A casi dos mil kilómetros de distancia de su natal Tegucigalpa, Honduras, Carlos recuerda con tristeza la familia que dejó atrás. De todas las cosas que tuvo que abandonar un día para salir de su casa para no volver, lo que más lamenta es no haber estado ahí cuando sus padres enfermaron y fallecieron.
Con una carrera en la política, de pronto se encontró en medio de una persecución por parte del partido oficial, que lo obligó a huir del país en 2017. El secuestro de uno de sus hijos y las amenazas de muerte lo llevaron a tomar la decisión de pedir asilo en México, y de tener una vida estable, trabajos, casa nueva, amigos, y familia, de pronto se encontró en un país desconocido, solamente con la ropa que llevaba puesta.
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Acompañado de sus dos hijos y su esposa, comenzó una vida nueva en el estado de Chiapas, donde enfrentó las carencias de una entidad donde las oportunidades de trabajo son pocas, sin embargo, el programa de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), les brindó la posibilidad de llegar a la Región Sureste de Coahuila, donde a cinco años, construyen una nueva historia.
“Yo tenía todo allá, acababa de comprar una casa, teníamos dos casas, teníamos un negocio, yo también trabajaba en una empresa privada, mis hijos estudiando, mi esposa también en el negocio, y prácticamente se deja todo, se deja la familia, los hermanos, los padres, se queda todo allá, y así en la forma en que yo salí de Honduras fue con la ropa que traía puesta, dejamos todo allá”.
Historias como la de Carlos hay muchas, miles, donde el trabajo entre las autoridades estatales, organizaciones civiles y la propia oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas en México, permiten que quienes se ven forzados a salir de sus países por cuestiones políticas, violaciones a los derechos humanos, violencia, o conflictos sociales.
De acuerdo a los datos de la organización internacional, tan solo el año anterior, cerca de 108.4 millones de personas, tuvieron que desplazarse de sus lugares de origen a causa de algún conflicto, persecución o violación de sus derechos humanos.
En México, se recibieron cerca de 118 mil refugiados en el año 2022, cifra que podría superarse este año, al tenerse un registro de 112 mil refugiados que han ingresado al país, según aseguró el jefe de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en la zona norte de México, Shant Dermegerditchian.
El representante de la organización, aseguró que en Coahuila no se presenta un incremento significativo en relación a la llegada de personas en calidad de refugiadas, ya que estas principalmente permanecen en los estados del sur del país, por ser esta frontera por la cual llegan procedentes de países de Centroamérica.
Shant Dermegerditchian afirma que a través de un programa de integración para personas refugiadas y sus familias, se busca ofrecer a las personas, la posibilidad de cambiar de residencia a otras zonas del país, donde pueden encontrar otras opciones laborales y de desarrollo.
“Con este programa de integración intentamos también brindar oportunidades para estas personas en otros lugares de México, para no tener una situación de congestión solamente en el sur, porque en el sur algunos estados también tienen temas difíciles económicos y también en términos de oportunidades de trabajo, un poco más de limites si lo comparamos con el corredor industrial de aquí del norte”.
Este programa, fue el que permitió que Carlos y su familia, viajaran desde Chiapas a Saltillo hace cinco años, donde al llegar, encontraron la vinculación con varias empresas y pudieron ser contratados de inmediato.
En Coahuila, según datos proporcionados por la ACNUR a la Secretaría del Trabajo, existen cerca de dos mil personas refugiadas que tienen un empleo formal, principalmente en la región sureste, donde se concentra el 90 por ciento de estos casos.
Shant Dermegerditn, afirma que a través de un programa de integración para personas refugiadas y sus familias, se busca ofrecer a las personas, la posibilidad de cambiar de residencia a otras zonas del país, donde pueden encontrar otras opciones laborales y de desarrollo.
“Con este programa de integración intentamos también brindar oportunidades para estas personas en otros lugares de México, para no tener una situación de congestión solamente en el sur, porque en el sur algunos estados también tienen temas difíciles económicos y también en términos de oportunidades de trabajo, un poco más de limites si lo comparamos con el corredor industrial de aquí del norte”.
Este programa, fue el que permitió que Carlos y su familia, viajaran desde Chiapas a Saltillo hace cinco años, donde al llegar, encontraron la vinculación con varias empresas y pudieron ser contratados de inmediato. En Coahuila, según datos proporcionados por la ACNUR a la Secretaría del Trabajo, existen cerca de dos mil personas refugiadas que tienen un empleo formal, principalmente en la región sureste, donde se concentra el 90 por ciento de estos casos.
