En medio de una nueva crisis económica, Argentina recordará el vigésimo aniversario del 'Estallido de 2001', una de las fechas más tristes y oscura de la historia reciente del país, cuando la economía entró en default por la deuda externa, se registraron manifestaciones violentas con la policía, y provocó la renuncia de un presidente en un helicóptero.
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La crisis económica de 2001 no sólo marcó un punto de quiebre en la sociedad argentina, sino que provocó un cambio en la percepción macroeconómica del país, en que miles de personas preferían mantener dólares en vez de pesos argentinos, así como revisar los diversos tipos de cambios y hasta consultar constantemente el Riesgo País y tener cierto grado de miedo al Fondo Monetario Internacional (FMI).
La economía argentina ha estado constantemente en crisis desde el último siglo, debido a su inestabilidad política, financiera y social que ha sido en gran parte del siglo XX. A 20 años del "estallido", las crisis económicas no han desaparecido, pero no han provocado las escenas de hace 20 años. ¿Cómo inició la mayor crisis económica del país sudamericano?
El "espejismo" de la convertibilidad al retorno de la democracia
Con el retorno a la democracia en 1983 tras ser electo Raúl Alfonsín se incluyeron medidas para estabilizar la economía del país, entre ellas la creación de una nueva moneda, el austral. El radicalista había asumido en la "Crisis de Deuda Latinoamericana" de la década de 1980, en que todos los países de la región —principalmente México y Brasil— no pudieron asumir sus deudas y se propició una "década perdida" en el crecimiento económico.
Argentina no fue la excepción. El gobierno de Alfonsín no pudo avanzar mucho en las reformas económicas para revitalizar la economía, en parte por la oposición del peronismo en el Congreso.
La crisis en Latinoamérica era tal que en 1984, tanto Alfonsín como los presidentes João Figueiredo de Brasil, Belisario Betancourt de Colombia y Miguel de la Madrid en México hicieron una declaración sobre la imposibilidad de cumplir con los pagos de la deuda externa debido al alza de la tasa de interés internacional y el proteccionismo de los países centrales, en que se buscó plenamente un acuerdo con el FMI años después.
Sin embargo, la política macroeconómica de Alfonsín fue un fracaso. El desempleo se había disparado en la región, llegó a incumplir su deuda con el Club de París —el órgano internacional en que los países más ricos del mundo otorgan préstamos a otros países—, mismo que se generó una hiperinflación que superó más del 3 mil por ciento y temores de una posible revuelta social, mismo que lo llevó a adelantar las elecciones presidenciales en 1989.
Con el regreso del peronismo al gobierno, de la manos del presidente Carlos Menem, se implementaron amplias reformas económicas como la imposición del neoliberalismo, con tal de sacar al país de la crisis como en otras regiones como México, con Carlos Salinas de Gortari y durante el retorno a al democracia en Chile tras la dictadura de Augusto Pinochet.
Con la llegada a la presidencia Menem, el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, aplicó en 1991 la Ley de Convertibilidad —en que se sustituyó el Austral y se impuso el peso argentino como moneda oficial, además de que tendría el mismo valor que un dólar estadunidense en que para mantenerse ese valor se deberían garantizar las reservas en el Banco Central— así como la privatización de empresas, como canales de televisión, telecomunicaciones, y algunas ramas de la petrolera YFP.
Las medidas neoliberales, pero principalmente el "uno a uno", como se le conocía popularmente a la Ley de Convertibilidad, provocó una enorme reducción inflacionaria, incluso a niveles de deflación, y estabilización de los precios durante los años noventa, así como generar crecimiento económico de dos dígitos en el país.
A pesar que se aumentó el poder adquisitivo de la población, la deuda externa del país creció al grado de no poderse pagar por falta de fondos, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) siguió otorgando préstamos, situación que fue empeorando en años siguientes con el "Error de diciembre" de 1994 de México, la crisis asiática de 1997 y la crisis económica de Rusia en 1998, sumado a la devaluación de diversas monedas como el real brasileño en 1999.
La deuda argentina para 1998 llegaba a representar el 49 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), pero superaba los 147 mil millones de dólares, siendo imposible sostener la paridad cambiaria y produciendo una recesión al año siguiente en que la economía decreció 3.4 por ciento. A la par que crecían los problemas económico, la corrupción en el gobierno de Menem cada vez se volvía más notorio.
El "Corralito" y el inicio de la gran debacle
El radicalista Fernando De la Rúa, quien había sido alcalde de Buenos Aires desde 1996, ganó las presidenciales como líder de la agrupación Alianza y tomó posesión en 1999. Para ese entonces, el gran crecimiento que tuvo Argentina en esa década comenzaba a estancarse.
A diferencia de México y Brasil, que otorgaron la independencia de sus bancos centrales, el gobierno argentino siguió concentrando el control del mismo. El gobierno se debatía en devaluar el peso, pero implicaba su riesgo político.
Los graves desequilibrios económicos y el plan de ajuste, unido al escándalo de corrupción que en el 2000 impulsó la dimisión del vicepresidente Carlos Álvarez llevaron al gobierno de De la Rúa a agonizar la situación económica provocando una masiva salida de capitales del sistema bancario.
