El que al mundo vino y no toma vino, ¿a qué vino?, dice aquella frase famosa atribuida a Bernardo Piuma, quien es y será recordado por su afición a esta bebida vinícola, la cual ha estado presente en cualquier mesa durante momentos de duelo y festejo.
Con fechas en puerta como Navidad y Año Nuevo, la cena será un platillo cúspide en un año excepcionalmente difícil. Por ello, si la salud y la economía lo permiten, el encontrar el maridaje adecuado es el acento perfecto en cualquier noche de celebración en familia.
La técnica del maridaje
Aunque en la mayoría de las mesas se sirve vino con la comida, siempre existe la duda de cómo elegir la mejor botella para resaltar los sabores de los platillos y en ocasiones, la búsqueda nunca termina.
Según el sitio especializado altonivel.com, “el maridaje es el arte de crear un matrimonio entre la comida y el vino: lograr que se integren y, al momento de tomarlos en forma simultánea, crear una experiencia única y muy agradable en el paladar. Aunque existe mucha teoría e investigación al respecto, el maridaje se simplifica a una sensación que al comensal le genere placer”.
Lo dicho por enólogos y sommeliers, es que los alimentos altos en grasa o condimentados deben ser acompañados por un vino de barrica, los cuales son los que en la etiqueta llevan las palabras crianza, reserva o gran reserva. Esto para mantener en el paladar.
Aunque no sea una regla estricta, se sabe que los pescados y mariscos generalmente son servidos junto a vinos blancos. Por ello, el bacalao, platillo popular para cenas de fin de año, es un sabor tan fuerte que no es opacado ante la presencia del vino tinto producido en barrica.
Para Navidad
Si ya ha decidido el camino tradicional, el pavo navideño, según expertos, puede sazonarse durante su cocción cubierto de vino blanco y la misma bebida empata a la perfección una vez que el platillo está en la mesa.
Ahora bien, si, por el contrario, se planea una cena con sabor más fuerte, para ello es recomendable comprar vinos con mucho cuerpo, lo cual se traduce a un gran contenido en alcohol, y que además contengan sabores a cuero, madera y humo, para lograr un balance entre especias.
Sitios especializados comparten para el tiempo de postre, los vinos dulces como el de Jerez u Oporto son los mejores aliados.
Al igual que en sabores ligeros, para frutas o cremas, los vinos blancos son los mejores, ya que da un dulzor muy peculiar que va muy bien.
Mesa de quesos
Como se ha visto en redes sociales, las tablas de quesos son el nuevo pasatiempo para muchas personas. En perfiles de Instagram se encuentran composiciones ingeniosas con bayas, aceitunas y mermelada.
El rey de todos los ingredientes es el queso, ideal para disfrutar con un buen vino.
Estos dos alimentos son el reflejo del sitio donde se elaboran. En el caso de los quesos, el paisaje y el clima determinan qué animales lecheros prosperarán, la diversidad de pastos y ese característico sabor del lugar.
Maridaje perfecto
Vinos y carnes rojas
- Carnes grasas: Vinos tintos de variedades intensas, con paso por barrica. Malbec, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Bonarda, Petit Verdot y Tannat.
- Carnes magras: Tintos con leve paso por barricas y variedades con taninos medios o escasos. Pinot Noir, Merlot, Tempranillo (Argentina) y Sangiovese.
Vinos y carnes blancas
- Pollo y cerdo: Vinos tintos con leve paso por barricas (Pinot Noir, nuevamente, un comodín). Pueden ir muy bien Malbecs jóvenes o Cabernet Sauvignon modernos. Entre las blancas, las variedades ideales son Chardonnay (pequeño paso por madera), Viognier o Semillón.
Vinos y pescados
- Pescados grasos: Vinos blancos con prolongado paso por barrica (Chardonnay, Viognier, Semillón) o tintos ligeros (Pinot Noir, Merlot).
- Pescados magros: Vinos blancos ligeros, frescos, frutados (Sauvignon Blanc, Torrontés, Tocai Friulano).
CALE