Despertar en Palenque
“Chan-Kah” es un eco-hotel ubicado en la entrada de la zona arqueológica de Palenque, Patrimonio Cultural de la Humanidad. Nada como abrir la ventana y encontrarte con un pequeño y simpático habitante de la selva llamado sereque (parecido a una ardilla). Puedes observar desde la terraza de tu cuarto una gran variedad de aves y flores; el sonido del río que atraviesa el hotel y más tarde darte un chapuzón en una de las cuatro albercas “estilo laguna” que hay en Chan-Kah, o bien hacer cita en el spa o el temazcal. El plato fuerte es Palenque: al entrar escucharás los aullidos de los monos saraguatos. Nos contó el guía Laureano Arcos que la mayor parte de Palenque sigue debajo de la selva. Y para que tu experiencia sea completa termina tu día en el restaurante familiar Bajlum –jaguar en chol–, donde los dueños Hilda Limón y Francisco Álvarez rescatan los sabores de las cocinas maya y prehispánica. No te pierdas los tacos de arrachera de venado en tortillas de maíz con yuca, acompañados de jitomates y cebollines silvestres, el lomo de conejo con salsa de hierbas de la selva y un delicioso puré de camote; o bien, el guajolote en salsa de chocolate y nucú (hormigas); y de postre, un flan de yuca y una taza de “Ash” o Ramón, una infusión de sabor amargo.
2. Vida lacandona
El centro ecoturístico Nahá cuenta con cabañas ecológicas, servicio de restaurante, sala audiovisual, internet y servicios de guías locales. Entre las actividades que puedes hacer está el senderismo, la observación de aves y por supuesto paseos en cayuco –canoas que se hacen con caoba–, y si tienes suerte podrás ver cocodrilos. También puedes visitar las parcelas lacandonas y la cascada que está a una hora a pie.
Nahá es una pequeña comunidad inmersa en un área natural protegida y ubicada en la porción norte de la selva Lacandona. Mientras caminábamos por el sendero el guía, Alberto, me dijo los nombres en maya de algunas de las especies que habitan en la laguna: “tortugas, mojarras o chacra, tzá o tenguayaca, e imix o cocodrilos” Nunca hay que salirse del sendero y hay que ir pendiente de las nauyacas, serpientes venenosas de la región, por eso es muy importante siempre ir con el guía.
Otro de los grandes atractivos de Nahá es la laguna de Metzabok, donde se pueden visitar las pinturas rupestres y la tumba de los dioses. Por desgracia ya sólo queda un chamán en la comunidad: Don Antonio.
3. Clases de biología
Llegamos al atardecer, cuando la laguna estaba repleta de garzas y nos recibió un grupo de jóvenes con una deliciosa cena. El Centro Ecoturístico Santuario de Cocodrilo Tres Lagunas está ubicado en la reserva de la Biósfera Montes Azules. Eduardo Chankin, uno de los administradores del hotel, dijo que: “No queremos que las actividades del turismo afecten al hábitat de los animales y podamos seguir respetando la laguna, los cocodrilos y a todos los animales en general que llegan a la laguna… Esto es parte de la misión del centro ecoturístico.”
A un par de kilómetros se encuentra el sitio arqueológico Bonampak. Pero definitivamente una de las mejores experiencias es recorrer los senderos interpretativos del parque Lacanjá con Victor Chambor, que además de explicar todos y cada uno de los seres vivos que habitan en “su sendero”, te protege de cualquier animal venenoso, como la nauyaca, aunque nunca apareció un ejemplar durante el recorrido. Víctor nos fue mostrando árboles como el Canxan, el “Matapalo” –una árbol estrangulador; nos explicó como los murciélagos reproducen los Matapalos; las termitas se comen la madera y el oso hormiguero se come las termitas. Vimos la hermosa Cascada Corcho Negro y al final del recorrido nos echamos un chapuzón en el Cenote “El baño del emperador”, vimos las huellas del tapir y escuchamos cantar al tucán; y por último abrazamos una gran ceiba.
4. Hospitalidad ejidataria
Canto de la Selva es un oasis en la selva tropical húmeda, ubicado frente a la reserva de la Biósfera de Montes Azules, a las orillas del caudaloso río Lacantún. El hotel está manejado por los miembros del ejido Galacia y cuenta con 34 socios. Don Juan y su familia llevan cuidando la selva Lacandona durante 40 años. “Este centro ecoturístico se construyó para conservar los recursos naturales y la fauna de Montes Azules, como el jaguar, el tapir, el armadillo, el tepezcuintle, temazate, monos, pecarís y guacamayas rojas, entre otros… Pero necesitamos más visitantes”, dijo.
El hotel cuenta con 14 cabañas estilo rústico, muy confortables, cada una tiene una terraza y vista a la selva. Uno de los atractivos del lugar es visitar el mariposario y para cerrar con broche de oro puedes recorrer el río Lacantún en kayak y visitar la estación de monitoreo Chajul, donde los biólogos mexicanos estudian la preservación de la selva y sus habitantes.