El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, acaba de iniciar una batida contra el mercado negro, el más surtido, organizado y caro de la isla, que suele tener en el predominante sector estatal su principal fuente clandestina y estable de suministros.
La batida fue aprobada en la última reunión del gobierno encabezada por Díaz-Canel, ante la incapacidad del sector productivo de responder a la demanda nacional, en medio de una inflación sin precedentes y escasez generalizada, en un país habituado a repartir poco entre muchos.
“A mí me parece muy bien, porque esto no hay quien lo aguante si tú tienes una pensión de mil 500 pesos y 20 huevos te cuestan en ese mercado más de mil 700, y una tiene que acudir a él porque lo que dieron este mes por la libreta (cartilla de alimentos a precios subvencionados) fueron cinco huevos por persona”, dice a MILENIO Rafaela González, maestra jubilada de 67 años.
En tanto, Roberto Meneses, 45 años, arquitecto, tiene otra visión. “Era necesario, pero no es nuevo, porque nunca se ha podido acabar con ese mercado y me parece que hacerlo ahora es sobre todo un golpe de efecto, cuando estamos llegando a fin de año y no hay ninguna respuesta productiva tangible de parte de quienes tienen que producir”.
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Con 10 años de atraso desde su aprobación, el gobierno cubano acelera un paquete de reformas al esquema nacional de producción y servicios, dando espacio a los negocios privados y a las cooperativas, pero el Estado mantiene el control del comercio.
“Si en estos momentos de crisis, cuando casi no hay nada para vender, ni papel higiénico (sanitario) desde hace meses, y usted es administrador de una tienda (estatal), ganando un salario de miseria y con los mismos problemas de desabastecimiento que los demás, usted tendría que ser muy consciente para no reservar productos y ponerlos en el mercado negro, y eso lo sabe aquí todo el mundo”, comenta Segundo F, quien fuera separado de su cargo en la administración de comercio.
De ahí que hasta el oficial diario 5 de Septiembre, tras elogiar la batida, apuntara que “la investigación no puede concluir con el decomiso de los productos sustraídos en casas almacenes o en plena vía pública. Hay que seguir el rastro del dinero y llegar hasta quienes suministran o permiten el desvío de esas grandes cantidades de mercancía.
La “Operación Maceta”
“En los ochenta del siglo pasado fui testigo excepcional de una batida a la delincuencia que había logrado poner en jaque a las autoridades. Tal vez la Operación Maceta (así se le decía a los nuevos ricos) despierte la memoria. Fueron aquellos sonados casos del administrador de la heladería Ward, que con media bola servida estuvo a punto de convertirse en millonario y casi en militante del Partido Comunista; creo recordar que 15 mil o 20 mil pesos (se pagaba) por el carné”, rememora el reconocido cronista Aurelio Pedroso.
En aquella década, los cubanos ni imaginaban la crisis que los pondría bajo apagones de 16 horas diarias en los años 90 por la desaparición del Campo Socialista europeo, su principal aliado entonces, ni la que padecen ahora a causa de las sanciones económicas incrementadas por Estados Unidos y el arrastre durante décadas de una estructura económica burocratizada e ineficiente.
Multas y decomisos
Hasta ahora, el gobierno solo ha informado de multas y decomisos en las redadas que tienen lugar en La Habana, mientras fuentes independientes hablan de por lo menos 50 detenidos en esos operativos.
La ofensiva sigue su curso, incluso contra grupos que ofertan sus productos vía internet desde hace años, sin molestia alguna y a precios disparados, y contra enjambres de personas que controlan las extensas filas de consumidores ansiosos para adquirir cualquier cosa, que han convertido la práctica de comprar y revender más caro en su forma de vida.
DMZ