En el límite de un territorio peligroso, unos 30 individuos que participan en una patrulla fronteriza suben a una colina rocosa para realizar un reconocimiento. Al percibir el ruido de adversarios demasiado cerca, la tropa se retira. No hay razón para arriesgarse a luchar con las probabilidades en contra.
Es un escenario que se ha desarrollado innumerables veces en la historia de las guerras entre hombres. Pero en este caso, no se trataba de personas, sino de chimpancés en el Parque Nacional de Tai, en el suroeste de Costa de Marfil, la mayor zona protegida de selva tropical de África Occidental.
Los autores de un estudio divulgado el jueves declararon que han documentado el uso táctico del terreno elevado en situaciones de guerra mientras observaban a diario dos comunidades vecinas de chimpancés salvajes occidentales en el parque nacional africano durante tres años.
De acuerdo con los investigadores, el informe registra por primera vez el uso de esta antigua estrategia militar humana por parte de los parientes vivos más cercanos de nuestra especie.
"Demuestra sofisticadas habilidades cognitivas y cooperativas para anticipar dónde y cuándo ir, y para actuar según la información recopilada de forma segura", dijo Sylvain Lemoine, antropólogo biológico de la Universidad de Cambridge y autor principal del estudio publicado en la revista PLOS Biology.
Según Lemoine, la violencia entre grupos es omnipresente en los chimpancés. En ocasiones se producen escaramuzas en zonas fronterizas superpuestas.
"Los chimpancés compiten por el espacio, que abarca los recursos alimentarios. Los territorios extensos son beneficiosos porque reducen la competencia dentro del grupo, y las tasas de reproducción de las hembras aumentan en los territorios grandes", explica Lemoine.
Los dos grupos vecinos observados eran de tamaño equivalente, entre 40 y 45 individuos, con unos cinco o seis machos adultos y entre 10 y 13 hembras adultas, siendo el resto adolescentes, jóvenes y bebés. Según los investigadores, los machos son siempre dominantes sobre las hembras.
"Los chimpancés son extremadamente territoriales. Realizan patrullas fronterizas periódicas, en las que los individuos vagan por la periferia de su territorio de forma muy coordinada y cohesionada", explicó Lemoine.
"Participan en encuentros intergrupales violentos, peligrosos y estresantes", que incluyen intercambios vocales a distancia, contactos visuales o contactos físicos con peleas, mordiscos y persecuciones. "Los asesinatos son frecuentes y las víctimas pueden ser de todas las edades", añade.
Subir a las colinas no mejora necesariamente la detección visual de los rivales, sino que ofrece mejores condiciones acústicas para detectar a los adversarios por el sonido.
"Las cimas de las colinas están cubiertas de vegetación y no ofrecen buenos puntos de observación", explica el experto.
Los chimpancés y los bonobos, estrechamente emparentados, son las especies más cercanas genéticamente a los humanos, ya que comparten alrededor del 98.8 por ciento de nuestro ADN. Los linajes evolutivos de los humanos y los chimpancés se separaron hace entre 6.9 y 9 millones de años, según un estudio publicado en junio.
Leomoine señaló que estudiar el comportamiento de los chimpancés puede ayudarnos a comprender nuestra propia especie.
"Podemos entender mejor de dónde venimos y qué nos hace humanos. También nos enseña lo que tenemos en común con nuestros parientes vivos más cercanos, lo parecidos que somos a los animales salvajes y que sólo nos diferenciamos de nuestros primos en grado y no en naturaleza", añadió.
SNGZ