Los dirigentes de las dos Coreas desfilaron en coche por las calles de Pyongyang, aclamados por la multitud, antes de una tercera cumbre en la que el mandatario surcoreano, Moon Jae-in, intentará allanar el camino para avanzar en la desnuclearización norcoreana.
Kim Jong-un recibió a su invitado en el aeropuerto internacional de Pyongyang, el lugar desde donde había supervisado los lanzamientos de misiles que provocaron graves tensiones entre las dos Coreas el año pasado.
Los dos dirigentes se abrazaron después de que Moon bajara del avión. Acompañados por sus esposas, bromearon durante unos minutos, mientras cientos de personas agitaban banderas norcoreanas y emblemas de la unificación.
"Abramos una era de paz y de prosperidad gracias a la solidaridad de un pueblo", podía leerse en una pancarta en el aeropuerto, según las imágenes de la televisión.
El encuentro, que duró unas dos horas, se celebró en la sede del Comité Central del Partido de los Trabajadores.
Tal y como ha dicho Seúl, se espera que tras una segunda reunión que se va a celebrar mañana -y siempre que ambas partes logren finalmente coordinar posturas- se pueda anunciar una declaración conjunta e incluso celebrar una rueda de prensa con ambos líderes.
Moon, cuyos padres huyeron del Norte durante la guerra de Corea, pasará tres días en el país. Sigue así los pasos de dos de sus predecesores: Kim Dae-jung, que viajó a Pyongyang en el año 2000, y Roh Moo-hyun, su mentor, que estuvo en el Estado vecino en 2007.
La cumbre "será una ocasión importante para acelerar aún más el desarrollo de las relaciones intercoreanas que dan vuelta a una nueva página de la historia", estimó la agencia oficial norcoreana KCNA.
Esa visita, poco frecuente, es una nueva señal del deshielo en la península, que ya permitió una primera cumbre intercoreana en abril, en la localidad de Panmunjom, situada en la Zona Desmilitarizada que separa a las dos Coreas.
El presidente surcoreano, que volvió a reunirse con Kim en mayo, tuvo un papel clave para permitir la celebración de la histórica cumbre entre el líder norcoreano y el presidente estadunidense, Donald Trump, el 12 de junio en Singapur.
Kim se comprometió entonces a llevar a cabo "la desnuclearización de la península", una expresión confusa que permite todo tipo de interpretaciones. De hecho, Washington y Pyongyang aún tratan de ponerse de acuerdo sobre el significado exacto de ese compromiso.
Washington exige "una desnuclearización definitiva y enteramente verificada", mientras que Pyongyang quiere una declaración oficial de Estados Unidos para marcar oficialmente el fin de la guerra de Corea, que no terminó con un acuerdo de paz, sino con un armisticio.
El diario del partido único en el poder, Rodong Sinmun, reiteró las acusaciones declarando que "Washington es totalmente responsable" de la situación actual. "Estados Unidos reclama la teoría del 'desmantelamiento de las bombas nucleares primero'".
Moon se reunirá al menos dos veces con Kim en Pyongyang e intentará convencerlo de tomar medidas significativas hacia el desarme, que pueda presentar a Trump al margen de la Asamblea General de la ONU la próxima semana.
"Si esta visita da lugar, de una forma u otra, al regreso de las conversaciones entre Estados Unidos y el Norte, entonces habrá sido importante", declaró Moon antes de viajar a la capital norcoreana.
Los analistas se mostraban sin embargo menos optimistas que el dirigente surcoreano.
El encuentro "provocará probablemente grandes titulares (...) pero no será muy útil para acelerar los esfuerzos de desnuclearización de Corea del Norte", consideró el gabinete de estudios Eurasia Group.
Moon viajó a la capital norcoreana acompañado por los presidentes de varias compañías, incluido el heredero de Samsung, Lee Jae-yong. El presidente surcoreano aboga por reforzar la cooperación económica entre las dos Coreas.