Ruth Bader Ginsburg, la jueza de la Suprema Corte de Estados Unidos falleció este 18 de septiembre debido a complicaciones de su cáncer de páncreas, pero es considerada como una de las mayores defensoras de los derechos de las mujeres en Estados Unidos, convirtiéndose en la segunda jueza en la historia en ser nombrada.
Cuando la corte estaba en sesión, a menudo tenía la cabeza gacha, lo que a veces hacía que los visitantes pensaran que estaba dormida. Una vez reconoció que ocasionalmente se quedaba dormida. También confesó haberse dormido durante un Estado de la Unión, el informe que presenta el presidente estadunidense.
Pero fue un error equiparar su forma de andar y su mirada con fragilidad, ya que Ginsburg mostró una y otra vez una resistencia férrea ante la pérdida personal y los graves problemas de salud que hicieron de la diminuta neoyorquina una destacada defensora de los derechos de las mujeres y una presencia contundente en la corte durante 27 años.
Mujer, judía y madre, los impedimentos contra Ruth Bater Ginsburg
Ginsburg, nacida en Brooklyn, Nueva York, en 1933, sirvió en la corte durante 27 años. Fue la segunda hija de una familia de clase media. Su hermana mayor, que le dio el apodo de "Kiki" de toda la vida, murió a los 6 años, por lo que Ginsburg creció en la sección Flatbush de Brooklyn como hija única. Su sueño era ser cantante de ópera
En 1956, comenzó a estudiar derecho en la Universidad de Harvard, sólo ocho mujeres compartían pupitre con 500 hombres y, en la profesión jurídica, la representación femenina se limitaba al 3 por ciento, recuerda en su biografía "My Own Words" ("Mis propias palabras").
Ginsburg se adentró en un mundo reservado para los hombres y se topó con muchas dificultades. Se mudó a Nueva York en 1958 y, cuando ese mismo año se graduó como primera de su promoción, ningún bufete de abogados la contrató por el mero hecho de ser mujer, judía y madre.
Se concentró en el mundo académico y comenzó a dar clases en la Universidad de Columbia para unos años más tarde, en 1972, ser una de las fundadoras del Proyecto de Mujeres de la Unión para las Libertades Civiles en América (ACLU), cuyo objetivo era cambiar las leyes para garantizar la igualdad efectiva entre hombres y mujeres.
Ginsburg, una judía que apelaba a la razón
Ginsburg tenía un afecto especial por BLouis randeis, el primer judío nombrado para el tribunal superior. Fue la segunda mujer de la corte y su sexta juez judía. Con el tiempo, se le unieron otros dos judíos, Stephen Breyer y Elena Kagan, y otras dos mujeres, Kagan y Sonia Sotomayor.
Ambos desarrollos fueron quizás impensables cuando Ginsburg se graduó de la facultad de derecho en 1959 y enfrentó el triple fantasma de buscar trabajo como mujer, madre y judía. Cuarenta años después, notó que la religión se había vuelto irrelevante en la selección de los magistrados del tribunal superior y que el género iba en la misma dirección, aunque cuando se le preguntó cuántas mujeres serían suficientes para el tribunal superior, Ginsburg respondió sin dudarlo: "nueve . "
Cuando Ginsburg comenzó su trabajo en los años sesenta, la Corte Suprema nunca había invalidado ningún tipo de regla basada en el sexo. Peor aún, había rechazado todos los desafíos a las leyes que trataban a las mujeres peor que a los hombres.
Ginsburg siguió el enfoque de Thurgood Marshall, el juez que defendió a la comunidad afroamericana para otorgarles derechos como a la población blanca estadunidense, para promover los derechos de las mujeres, a pesar de algunas diferencias importantes entre la segregación y la discriminación de género.
La estrategia de Ginsburg era usar los fallos contra la segregación racial para mostrar que la jurisprudencia ya establecía que todas las personas deben tener los mismos derechos bajo la ley, un principio recogido en la Constitución de Estados Unidos, pero que entonces no se aplicaba a las mujeres.
En vez de apostar por un cambio radical, Ginsburg fue cosechando pequeñas victorias que creaban un precedente jurídico y sobre las que se basaba para, paso a paso, desmontar el sistema que permitía la discriminación.
Además, Ginsburg llegó a entender que parte de su misión era "educar" a la mayoría de hombres blancos que ocupaban el Tribunal Supremo y que creían que no había ningún error en su visión del mundo.
"En esos días, me veía a mí misma como una profesora de infantil porque los jueces no creían que la discriminación de género existiera", recordaba sonriente en un documental sobre su vida estrenado en 2018.
Fue en 1975 cuando Ginsburg hizo ver a los magistrados que la discriminación de género era un problema de fondo que perjudicaba por igual a hombres y mujeres. Lo hizo a partir del caso de Stephen Wiesenfeld, un hombre al que el gobierno negó una ayuda económica de viudedad porque estaba reservada para mujeres.
Ginsburg consiguió que los jueces fallaran unánimemente a su favor y, poco después, el Tribunal Supremo accedió a revisar si, durante siglos, había actuado con un sesgo machista. En total, Ginsburg argumentó seis casos frente al Supremo entre 1973 y 1976, de los que ganó cinco; mientras que el Proyecto de Mujeres de ACLU participó en 300 denuncias en sólo dos años, entre 1972 y 1974.
