La crisis económica de 1994 dejó un rezago habitacional importante a nivel nacional. Fue durante los sexenios del 2000-2012 en que se crearon las Políticas Nacionales de Desarrollo Urbano y Habitacional que buscaron impulsar el desarrollo de vivienda social nueva por medio de apoyos financieros.
Con el antecedente de la Reforma Agraria de 1992 era posible convertir el suelo ejidal a propiedad privada, el mercado inmobiliario vio entonces una oportunidad de obtener grandes plusvalías transformando el suelo que antes mantenía un uso agrícola.
El resultado fue el de un boom de vivienda que terminó en cinco millones de viviendas abandonas, principalmente en las periferias, un desarrollo urbano fragmentado y una pérdida de suelo fértil que anteriormente significaba un sustento económico, paisajista e identitario para las ciudades mexicanas.
El consumo desmedido de suelo, es hoy en día uno de los temas más importantes relacionados con sostenibilidad urbana.
A pesar de que Torreón tiene un pasado económico agrario, actualmente gran parte de su suelo fértil ha sido consumido por el desarrollo urbano.
En el contexto metropolitano, Torreón es el municipio con mayor índice de urbanización.
Según datos reflejados en el Índice de Ciudades Prósperas de ONU Habitat, Torreón cuenta con un índice de urbanización de 96.5%, mientras que el promedio para toda la aglomeración urbana es de 88.5%. Esto nos indica que la población de Torreón es mayormente urbana.
Territorialmente Torreón tiene una extensión de 1,282 km2, dividido en dos polígonos, el polígono sur situado en la Sierra de Jimulco con una extensión territorial de 974 km2 y el polígono norte con una extensión territorial de 308 km2.
Por sus características topográficas y condiciones de suelo, el polígono norte es el que presenta mayor aptitud para el desarrollo agrícola, pero también urbano, por este motivo es en la periferia de este polígono en el que se crea un escenario de presión entre la proximidad urbana y el suelo fértil. Actualmente la mancha urbana abarca el 49.1% de la superficie total del polígono norte.
En las últimas cuatro décadas la mancha urbana de Torreón ha tenido un crecimiento de 3.04% anual, para el mismo periodo la tasa de crecimiento anual de población ha sido de 1.8%, ONU Habitat propone una relación de uno a uno entre estas dos tasas de crecimiento, para asegurar un consumo eficiente del suelo.
La falta de una planificación territorial, que tome en cuenta la importancia de la periferia urbana, ha resultado en una pérdida de relación entre la ciudad y el suelo productivo periurbano.
La periferia actual es un escenario de exclusión territorial y social, sin embargo, tiene grandes atribuciones al desarrollo sostenible ya que es también la interfase entre la ciudad y el medio natural.
Se caracteriza por albergar patrimonio natural, propiciar la recarga de mantos acuíferos, tener valor paisajístico y turístico y proporcionar seguridad alimentaria local. Todo esto se traduce en un escenario de oportunidades para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
La recuperación de la periferia productiva figura en una oportunidad para activar el desarrollo agrario periurbano. Con base en datos de INEGI, podemos observar el cambio en la relevancia de la agricultura en el desarrollo económico del municipio.
En el año 2018 la ENOE, registró que de la Población Económicamente Activa Ocupada, únicamente el 2.19% de los hombres y el 0.38% de las mujeres estaban laborando en el Sector Primario, conformando el 1.44% del total de PEA Ocupada.
Retomar la actividad agraria en la periferia supone un elemento clave para incentivar el desarrollo económico, social y ambiental, de esta forma se puede sustentar la protección de este territorio.
El Programa de Ordenamiento Ecológico Local, es un instrumento de política ambiental que tiene como fin regular el uso de suelo y las actividades productivas a nivel territorial.
Con la aplicación de ésta herramienta se puede mejorar la gestión y lograr un consumo más eficiente de suelo, para así recuperar el parque agrario y asegurar la sostenibilidad en el contexto urbano, pero también la recuperación de las identidades paisajísticas y económicas de nuestra región.