; había muchas lagunas y grupos nativos que iban y venían y que aprovechaban las temporadas, sobre todo el verano, para hacerse de los recursos que les daba la región, no sólo las plantas sino venados, patos, peces".
“Llegan los españoles y no se encuentran con lo que más buscaban que era la cuestión argentífera, oro, plata, pero lo que encuentran es que hay mucha población que no está acostumbrada a estar sometida. El intento de fundar pueblos, villas, y atraer a la población nativa, que les trabajaran para producir no funciona, y es bastante difícil el poblamiento de La Laguna porque a los indios no les interesa lo más mínimo su estilo de vida y comienzan a someterlos por coerción. Los nativos se ponen a la defensiva y es una zona que no termina por consolidarse”, comentó González Flores.
Sin embargo, el historiador dijo que con indígenas de origen tlaxcalteca se fundó El Álamo, hoy Viesca, y en paralelo instalan algunas haciendas españolas. Los conquistadores persistieron hasta que inició la guerra de Independencia. En el caso de los nativos, acotó, estaban bastante disminuidos, cansados en su intento de resistir, y se pertrecharon en el Bolsón de Mapimí.
“En el contexto de la revolución industrial surge lo que hará de Torreón un gran enclave, el sistema ferroviario. Se construye Torreón obviamente en un contexto industrializado… La forma de producir de los capitalistas, excesiva, de extracción de recursos, hace que Torreón surja y crezca y se convierta en muy poco tiempo, caso medio insólito, en una ciudad bastante importante porque está enclavada en una zona estratégica que incluso económica y demográficamente supera a la capital, Saltillo, durante mucha parte del siglo XIX y XX”.
González Flores dijo que alimentar a una ciudad en constante expansión con los recursos del semidesierto fue minando el entorno de la Comarca Lagunera, por la cual ya no circula el agua de río y hoy se debe perforar a mayor profundidad para extraer el agua. Además se sabe que el 70 por ciento del recurso se destina a la agroindustria y la crianza de hatos ganaderos.
Nuevos signos identitarios
Si se piensa en llevar un recuerdo de Torreón, los signos identitarios se encontrarán en los mercados donde se venden llaveros en forma de paca de algodón o se llevará una copia del uniforme del Santos Laguna.
Las expresiones identitarias van más allá de las marcas y los logotipos de las empresas, pero lo cierto es que además en La Laguna no existen comunidades indígenas originarias.
La arqueóloga Leticia González Arratia asegura que los habitantes no tienen por qué identificarse con alguna etnia pues en Torreón se observa la presencia de tarahumaras y hasta existe un asentamiento de mazahuas reconocidos como Los Nuevos Laguneros. Incluso, apuntó, los habitantes no son llamados torreonenses sino laguneros, denominación que acuñaron los jesuitas al intentar evangelizar a los nativos por vivir en las inmediaciones de las lagunas del Mayrán y de Viesca.
“Había agua porque no había presas que restringieran el paso del río Nazas o del río Aguanaval, aunque éste no tiene presa, aquí cerca, al menos; ya cerca de Zacatecas lo hay, una pequeña represa. Pero los españoles, abusivos desde nuestra perspectiva moderna, fácilmente convencían a los jesuitas, no sé si los convencían o simplemente salían a conseguir indígenas, y se los llevaban a trabajar a las minas de Zacatecas”.
Estas prácticas de dominación y explotación, junto a otros procesos sociales, exterminaron a los indígenas nativos y con ellos quedaron en el olvido sus lenguas y sus signos identitarios.
Pero si la historia se ubica miles de años atrás, González Arratia asegura que los cazadores recolectores cuidaban su entorno.
“Los cazadores recolectores en todo el mundo, no nada más los de aquí, conocen muy bien su medio ambiente porque tienen qué saber en qué estaciones, en términos también del clima, iban a estar disponibles los frutos, como las tunas o el maguey que procesaban, las pencas que cocinaban; todavía se pueden conseguir pencas de maguey en el mercado alianza, yo las he comprado porque es sabroso.
“Nosotros ahora sí tenemos opciones, pero no respetamos el medio ambiente; los cazadores recolectores por supuesto no tenían esa posibilidad de decir sí o no, tenían que sobrevivir con lo que el entorno les ofrecía”.
Esta visión es compartida por el arqueólogo Yuri de Rosa, quien actualmente realiza una investigación sobre los primeros exploradores del septentrión novohispano a finales del siglo XVI y hasta principios del siglo XVIII, destacando que el fin de la cultura del desierto se vislumbra a finales del primer siglo referido, entre colonizadores y grupos originarios, lo que generó nuevas formas y ciclos de aprovechamiento del espacio, el recurso y la expresión cultural.
No obstante insistió en que los cazadores recolectores tuvieron prácticas exitosas, lo que garantizó su presencia y permanencia en la zona al aprovechar al máximo los recursos que el desierto les brindaba, siendo una cultura altamente especializada y perfectamente adaptada, lo que garantizó su permanencia a lo largo de milenios. En tanto que, tras la llegada de los españoles, la explotación de las personas y de los recursos fue moneda de cambio.
“La larga permanencia en el tiempo de los grupos de cazadores recolectores nómadas en las regiones desérticas de norteamérica; debido al especializado y exitoso modo de vida de los antiguos pobladores, su forma de vivir y aprovechar los recursos desérticos, permaneció prácticamente sin cambios durante milenios".
“Los primeros contactos con los grupos nómadas de cazadores recolectores del Bolsón de Mapimí y los colonizadores, fueron con los exploradores, muchos de ellos también eran esclavistas y comerciantes de personas. Aunque ilegal en tiempos de paz en el Virreinato, era práctica común en el septentrión novohispano y más con los grupos nómadas”.
La lucha ambiental sigue
La explotación de los recursos por encima de la seguridad de La Laguna es algo que también los ambientalistas han destacado. Recientemente Prodefensa del Nazas, dirigida por Francisco Valdés Pérezgasga, celebró el proceso para una nueva área natural protegida, producto de la lucha en favor de la conservación.
Si bien esta asociación impulsó la creación del Parque Estatal Cañón de Fernández el 25 de abril de 2004, en el año 2021 debió emprender su defensa luego de que el gobierno federal anunciara que parte de las obras del proyecto Agua Saludable se ubicaría en el corazón de la reserva.
La organización promovió un amparo en contra de la obra al considerarla ilegal y un juez federal les otorgó una suspensión provisional, que luego fue ratificada, pero la presión que el gobierno federal ejerció al plantear hacer de Agua Saludable un proyecto de seguridad nacional, con implicaciones para los defensores, se impuso.
Esto obligó a un desistimiento público, pero los ambientalistas insistieron en la protección de los ecosistemas. En un acto de ecología política, Prodefensa del Nazas AC inició pláticas con la Conagua para llegar a un acuerdo que beneficiara a todas las partes. Así el 7 de octubre de 2021 se firmó un acuerdo entre el director general de la Comisión Nacional del Agua y el presidente de Prodefensa del Nazas AC.
Un punto medular del acuerdo fue que la Conagua promoviera ante la Semarnat la creación de una área natural protegida federal, llamada “Ríos y Montañas de la Comarca Lagunera”.
EGO