La crisis que estremece a Nicaragua, la más grave en el país centroamericano desde la caída del dictador Anastasio Somoza, en 1979, cumple tres meses sin visos de solución y con un recuento trágico de más de 350 muertos y 2 mil heridos, en su gran mayoría jóvenes, según organismos humanitarios.
Lejos de volver al diálogo y la negociación, el gobierno del presidente Daniel Ortega desarrolla una ofensiva armada en la que policías y paramilitares mantienen un estado de sitio de facto, disolviendo con violencia la mayoría de los “tranques” (retenes) y barricadas de manifestantes en ciudades y carreteras del interior.
Estas son algunas claves para entender la crisis:
¿Cómo empezó el conflicto?
La crisis comenzó el 18 de abril con una protesta estudiantil contra una reforma al seguro social, de inmediato derogada, pero que reveló un descontento acumulado por años contra Ortega, en el poder desde hace 11, alimentado por denuncias de fraudes electorales, violación de derechos humanos y corrupción. La violenta reacción oficial a las primeras protestas, hizo que se extendieran por el país sumando a trabajadores, comerciantes, empresarios, campesinos y sociedad civil.
¿Es distinta esta rebelión a la revolución de 1979?
La revolución de 1979 fue producto de una insurrección armada liderada por el Frente Sandinista de Ortega, entonces un movimiento guerrillero. Esta es una rebelión cívica inédita en América Latina, ya que los manifestantes no tienen dirección política o militar y han resistido sin sus armas hasta ahora, solo con piedras y morteros (rudimentarias bombas caseras).
¿Por qué sigue la crisis?
La opositora Alianza Cívica, nacida al calor de los protestas y que reúne a estudiantes, sociedad civil y empresarios exige la renuncia de Ortega y el adelanto de comicios presidenciales de 2021 a marzo de 2019. Considera que Ortega está ya incapacitado de gobernar tras la muerte de casi 400 personas y en medio de una crítica situación económica, con más de 2 mil millones de dólares en pérdidas, según la patronal.
Para el gobierno, se trata de un “complot terrorista” financiado desde el exterior para desestabilizar el país con un “golpe de Estado suave”, de ahí su respuesta armada.
¿Quiénes integran los comandos paramilitares?
Surgieron en las calles de Nicaragua a mediados de mayo y sus operaciones son a menudo apoyadas por la Policía y con la tolerancia del ejército, según organismos humanitarias. Estos grupos irregulares, jamás vistos antes en el país, lo forman policías, ex militares y un sector de la base sandinista en los barrios leal a Ortega, incluyendo grupos ligados a pandillas juveniles y delincuentes.
¿Cómo ha reaccionado el mundo?
La Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y la mayor parte de América Latina, incluyendo a México, han urgido al gobierno de Ortega a volver al diálogo y cesar la violencia. Pero Venezuela, Cuba, Bolivia y algunos países del Caribe, además de Rusia, lo apoyan y denuncian también un “golpe blando”.
¿Cómo transcurre la vida diaria?
La población vive sometida a una extrema tensión. La actividad recreativa (cines, turismo, restaurantes) cayó a cero, en especial a partir de la tarde y en la noche. Más de 300 mil personas en esos sectores perdieron sus empleos. Las universidades siguen cerradas desde abril, si bien algunos centros privados trabajan con clases online. Los colegios públicos reabrieron por instrucción oficial. Miles de personas han gestionado sus pasaportes para dejar el país.
Seis claves para entender la crisis en Nicaragua
LA ALDEA
La rebelión cívica cumple tres meses sin visos, por el momento, de llegar a una solución pacífica.
Managua /
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