Cuando el chamanismo 'venció' a la medicina, lagunero relata como Pachita lo curó: "no me cobró ni un centavo"

Jesús Gurrola a sus 70 años, contó como en 1964 tras padecer unos síntomas cuyos doctores no daban alivio, aconsejado acudió a la medicina alterna.

Jesús Gurrola Viesca. | Especial
Antonio Ramírez
Torreón, Coahuila /

Las estrellas adornaban el cielo ya oscuro, la cita fue a las 8:00 horas del sábado pasado en un bar del Centro de Torreón, Coahuila, nubes grises amenazaban con precipitaciones, coincidentemente un pronóstico ad hoc para la entrevista en turno, una que envuelve misticismo y misterio. 

Jesús Gurrola Viesca a sus 70 de edad, serio y talante, relató para MILENIO que en 1964, tras padecer síntomas de una enfermedad que los doctores de la época no pudieron dar alivio, aconsejado acudió a la medicina alterna, sin imaginar entonces que a quien recurriría se trataba de la legendaria curandera, Bárbara Guerrero, más conocida como 'Pachita'.

"En aquella época tenía unos vecinos y alguno de ellos era dueño de un perro con el que mis amigos y yo teníamos contacto, lo acariciábamos, jugueteábamos con él, etc. Y un día, al jugar futbol, me tiré en el césped, de repente sentí el hocico del perro en mi oído, y al tratar de retirarlo, mis dedos fueron directo al colmillo", relató Jesús.

¿Cómo adquirió los síntomas de la enfermedad? 

Gurrola continuó contando que al pasar los días, se enteró por sus padres, el perro de dichos vecinos había muerto, presumiblemente de hidrofobia, por tanto, nos mandaron a todo el grupo de niños al Centro de Salud para una revisión. 

"Cuando tocó mi turno con la enfermera y les platicó el contacto que tuve, me dijo que me darían una cantidad de 30 inyecciones en el estómago", precisó Jesús.

Viesca contó que colateralmente también hubo un piquete de un mosco en el cuello, lo cual desató inflamación en dicha zona. Así mismo, destacó que mientras visitaba un rancho, sediento, un amigo le ofreció un vaso de agua, tras beberlo el amigo rompió en carcajadas anunciándole que, había bebido agua de donde toman los caballos. 

Puntualizó que en esa época había una epidemia de encefalitis equina y que habían muerto muchos caballos. 

"Días después, estando en la escuela, tras haber pasado todo lo anterior, en plena clase me empezó un dolor de cabeza terrible, al llegar a casa caí inconsciente, yo creo duré así un tiempo porque los días subsiguientes, a manera de flashes, recuerdo ver médicos, sueros, transfusión de sangre, veía gente tronándose los dedos, personas preocupadas", explicó.

Jesús platicó en aquel entonces los médicos estaban tratando el caso como un problema estomacal, descartando algún problema cerebral, "hasta que un médico de aquella época, solo había generales, dijo a lo mejor sería bueno una punción en la medula con líquido cefalorraquídeo y a ver si hay una patología... Me dolió muchísimo". Aseveró que detectaron una lesión en un lobulo del cerebro.

¿Cómo se enteró de la existencia de Pachita?

"En la primaria donde yo estudiaba, había un sacerdote, era consejero, era una persona de mucha confianza para mis papás, sabíamos que era originario de Guadalajara, y él tenia un problema en su columna por un accidente carretero. En aquel tiempo nos dijo que sabía de una curandera en el Distrito Federal, y que él estaba animado para ir a verla por su problema".

Gurrola contó que pasaron los días, el sacerdote se ausenta de la escuela, y cuando regresa, "déjenme platicarles", les dijo a mis papás, y procedió a contarles: "me recostaron boca abajo, sacó un hueso de mi espalda, no sé donde lo puso, y tomó de otra parte otro hueso muy semejante, y me lo puso en sustitución. La señora me dijo que me había cambiado la vértebra que había sido dañada en el accidente automovilístico" 

El hombre de 70 años explicó que contra todo pronóstico, al regreso del sacerdote, él comenzó a jugar futbol con los niños de la escuela, moviéndose y chutando el balón, mientras todos se cuestionaban a modo de cuchicheo, "¿cómo es que una persona que tenía tantos problemas en la espalda, adquirió de pronto esa destreza?".

