Simón Bolívar es una población más del semidesierto de Durango que padece los estragos de la sequía extrema al cumplir su tercer año consecutivo sin llover; su actividad principal es la agricultura de temporal y la ganadería extensiva.
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Sin embargo, el entusiasmo de sus pobladores es nulo cuando los pronósticos climatológicos no son nada alentadores y se perfila un fenómeno similar o peor al registrado hace una década.
Sin embargo, un escenario todavía más precario se vive en San José de Reyes, su única comunidad o villa dependiente de la cabecera municipal, donde la preocupación ya no es tanto para producir, sino para sobrevivir, pues los “pocitos” a cielo abierto que tienen en algunas casas y de la que se abastecen con mangueras y motobombas hasta cuatro o cinco familias, han bajado sus niveles, lo que propicia un riesgo inminente de subsistencia.
Como antecedente, pobladores comentan que antes aquello era un oasis en medio del desierto, ya que el agua brotaba del cerro al que le llaman “El Chorro” de ahí su asentamiento de las fincas en este lugar; sin embargo, relatan en voz de sus padres, que tras el sismo de 1985 en la Ciudad de México, algo pasó que en vez de agua clara brotó por varios días sólo agua negruzca y poco después el aforo disminuyó drásticamente.
Poblado seco en Durango
A esta población ubicada ya en los límites con el estado de Zacatecas, la única forma de llegar es a través de un polvoso camino de terracería de 46.9 kilómetros viniendo de Simón Bolívar, lo que implica un tiempo de 1 hora con 10 minutos aproximadamente.
Viajar hasta allá no es sencillo, pues no existe ningún rastro de vida, como tampoco gasolineras, ni tienditas, cuyo sinuoso camino deberá ser enfrentado con una buena camioneta 4x4 que ofrezca una suspensión segura para transitar el pedregoso camino.
La conectividad en San José de Reyes es nula, no hay señal telefónica, acaso energía eléctrica gracias a la cual pueden encender sus motobombas y con estas aparecen sobre techos y paredes de las casas las conexiones de las mangueras negras que son visibles al transitar por calles o caminos de esta población asentada entre cerros.
No se pueden permitir que haya “charcos” derivado de fugas, pues la poca agua que aún extraen de los “pocitos” es la única fuente de vida.
Miedo a la sequía
La amenaza de esta contingencia por la sequía extrema, como la califica la Comisión Nacional del Agua (Conagua), es latente, por lo que la población no sólo está preocupada por la actividad agrícola para la siembra de frijol en estas zonas de temporal, sino para hacer llegar el agua que comienza a faltar en las familias.
Miguel Ángel Hernández, director de Obras Públicas y hasta hace poco titular de Desarrollo Rural, expone que a partir de esta administración encabezada por el presidente municipal Sergio Cerda Moreno, se ofreció como promesa la posibilidad de contar con el suministro de agua permanente a la población de esta comunidad de más de mil habitantes y cuyos principales ingresos dejaron de provenir de su actividad agrícola, sino ahora subsisten con las remesas que mandan hijos y parientes avecindados en el estado de Carolina del Norte.
Apoyo de comunidad menonita
Explica que en la búsqueda de alternativas, acudieron a conocer un proyecto que les había resultado a los productores de la comunidad menonita de La Honda, en Zacatecas, quienes al padecer en 2011 y 2012 la grave sequía por la falta de humedades, registraron enormes pérdidas económicas en sus extensos campos de frijol, por lo que optaron por perforar pozos y de ahí extraer el agua e implementar sistemas de riego eficientes, con la diferencia que en vez de energía eléctrica, los echaron a andar con energía solar.
En el caso de Simón Bolívar, la intención tiene un doble propósito: extraer agua para consumo humano y dejar una parte para que los ganaderos salven a sus animales y evitar que mueran de sed. De esta forma, dijo que comenzaron la perforación de dos pozos que fueron localizados por “un varero”, en cuyo equipamiento con bombas sumergibles ejercieron una inversión de 1.5 millones de pesos en cada uno.
Recursos para mangueras
En un recorrido por el lugar, Erik Martínez Chavarría, Juez Municipal en San José, explica que ya probados en su aforo, ahora el siguiente paso es reunir los recursos económicos para adquirir la manguera de conducción de 2.3 pulgadas a base de caucho, lo que habrá de garantizar que no existen riesgos de quebrarse frente a temperaturas extremas o el paso de tractores o vehículos, por lo que del sitio donde se ubican los dos pozos habrán de hacer un rebombeo hacia un gran tinaco de 20 mil litros y de este se hará un segundo rebombeo en una longitud de 7 kilómetros hacia donde está el pueblo.
El funcionario explica que en este punto conocido como la Santa Cruz, se tiene ya instalado el megatanque y al lado ha colocado ya un tanque de abrevadero, donde el agua podrá compartirse para que los ganaderos y chiveros lleven a sus animales a tomar agua.
El reto aún no concluye, pues ahora esperan la ayuda del gobernador José Rosas Aispuro para que se les auxilie a través de la Comisión de Agua del Estado de Durango (CAED) con el dinero que falta para la compra de la manguera y la mano de obra compartida.
Forraje no salva a ganado
José Guadalupe Aguilar Cerda, presidente de la Asociación Ganadera Local en Simón Bolívar, dijo que las condiciones han pasado de mal a peor y cita como ejemplo su propio caso cuando de 70 vacas que tenía todavía el año pasado ahora solamente cuenta con 30, es decir, ha perdida el 60 por ciento de su hato debido a la alta mortandad que registra la región por tres años consecutivos.
Agrega que para sostener al hato ganadero de Simón Bolívar parece no tener alternativa, cuando no existen apoyos del gobierno federal y los que ofrece el gobierno estatal no son suficientes, pues se han comprado a la vuelta de un año más de 10 mil pacas de pastura y ya no cuentan con recursos que rindan para seguir sosteniendo el ganado.
Urge alimento
En tanto, refiere que los productores de forraje de la localidad al retirarles el gobierno federal vía Comisión Federal de Electricidad (CFE) el subsidio del 50 por ciento en el costo de la energía eléctrica de sus pozos de riego, optan por no seguir sembrando al asegurar que ya no les conviene, de ahí que el precio del forraje traído desde Zacatecas u otras regiones se fue “hasta arriba”.
Ramón Frayre Chavarría, ganadero de San José de Reyes, explica que la sequía comienza a mostrar su peor cara, ya que mientras que el año pasado se le murieron de 15 a 20 animales, ahora lleva contabilizadas 7 vacas que se le han muerto de hambre y de sed, por lo que llama al gobierno federal a enviar los apoyos que necesitan los productores para subsistir.
“Le pedimos ayuda al gobierno con alimentos, con maíces, suplementos para tener que llevar qué comer a las vacas, pues a la falta de lluvias no hay pastizales, ni tampoco les llega agua a los bordos de abrevadero”, dijo.
Asegura que con lo poco que tiene ahorrado compra maíz y pollinaza, pero no es suficiente, de ahí que se le están muriendo sus animales y todo viene a impactar en su economía de la que dependen sus familias. Recordó que en la última sequía de 2012 se vieron obligados a vender sus vacas en 500 pesos, cuando el valor de una vaquilla de engorda es superior a los 10 mil pesos, por lo que espera no volver a repetir ese episodio.
RCM