Nazira Zogbi Castro, titular de la dependencia estatal, afirma que en su mayoría se trata de personas que llegaron desde Honduras y Guatemala, y que tras ser parte de este programa de integración, llegan directamente a la entidad para integrarse a la formalidad, principalmente en el sector de la manufactura.
La funcionaria estatal, aseguró que actualmente, son más los hombres refugiados los que trabajan en las empresas de la Región Sureste, sin embargo, las cifras podrían cambiar en los próximos meses, con la apertura de una guardería para que las mujeres refugiadas que tienen hijos pequeños, los puedan dejar en este lugar mientras trabajan.
Esta guardería, se construyó en un esfuerzo coordinado del Instituto Mexicano del Seguro Social, ACNUR y la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) Saltillo, y se espera que pueda ser inaugurada el próximo 26 de octubre.
El presidente de la organización empresarial, Eduardo Garza, aseguró que esta guardería surge tras varios años en que se ha tenido colaboración con la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, y busca garantizar que las personas que obtienen el reconocimiento de su condición de refugiados en México, no vean frenadas sus oportunidades laborales por no contar con un lugar seguro donde dejar a sus hijos, principalmente ante la falta de una red de apoyo familiar.
“Aquí estamos recibiendo muchos connacionales que vienen del sureste y del centro del país, y también recibimos a refugiados que quieran venir a trabajar e incorporarse a la sociedad, y ahorita que estamos necesitando mano de obra son bienvenidos, siempre que califiquen como refugiados”, afirmó Eduardo Garza.
Aunque en su mayoría, las personas refugiadas encuentran trabajo en el sector de manufactura, también hay quienes se integraron a trabajos dentro del ramo turístico y de servicios, según lo afirma el jefe de la oficina de ACNUR en el norte de México, Shant Dermegerditchian.
“Realmente son personas con intenciones de establecerse en un nuevo país, queremos que México sea un lugar que pueda recibir a estas personas, para que puedan empezar, que los niños y niñas puedan ir a la escuela, y los adultos puedan ir a trabajar”, afirmó Shant Dermegerditchian.
El jefe de la oficina de ACNUR en la zona norte de México, afirma que muchas personas refugiadas, han podido compaginar los estudios con el trabajo, lo que les brinda mejores oportunidades laborales. Esta situación va de la mano con uno de los aspectos principales que busca el programa, la integración de estas personas y sus familias a la comunidad a la que llegan, lo que permite una fusión cultural y que se genere un arraigo de pertenencia.
“Fortalecer el conocimiento, el entendimiento por parte de la comunidad local, eso es muy importante, saber porque esas personas están aquí, y están aquí realmente para ser parte de las comunidades, y no representan un problema, al contrario, pueden enriquecer aún más las comunidades donde están viviendo”.
Requisitos para el Programa de Integración para Personas Refugiadas y sus Familias
Para poder participar en el Programa de Integración para Personas Refugiadas y sus Familias, es necesario contar con el reconocimiento de la condición de refugiado, contar con residencia permanente y una Clave Única de Registro de Población, además de hablar español y que al menos un integrante de la familia sea mayor de 18 años.
El jefe de ACNUR en la zona norte de México, aseguró que aunque existen casos en que se dificulta la aceptación de las personas refugiadas por parte de los mexicanos, hay más historias positivas que negativas, además de señalar que al paso de los años, las familias de refugiados van estableciéndose en las comunidades y creciendo en número de integrantes, siendo los más jóvenes, voceros del éxito de estos programas.
“También para los propios miembros de sus comunidades, u otros miembros de sus nacionalidades, o sus familiares que han llegado a México, para decir que en México sí hay oportunidades, si puedes salir adelante, sus niños y niñas pueden ir a la escuela, a la secundaria, hay becas, hay servicios de salud, y por supuesto, los refugiados también tienen que hacer su parte, respetar el país donde se encuentran, las leyes, las costumbres también”.
Algo así como lo que cuenta Carlos, que al paso de cinco años, puede decir que casi ha pasado la página de ese duro momento en el que lo perdió todo, siendo la distancia con sus padres y hermanos, lo que más le duele.
“No pude darles el último adiós a mis viejos queridos, pero bueno, aquí estamos, ellos partieron, yo sé que ellos están bien, y para mí lo más importante es sacar a mi familia adelante y poder estar un poquito más estable de lo que ya estoy”.
Aunque su historia en Honduras no será lo que algún día soñó, en Coahuila ha empezado a escribir otra, no solamente con el establecimiento de su familia en la Región Sureste, sino con la llegada de su tercer hijo, el primero en nacer en tierras del sarape y el pan de pulque, como fruto de una familia que pudo vencer la adversidad y encontrar un hogar a miles de kilómetros de distancia.
cale