El presidente Donald Trump y los cuatro ex mandatarios estadunidenses vivos: Barack Obama, William Clinton, George W. Bush y James Carter, compartieron el mismo recinto para honrar la memoria y el legado del fallecido gobernante George Herbert Walker Bush.
Acompañados de sus esposas, Trump, Obama, Clinton y Carter no sólo asistieron a la emotiva misa de cuerpo presente en la Catedral Nacional del presidente número 41 de Estados Unidos, sino que fueron sentados literalmente en la misma banca.
“Me pareció muy raro y hasta inapropiado por los ataques del presidente Trump, especialmente contra los Clinton y por las diferencias con Obama”, comentó una residente de la capital. “Me pareció increíble e incómodo, pero al mismo tiempo fue bueno verlos juntos”, abundó.
Donald y Melania Trump saludaron de mano a los Obama cuando llegaron a la ceremonia y tomaron sus asientos. Fue un momento singular para el actual presidente, quien ha dedicado su capital político para eliminar el principal legado de su antecesor, la Ley de Salud Asequible.
El actual mandatario se acomodó en la esquina de la banca, y su esposa a su izquierda. Enseguida Barack y Michelle Obama, quienes quedaron en medio, entre los Trump, y William y Hillary Clinton, quien sigue siendo blanco de Trump en sus apariciones proselitistas.
Aunque George W. Bush ocupó un asiento en la sección de los familiares, en su panegírico hizo evidentes los contrastes sobre el tipo de político que su padre fue y el actual clima de polarización político.
“Te vamos a extrañar (...) tu decencia se quedará para nosotros durante toda la vida”, dijo Bush, quien no pudo contener las lágrimas.
“Me mostraste lo que significa ser un presidente que sirve con integridad, lidera con valor y actúa con amor en su corazón por los ciudadanos de nuestro país”, dijo el ex mandatario sobre su padre.
Sólo en otra ocasión en la historia estadunidense un padre e hijo fueron presidentes: John Adams (1797-1801) y su hijo John Quincy Adams (1825-1829), pero este último no pudo llegar a tiempo a los funerales de su padre.
Antes del panegírico de Bush, el historiador presidencial Jon Mecham relató la historia de servicio público del patriarca de la dinastía Bush, especialmente sus peripecias como aviador en la Segunda Guerra Mundial.
“Un hombre imperfecto, nos dejó un país más perfecto”, resumió Mecham, cuyas palabras provocaron lágrimas entre los miembros del clan Bush.
La misa de cuerpo presente coronó un funeral de Estado meticulosamente planeado por el propio ex presidente Bush.
Su féretro, envuelto con la bandera de Estados Unidos, recorrió el trayecto entre el edificio de mármol blanco del Capitolio hasta la Catedral Nacional, ante la mirada de miles de personas que desafiaron las bajas temperaturas para darle el último adiós a lo largo de la histórica avenida Pensilvania.
Una larga valla despidió con un adiós de mano al expresidente republicano conforme la limusina fúnebre encabezaba una caravana de decenas de vehículos y patrullas. Entre la multitud había pocos miembros de las minorías, con excepción de algunos afroestadunidenses.
“Venimos a honrarlo porque fue un gran hombre, aunque en mi caso soy demócrata (...) ”Si lo comparamos con nuestro actual presidente es como el día y la noche. Nuestro expresidente honró su cargo con distinción”, dijo Mike McKay, un residente afroestadunidense de Washington.
“Estés o no de acuerdo con el expresidente en sus políticas y definitivamente no he estado 100 por ciento de acuerdo con todos los presidentes, actuó de buena fe y tengo un tremendo respeto por él”, comentó su amigo afroestadunidense Jesse Price.
Los restos del ex mandatario serán llevados a Houston, Texas, donde será velado en la Iglesia Episcopal St. Martin.
jamj