Novichok, la enigmática arma química de Rusia

El agente nervioso creado durante la era soviética tiene al borde de la muerte al ex espía Skripal y pone en máxima alerta a Londres y Washington, que acusan a Moscú por el atentado.

Editorial Milenio
París- Moscú /

Los agentes nerviosos Novichok, como el empleado el 4 de marzo pasado para envenenar a un ex espía ruso en Reino Unido, son una especialidad de tóxicos poco conocidos fuera de Rusia y particularmente peligrosa.

Serguéi Skripal, de 66 años, fue encontrado en estado crítico en el banco de un parque en Salisbury (sur de Inglaterra), donde vivía hacía años, tras un intercambio de espías entre Moscú, Londres y Washington.

El lunes, la primera ministra británica Theresa May respondió a un asunto que suscitaba muchas especulaciones, y era saber con cuál sustancia fue atacado el ex doble espía.

May afirmó que el arma usada contra Skripal y su hija Yulia, “es un agente nervioso de grado militar de un tipo desarrollado por Rusia”, los gases conocidos como Novichok.

Su concepción por científicos soviéticos remonta a los años 1970-1980, durante el final de la Guerra Fría. Los expertos occidentales sabían muy poco sobre estas temibles armas químicas, y mucho menos de los posibles antídotos.

“Hay muy poca información sobre la química que hay detrás de esto”, asegura la química y criminalista Michelle Carlin, de la universidad de Northumbria.

Según la experta, “el modo de actuar del agente Novichok no es completamente comprendido por el momento, y la gravedad de sus efectos parece ser mayor que la de los conocidos hasta ahora”, agregó.

Estos agentes son contaminantes que atacan el sistema nervioso, en particular las enzimas encargadas de la comunicación con los músculos.

Hasta ahora, los científicos se preguntaban cuál era el agente nervioso que se usó para envenenar a Skripal y su hija, si no eran los conocidos sarín o el VX.

Serguéi Skripal y su hija Yulia, que siguen hospitalizados, fueron a todas luces víctimas de un crimen que pasará a la historia.

Según varios medios rusos, estos agentes Novichok fueron concebidos por los científicos soviéticos del Instituto Público de Química Orgánica y de Tecnología GNIIOKhT, creado en Moscú en 1924, y clasificado como una sociedad estratégica por decreto presidencial en 2004.

Este instituto se especializó recientemente en la destrucción de stocks de armas químicas rusas.

No existe otro origen conocido para estos agentes, y fue eso lo que llevó a May el lunes pasado a estimar como “muy probable” la implicación del gobierno ruso en este caso.

Estados Unidos apoyó a Londres, y el hasta este martes secretario de Estado, Rex Tillerson, expresó “confianza total en la investigación de Reino Unido y en su evaluación de que Rusia es el probable responsable del ataque con gas nervioso que ocurrió en Salisbury la semana pasada”, dijo poco antes de ser relevado por el presidente Donald Trump, con un mensaje en Twitter.

La hipótesis fue validada en la prensa británica por uno de los “padres” de los agentes Novichok, Vil Mirzaïanov, de 83 años. “Solamente Rusia puede hacer eso (...) Fue una demostración deliberada de Vladímir Putin de su poder contra sus enemigos”, declaró al diario londinense The Telegraph este químico exiliado en Princeton (Nueva Jersey, Estados Unidos).

Sus declaraciones sobre los efectos fisiológicos de este gas nervioso son escalofriantes. “Es una verdadera tortura, es imposible de imaginar. Incluso en dosis muy bajas el dolor puede durar semanas”, reveló al rotativo también británico Daily Mail.

Rusia tiene el deber de destruir todas sus existencias de armas químicas declaradas.

Pero desde su concepción, los agentes Novichok han tenido la ventaja o el inconveniente -depende desde el punto de vista-, de poder ser fabricados con componentes que están todos autorizados.

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