El festival del Alebrije en Huatulco realizó su edición 2019

Viajes

Lleno de color y magia, este festival es una fiesta con todo el folklore oaxaqueño.

El Festival del Alebrije se lleva a cabo cada año en el Hotel Dreams Huatulco Resort & Spa.
Paloma Maya
Huatulco, Oaxaca /

El legado artístico, culinario y cultural de Oaxaca es fusionado cada año en el Festival del Alebrije, un evento que hace homenaje al estado de las ocho regiones y en donde el arte mexicano es el protagonista del festejo.

Figuras fantásticas llenaron el hotel Dreams Huatulco Resort & Spa en lo que fue la quinta edición de una de las fiestas artesanales más importantes de Huatulco, en donde se reunieron artistas, maestros artesanos y reconocidos chefs oaxaqueños, que dan cátedra sobre sus técnicas y sabores ancestrales.

Aunque los alebrijes surgieron en el Barrio de la Merced, la vida y obra del Pedro Linares sigue latiendo en cada rincón de México, desde aquel sueño donde vio en un bosque una clase de criaturas conformados con partes de otros animales que le decían solo una cosa: “¡Alebrijes!” . En Oaxaca, estas míticas criaturas son talladas en madera de copal y pintados a mano de manera llamativa y con múltiples colores alegres, haciéndolos únicos e irrepetibles.

Además de resaltar la importancia de los alebrijes en la cultura mexicana, este festival busca apoyar la economía de artesanos oaxaqueños especializados en técnicas tradicionales, brindándoles un espacio para promover sus tradiciones y su mercancía entre los huéspedes del hotel y visitantes, ya que es un evento abierto al público.

“Este festival significa una oportunidad de compartir con personas orgullosas de sus raíces y tradiciones; es un espacio para exponer nuestro arte... arte que expresamos con nuestras manos, pero nace del corazón”, dijo Claudia Santiago, artesana y diseñadora participante en el festival.


Conferencias y talleres

El ciclo de conferencias comenzó con “El traje de Tehuana de 1900 a 2019”, impartida por el maestro artesano Gilberto Martínez Fabián quien por más de 20 años se ha dedicado a la confección de estos trajes, así como a la investigación de la historia de las prendas.

“El traje de Tehuana convierte a una mujer en reina; aquellas manos mágicas de las mujeres que nos obsequiaron esos trajes que aún existen y necesitamos rescatar para que no se pierdan, por eso le hemos dado un nuevo aire”. El nivel de profesionalismo de Martínez Fabián es tal, que se encargó de la restauración de las enaguas de Frida Khalo.

Por otro lado, el modelado del barro negro se hizo presente con el maestro Carlo Magno, proveniente de una familia dedicada a la producción artesanal de esculturas hechas en este material en la localidad de San Bartolo Coyotepec, Oaxaca. “Hay dos cosas que distinguen al mexicano: su admiración por las flores y su pasión por la muerte”, explicó.

Chiapas y Puebla fueron los estados invitados para esta edición, y entre sus exponentes estuvieron el artista plástico Daniel Paredes con la ponencia “Barro policromado”, y María de Jesús Cervantes con “Textiles tradicionales e indumentaria chiapaneca”.

Edgar Jahir Trujillo presentó “el profundo azul del añil”, una conferencia donde da a conocer todo el proceso para recibir esta planta para convertirse en un pigmento. “Mi obra habla de esa realidad social y cultural que habita en mi tierra. Lo que muestro en mis obras con el azul añil es un legado ancestral para revalorar esas técnicas primigenias, ya que lo importante es que ese conocimiento se extienda y por medio del arte vuelva a teñir al mundo”, dijo Trujillo.

La mejor gastronomía

Este año, los representantes de la cocina oaxaqueña fueron los chefs Hoshimar Vázquez, de La Azucena Zapoteca; Miguel Angel Mijangos, de Ancestral, y Sergio Calderón Latasa, chef y gerente general de alimentos y bebidas del hotel anfitrión.

El equipo de cocineros de La Azucena Zapoteca presentó una cena de cuatro tiempos, que comenzó con una delicada ensalada tibia de comal, que representaba el valor del campo en la cocina oaxaqueña. El segundo plato fue una sopa campesina de pollo con calabacitas, elote y champiñones; el plato fuerte fue vestido con un mole coloradito mar y tierra, acompañado de arroz de chepil.

Para cerrar con broche de oro, se hizo presente en las mesas un pastel de chocolate oaxaqueño bañado con salsa de cacao y ahumado con semilla de copal. En entrevista con MIlenio Viajes, el chef Hoshimar relató por qué este postre es especial: la salsa de chocolate de cada uno de los platos fue elaborada en metate. Para esto, los metates se dejaron al sol por varias horas y al moler el cacao también estuvieron en contacto con el fuego para que la salsa se sirviera completamente líquida y así bañar el delicioso pastel.



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