El acuerdo que lograron seis potencias mundiales con Irán para impedir que la nación persa fabricase armas nucleares se consideró una victoria de la diplomacia en un mundo que enfrentaba guerras en Oriente Medio, las amenazas de Corea del Norte y tensiones con Rusia. Pero, ahora hay pocos motivos para celebrar el primer aniversario de ese pacto que entró en vigor el 16 de enero de 2016.
Ese día, EU, Reino Unido, Francia, China y Rusia, es decir el Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania (el llamado Grupo 5+1), acordaron abandonar las sanciones impuestas a Irán a cambio de restricciones a largo plazo en las actividades nucleares de Teherán.
Desde entonces, la elección de Donald Trump como presidente de EU, la prolongación del mecanismo de sanciones en EU y la falta de beneficios económicos visibles en Irán han hecho surgir dudas sobre el futuro del acuerdo.
Donald Trump, que asume la presidencia el 20 de enero, dijo en 2016 que quería "desmantelar" el pacto, pero después aseguró que iba a renegociarlo. En su opinión, da demasiados beneficios económicos a Irán, mientras permite al país expandir su programa nuclear transcurridos 15 años.
Aparte de la incertidumbre que rodea la política de Trump, el primer aniversario del acuerdo se ha visto ensombrecido por la reciente prolongación de las sanciones a Irán otros 10 años.
A principios de diciembre, el Senado de EU decidió prolongar esas medidas que prohíben inversiones importantes en Irán. Las sanciones a largo plazo han sido suspendidas a través de órdenes ejecutivas, pero estas requieren ser prolongadas, lo que da a Trump mucha fuerza en las negociaciones con Teherán.
En respuesta a todo ello, la república islámica activó las consultas que forman parte de los mecanismos del acuerdo nuclear para resolver las disputas entre Irán y las seis potencias.
"Claro que no es una ley muy favorable" al acuerdo nuclear, "pero así es la vida", dijo el enviado ruso Vladímir Voronkov, reflejando la percepción que existe entre las potencias implicadas en el pacto de que poco se puede hacer al respecto.
El secretario de Estado designado por Trump, Rex Tillerson, en su visita de confirmación el miércoles en el Senado dejó entrever lo que podría suceder: propuso conversaciones nucleares para impedir que Irán enriquezca uranio o almacene material nuclear, incluso después de que expiren los plazos propuestos en el actual acuerdo.
Pero la principal preocupación iraní no se refiere al tema nuclear. La amenaza de las sanciones de EU y la incertidumbre sobre los planes de Trump mantiene a los potenciales inversores extranjeros fuera de este país rico en petróleo y del mercado que suponen sus más de 80 millones de habitantes y el gran impulso económico que el presidente Hassan Rohani había prometido aún no ha llegado.
Antes de los comicios de mayo, en los que Rohani busca una reelección, los opositores seguidores de la línea más ultraconservadora ya dan por fracasado el acuerdo nuclear ante la falta de beneficios económicos palpables.