La operación financiera, conocida como el “Megacanje” —el proceso de reestructuración de deuda soberana emitida por el gobierno argentino de corto plazo para reemplazarlo con largos plazos—buscó reestructurar la deuda con los bancos y fondos internacional con tasas de interés que superaban el 15 por ciento, causando un mayor incremento de la deuda externa.
El FMI otorgó un “blindaje” multimillonario al país para otorgar confianza a las inversiones y bajar los intereses, medidas que fueron insuficientes para el 2001 con el aumento del Riesgo País —la capacidad y confianza de un país en inversiones para el pago de su deuda— por encima de los mil puntos.
Los granes inversionistas comenzaron a retirar sus depósitos monetarios de los bancos y, en consecuencia, el sistema bancario colapsó por la fuga de capitales y la decisión del FMI de negarse a refinanciar la deuda y conceder un rescate.
La interrupción del FMI en otorgarle fondos a Argentina, las renuncias de los ministros de economía José Luis Machinea —ante el fallo del “blindaje”— y de Ricardo López Murphy, quien aplicó recortes en gasto público en educación y salud, una reducción del dinero en pensiones y la postergación del pago de salarios —impulsada por la Ley de "Déficit cero"— generaron mayores fugas de capitales para marzo de 2001.
Esto provocó que se generaran largas filas en los cajeros bancarios y una crisis de legitimación gubernamental generó la victoria del Partido Justicialista, de corte peronista, en las elecciones legislativas realizadas en octubre de ese año.
Domingo Cavallo, quien asumió nuevamente como ministro de Economía en marzo, anunció el 1 de diciembre del 2001 en cadena nacional la imposición del “Corralito”, impidiendo el retiro de efectivo en cajeros limitando a sólo 250 pesos argentinos o dólares a la semana con el motivo de evitar una mayor fuga de capitales, paralizando la economía y produciendo una crisis política.
La sociedad salió a las calles y los sindicatos declararon una huelga general el 13 de diciembre donde varios negocios en diversas ciudades del país fueron saqueados violentamente, aumentaron los robos en las calles y había enfrentamientos entre la policía y los manifestantes.
El 19 de diciembre, Fernando de la Rúa anuncia un "estado de sitio" en cadena nacional, dando inicio a múltiples protestas en las calles , conocido como el “Cacerolazo” exigiendo la renuncia del presidente bajo el famoso lema de las manifestaciones “¡Que se vayan todos!”.
La represión policíaca en la Plaza de Mayo frente a la Casa Rosada y en las calles de Buenos Aires durante la noche del 19 y gran parte del 20 de diciembre fue documentada por los medios, donde murieron cinco personas en la plaza y hubo 227 heridos, mientras que a nivel nacional murieron 39.
Ese mismo día, a las 19:37 horas locales, Fernando de la Rúa presenta su renuncia como presidente al no llegar a un acuerdo con el Partido Justicialista ante el presidente del Senado, Ramón de la Huerta, donde abordó un helicóptero en el helipuerto de la Casa Rosada —una de las imágenes más recordadas de la historia de la crisis— derogando el Estado de sitio un día después.
Las cifras de pobreza superaron el 50 por ciento de la población y la desocupación llegó por encima del 21 por ciento. El Riesgo País llegó a superar la barrera de los 5 mil puntos.
El fin de la crisis y el ascenso de los Kirchner
Adolfo Rodríguez Saá asumió la presidencia de Argentina durando sólo siete días en el cargo, en que sólo logró oficializar la suspensión de pagos del país, el default, y presentó su renuncia tras denunciar la falta de apoyo político.
Rodríguez Saá buscaba extender su mandato interino hasta 2003 cuando sólo fue designado por 90 días y recibió rechazo dentro del propio Partido Justicialista, entre ellos el gobernador de Santa Cruz Néstor Kirchner.
Posteriormente Eduardo Duhalde asumió la presidencia el 1 de enero de 2002, después de la presidencia de dos días de Eduardo Camaño, aplicó medidas económicas como la devaluación del peso argentino, que dio fin a la Ley de Convertibilidad el 6 de enero de 2002 y aumentando el uso del peso de forma forzosa de los depósitos bancarios en moneda extranjera.
En ese mismo año, la Corte consideró inconstitucional la aplicación del "Corralito". Después de la administración de Duhalde, quien fue criticado por la Masacre de Avellaneda en 2002 y sus posturas contra el presidente de Venezuela Hugo Chávez, asume Néstor Kirchner la presidencia en 2003 tras ser electo.
La política económica del Kirchner continuó los lineamientos establecidos por el entonces ministro de Economía, Roberto Lavagna, bajo la presidencia de Duhalde, en que mantuvo la devaluación de la moneda mediante una fuerte participación del Banco Central en la compra de divisas, impulsando mediante las exportaciones un crecimiento económico del PIB por encima del 8 por ciento.
En ese proceso aumentaron las reservas internacionales del Banco Central, y no sólo eso, logró tanto disminuir la deuda externa, así como reducir la pobreza y mantener el ingreso per cápita de la población. Sin embargo, muchos de los implicados de la mayor crisis económica del país fueron sobreseídos o imputados con penas menores.
dmr