La historia de la denominada Perla de La Laguna está llena de pasajes de crisis económicas, sociales, ambientales y políticas que a 114 años de su fundación merecen un espacio para recordar.
Ya sean conflictos armados como la Revolución, pandemias globales, sequía, inundaciones y la violencia generada por el crimen organizado, los habitantes de esta comunidad han logrado trascender estos problemas y adaptarse conforme su realidad, pero a un alto costo.
“Los laguneros y torreonenses han tenido que adaptarse en ocasiones a las violencias que se vivieron y haciendo un recuento el más evidente fue la Revolución Mexicana, pues fueron muchas tomas las que se vivieron y si bien no ocasionó un colapso de la economía, sí dañaron los servicios, generó hambrunas y pérdidas humanas”, puntualiza el historiador Carlos Castañón Cuadros.
Indica que si bien el lado de la moneda más conocido de Torreón es que estos conflictos fueron heroicos no se toma en cuenta las consecuencias para su población que dejó un crecimiento económico ininterrumpido o sirvió como contexto de actos que dejaron pérdidas humanas de minorías.
“Esa fue la primera gran prueba de la ciudad y yo no diría que heroica, sino estoica porque fue capaz de reponerse al agravio y la violencia”.
El también director del Archivo Municipal “Eduardo Guerra” resalta que otro de los momentos clave para la Perla de La Laguna fue la epidemia de la influenza española en el otoño de 1918, cuando según los registros hemerográficos, al menos un millar de personas falleció víctima de la enfermedad y durante algunas semanas la ciudad fue un epicentro importante de contagios por su conectividad.
“Hubo otros periodos notables con pandemias y para los torreonenses la experiencia de la influenza española fue algo terrible porque diezmó la población de la ciudad al punto en que los cadáveres no cabían en el panteón y tuvieron que abrir una fosa”.
Otros problemas que se vivieron el siglo pasado estuvieron relacionados a desastres naturales, de forma concreta inundaciones y sequías que cobraron relevancia porque implicaron cambios en la dinámica económica de Torreón.
“Tuvimos una sequía de casi 10 años en la década entre la década de los cuarenta y cincuenta al punto de que hubo un replanteamiento de los torreonenses acerca de qué hacer y la antigua economía algodonera fue replanteada”.
En cuanto a los golpes a la integridad ciudadana está la inundación de septiembre de 1968 en que se desbordó el Río Nazas y dejó cientos de familias damnificadas.
En ese sentido, el diario La Opinión dio seguimiento a estos hechos entre el 14 y 20 de septiembre de 1968 y mostró la evacuación en las colonias Moderna, Esparza, Nazario S. Ortiz Garza, Felipe Ángeles, Eugenio Aguirre Benavides, Francisco Villa, Cuauhtémoc y Ampliación Los Ángeles. También hechos similares en las comunidades rurales de San Pedro de las Colonias y Francisco I. Madero que fueron las más afectadas.
“La inundación del 68 fue algo muy duro por el huracán Nahomi, pero los laguneros se unieron para apoyar a las personas desplazadas. Por ejemplo en la Guardería Infantil que está por el Bosque Venustiano Carranza se juntaron varias señoras de la ciudad para hacer tortas para llevarle a las personas tanto de Torreón, Gómez Palacio y San Pedro”, añade Castañón Cuadros.
De la violencia a la organización social
De manera reciente, Torreón y La Laguna vivieron una de sus etapas más violentas en la historia moderna por la disputa de grupos criminales entre los años 2007 y 2013, acontecida en un origen por la Guerra contra el narcotráfico emprendida en la administración federal de Felipe Calderón Hinojosa.
A lo largo de este periodo, los asesinatos, levantones y desapariciones fueron una constante. Las balaceras eran una práctica frecuente a toda hora y prácticamente ningún punto de la ciudad estuvo exento de estos hechos.
Con el paso de los meses la vida nocturna se apagó, pues después de tres ataques a centros nocturnos nadie quería salir de casa. Los nombres Ferrie, Las Juanas y la Quinta Italia Inn pasaron a la memoria de los torreonenses como una muestra del miedo que ocasionó esta temporada.
Sin embargo, la organización social vino a dar una respuesta a estos hechos como una manera de recuperar los espacios públicos arrebatados. Entre estos esfuerzos está Ruedas del desierto, colectivo ciclista que en mayo de 2011 comenzó a retomar las calles en parte como una respuesta al encierro obligado.
Poco después también pasó lo mismo con el colectivo Moreleando, de vuelta al centro. La organización civil comenzó a organizar en 2012 actividades para retomar la emblemática avenida Morelos en el primer cuadro de la ciudad e incluso consiguió presionar a la autoridad municipal para que en el corto plazo fuera iluminada.
Pero las agrupaciones que dejaron una huella mayor en lo que respecta a la defensa de los derechos humanos y las víctimas son los colectivos de búsqueda de desaparecidos.
En 2009 tras la ola de violencia que azotaba el norte del país surgió Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (FUUNDEC) y en 2013 nació Víctimas por Nuestros Derechos en Acción (VIDA). Desde entonces y hasta hoy mantienen un activismo constante para presionar a la autoridad en encontrar a sus seres queridos.
“Resaltaría dos aspectos relevantes ahí: el liderazgo de las mujeres y la respuesta que han creado ante los vacíos y ausencias, pues no esperaron a que las cosas sucedieran, sino que salieron a poner manos a la obra. Estas manifestaciones son heroicas porque se juegan la vida en ocasiones”, refiere el historiador Carlos Castañón Cuadros.
Al respecto, la socióloga Tanía Díaz Chávez opina que en la historia de la Comarca Lagunera y Torreón la organización social representa uno de los rasgos más importantes para sobreponerse a adversidades, aunque eso no significa que las problemáticas estén resueltas.
“Nuestra sociedad ante los sucesos y la realidad que nos ha tocado enfrentar se conjuga en varios escenarios, principalmente dos: uno de ellos que el resultado resiliente ha sido organizarnos como lo han hecho quienes buscan a sus desaparecidos, las mujeres que están en la defensa de sus derechos y los ambientalistas”.
Destaca la necesidad de que la sociedad torreonense haga memoria de los hechos que si bien no han sido alegres, nos permitirán evitar su repetición al tener una mayor conciencia.
“Es indispensable que en la Comarca Lagunera tengamos conocimiento de la historia, pues aunque suene trillado no conocerla nos condena a repetirla”.
Puntualiza que la adaptación de frases como vencer al desierto nada más vienen a dar un sentido a un avance económico, pero se deja de lado que más que superar algo la sociedad se adapta a un entorno ambiental.
“Es necesario conocer cómo se han venido forjando estas realidades y dignificar la memoria por todas aquellas personas que ya no están, pero que merecen ser nombradas y recordadas”.
EGO