"El sacerdote, tan cercano a la familia, aconsejó a mis papás llevarme con Pachita", comentó. 

El día que conoció a Pachita

"Llegamos al Distrito Federal (CdMx), a mi papá le habían dado el domicilio de esa curandera, recuerdo que buscábamos una calle de nombre 'Río Consulado'. Era cierto barrio de apariencia humilde, en una casa muy rústica, había mucha gente afuera esperando ser atendidos".

Previamente, Jesús explicó que el sacerdote había gestionado una cita, "mientras esperábamos, tuvimos la oportunidad mi papá y yo de platicar con la gente que esperaba afuera, entre la fila recuerdo había 3 personas que acudían de Torreón, Coahuila, como nosotros, uno de ellos era una persona que no tenía capacidad del habla, y otro era un muchacho en silla de ruedas, ellos entraron antes que nosotros. Había mucha incomodidad, no había dónde sentarse".

"De rato, el muchacho que no podía hablar, sale junto a quien yo creo era su padre, y se arroja con lágrimas a abrazar a la persona que lo acompañaba, no recuerdo si pronunciando palabras, pero quien llora emite un sonido que seguramente él antes no tenía esa capacidad. El muchacho que no podía caminar, salió por su propio pie, igual llorando". 

Llegó el turno del lagunero, contó que era un par de estancias que tenía que recorrer hasta entrar donde estaba la señora 'Pachita', "cuándo la conocí me pareció una persona ya mayor de edad, y me dijo, 'ahora si hijo, que bueno que te tocó', me preguntó si me había cansado, y luego me pidió que le explicara mis síntomas, y le conté toda la historia". 

"Me dijo palabras que yo a mi edad consideré que no correspondían a la boca de una persona a quien yo le veía poca preparación escolar, que yo le veía humildad, que yo le veía de alguna manera poco contacto social", agregó.

Explicó que la curandera lo recostó boca abajo, y con sus manos presionó su espalda de abajo hacia arriba, "así facilitaré el tránsito del líquido cefalorraquídeo". El lagunero detalló que la chamana presionó su espalda por varios minutos, y luego le dijo, "quiero que vayas a ese cuarto tras la cortina, que te acuestes y cuando te sientas diferente o mejor, me busques". 

"Un rato después, comencé a sentir, y lo digo textualmente, como lo percibí a los 10 años, cómo se salía de mi cabeza mucha mugre, como si hubiera empezado una higiene en mi cabeza, me hizo sentir a gusto, diferente, muy en paz y tranquilo, sin ninguno de los síntomas por los que había pasado. La busqué y le dije que me sentía mejor", contó. 
"Me dijo, 'ya te voy a preparar medicina homeopática, es un líquido, quiero que le des una cucharada 3 veces al día durante un mes o dos meses, es el complemento del tratamiento, en dos meses más yo iré a Torreón, voy a verte a ti y otras gentes, les voy a dar seguimiento', entonces ella dijo algo que me sorprendió mucho, 'no creas que voy a ir físicamente', lo real es que después de un rato yo salí de la estancia, mi papá estaba fuera junto a mucha gente, le explique que me sentía mucho mejor".  

El señor Jesús Gurrola Viesca explicó que con el pasar de los años jamás volvió a sentir la cabeza como la sentía antes de ir con Pachita.

"Ya era muy diferente, hubo en su momento cambios de medicamento, de tratamiento, hubo ajustes, en los cambios de edad, pero yo ya me sentía con un arma en mi poder que era no sentirme como antes, creo que me dio muchos elementos de alivio y bienestar el contacto que tuve con esa especial persona, que no me cobró ni un centavo", finalizó. 

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