Su llegada a la Suprema Corte por Bill Clinton
La lucha por la igualdad de Ginsburg adquirió una nueva dimensión en 1980, cuando dejó la abogacía para vestir la toga de jueza y pasar a la corte de apelaciones de la capital de Estados Unidos, donde se labró fama de moderada y cautelosa y desde donde dio el salto al Tribunal Supremo en 1993 gracias al nombramiento del presidente demócrata Bill Clinton.
Cuando el presidente Clinton nominó a Ginsburg a la Corte Suprema, comparó su trabajo legal en nombre de las mujeres con el trabajo histórico de Marshall en nombre de los afroamericanos. Inicialmente encontró un cómodo hogar ideológico en algún lugar a la izquierda del centro en un tribunal conservador dominado por nombramientos republicanos. Su voz liberal se hizo más fuerte cuanto más tiempo sirvió.
El presidente de EU nombra a los jueces
El cargo como juez de la Suprema Corte de Estados Unidos es vitalicio hasta la renuncia de éste o su muerte. Se espera que el presidente Donald Trump nomine al próximo juez que sustituya a Ginsburg y que debe ser ratificado por el Senado. Con la mayoría del Senado a manos de los republicanos, es probable que puedan nominar a un nuevo juez conservador.
Ginsburg era madre de dos hijos, una amante de la ópera y una intelectual que vio discusiones detrás de anteojos de gran tamaño durante muchos años, aunque los abandonó por monturas más modernas en sus últimos años. En las sesiones de discusión en la ornamentada sala del tribunal, era conocida por indagar profundamente en los registros de casos y por ser rigurosa por seguir las reglas.
Según explica en su biografía, Ginsburg entendía que esos escritos estaban reservados para temas de importancia clave y daban al Congreso la oportunidad de corregir un error legal. En 2007, esa idea se hizo realidad: La jueza expresó su desacuerdo con una sentencia del Tribunal Supremo que permitía que las mujeres siguieran siendo víctimas de discriminación salarial y, en respuesta, dos años después, el Congreso aprobó una ley para revertir esa situación.
El cáncer de páncreas no impidió que retara a Donald Trump
Sus problemas de salud incluyeron cinco episodios de cáncer que comenzaron en 1999, caídas que resultaron en costillas rotas, inserción de un stent (arteria artificial) para despejar una arteria bloqueada y una variedad de otras hospitalizaciones después de que cumplió 75 años.
En los casos más divisivos, incluida la decisión electoral Bush v. Gore en 2000, donde resultó ganador el mandatario republicanismo frente al candidato demócrata, a menudo estaba en desacuerdo con los miembros más conservadores de la corte, inicialmente el presidente del Tribunal Supremo William H. Rehnquist y los jueces Sandra Day O'Connor, Antonin Scalia, Anthony M. Kennedy y Clarence Thomas.
Algunos logros de Ginsburg en la Corte Suprema
Durante su mandato, el tribunal declaró inconstitucional que los estados ejecutaran a los discapacitados intelectuales y a los asesinos menores de 18 años. Ginsburg se interesó por la pena capital y votó repetidamente para limitar su uso. Ella disintió enérgicamente de la decisión de la corte en 2007 de mantener una prohibición nacional de un procedimiento de aborto, generalmente abocado a los estados conservadores de Estados Unidos. Así como homologar el consentimiento sexual entre hombres y mujeres.
Se resistió a los llamados de los liberales a retirarse durante la presidencia de Barack Obama en un momento en que los demócratas ocupaban el Senado y se podría haber confirmado un reemplazo con puntos de vista similares.
Ginsburg se enfrentó a Trump durante la campaña presidencial de 2016 en una serie de entrevistas con los medios, incluso llamándolo farsante. Pronto se disculpó. Es considerada como una heroína por buena parte de Estados Unidos; pero, a cambio, se convirtió en el blanco de odios de la derecha radical, que se burlaba de su edad y le pedía dejara su cargo vitalicio en el Tribunal Supremo.
The Notorious R.G.B
Poco a poco, sus vehementes opiniones se volvieron más coloridas y comenzaron a llamar la atención de los más jóvenes, especialmente después de que en 2013 la magistrada se opusiera a acabar con parte de una ley que garantizaba el derecho al voto de los afroamericanos y había sido aprobada en 1965.De esa forma, la "Notorious R.B.G.", en sembanza al rapero Notorious B.I.G. (o Biggie Smalls) se convirtió en un fenómeno en internet que ha generado una enorme cantidad de "propaganda", incluido un libro en el que se detallan los ejercicios, pesas, abdominales y sentadillas, que la octogenaria hacía dos veces por semana con su entrenador personal.
Pero cuando sus secretarios legales y nietos explicaron la conexión con el rapero de Brooklyn, su escepticismo se convirtió en deleite. “En la palabra que usa la generación actual, es increíble”, dijo Ginsburg en 2016, poco antes de cumplir 83 años.
En 2019, los médicos trataron a Ginsburg con radiación por un tumor en el páncreas. Mantuvo un horario activo incluso durante las tres semanas de radiación. Cuando reveló una recurrencia de su cáncer en julio de 2020, esta vez con lesiones en el hígado que fueron tratadas con quimioterapia cada dos semanas, Ginsburg dijo que seguía siendo "plenamente capaz" de continuar como juez.
Ante la pregunta de cuándo pensaba jubilarse, Ginsburg siempre respondía de una manera similar: "seguiré haciendo este trabajo mientras pueda hacerlo, y cuando no pueda, ese será el momento en el que me retiraré".
dmr