'Diario de Guerra' de George Orwell, cómo las noticias se convierten en propaganda

Londres vive asediada en 1940, el ruido de las alertas de bombardeo suena de manera intermitente y las estaciones del metro son utilizadas como refugio.

'Diario de Guerra' de George Orwell. (AP / Archivo)
Daniel Francisco
Ciudad de México /

Londres vive asediada en 1940, el ruido de las alertas de bombardeo suena de manera intermitente, las estaciones del metro son utilizadas como refugio y George Orwell no deja de escribir. En su diario registra sus estados de ánimo, sus lecturas políticas, lo que ve en la calle y su pesimismo. ¿Llegarán los nazis a Inglaterra?

Sabe lo que es la guerra, estuvo al lado de los republicanos en la lucha contra Franco y lo plasmó en su libro Homenaje a Cataluña. En su Diario de guerra 1940-1942 escribe: “Lo que a mí me molesta es la continua afirmación de que estamos infligiendo enormes bajas, que los alemanes avanzan en formación cerrada y son cortados en pedazos, etc., etc. Exactamente lo mismo que se decía durante la batalla de Francia”.

Nos cuenta sus angustias: “mi situación económica se vuelve completamente insoportable”; “casi imposible escribir en este ajetreo infernal. (La luz eléctrica acaba de irse. Afortunadamente tengo alguna velas)”.


Pero también hay tiempo para las viñetas de la vida cotidiana. La guerra no detiene la vida en las calles. Varias veces entra a los pubs y se sorprende de que nadie esté al pendiente de las noticias. ¿Por qué nadie quiere escuchar lo que pasa? Quien atiende le dice que al lado hay música y que a los clientes no les interesa estar informados.

En algún momento tiene que interrumpir el diario: “He sido incapaz por varios días de comprar otra libreta para continuar este diario, porque, de las tres o cuatro papelerías de las proximidades, todas menos una están acordonadas debido a bombas sin estallar”.

Hay un tema recurrente en sus reflexiones: la manipulación de las noticias, con la guerra viene la propaganda. Cada bando quiere imponer su narrativa, los diarios se vuelven panfletos y cuesta trabajo informarse: “La indescriptible depresión de encender el fuego cada mañana con diarios de hace un año y ver muestras de encabezados optimistas mientras los consumen las llamas”.

Orwell encuentra trabajo en la BBC pero no se siente satisfecho, critica el desperdicio de recursos intelectuales, la ausencia de información para elaborar sus despachos y siente que los programas en los que participa no tienen repercusión alguna.

El autor de Rebelión en la granja es un duro juez de sí mismo. Cuando alguien cita uno de los pasajes de su libro Homenaje a Cataluña, donde critica a quienes hablan de la guerra sin estar en las trincheras, escribe en su diario que esa es su posición actual.

De sus páginas se desprende una gran lección que evidencia nuestra miopía ante hechos históricos: “Uno constantemente se equivoca en los juicios porque escucha a la minoría articulada y olvida al otro noventa y nueve por ciento”.


DMZ

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