Para muchos de los atletas que llegan a los Juegos Paralímpicos de 2024, la parte de la ciudad diseñada específicamente para ellos es una especie de utopía.
La Villa Paralímpica tenía montones de scooters adaptados que, cuando se enganchan a la parte delantera de una silla de ruedas, facilitan el desplazamiento por la miniciudad de los atletas, situada en las colinas de los suburbios del norte de París. Las fuentes de agua de tres niveles del recinto tienen surtidores a la altura de los pies, de las sillas de ruedas y al ras de suelo, para los perros guía. En todas las duchas del complejo de viviendas para atletas se podía entrar en silla de ruedas. Incluso a los estantes de camisetas de la tienda oficial se puede llegar sentado.
“Es el lugar del mundo donde me siento con menos discapacidad —dijo Birgit Skarstein, una remera noruega. Y añadió—: No tengo que ir a Google Maps y hacer zoom para ver si hay escaleras a donde voy; ya sabes, para planificar. No necesito averiguar si puedo ir al baño, porque lo sé. Si el mundo pudiera ser como una Villa Paralímpica, sería mejor para todos nosotros”.
Pero no pensemos que el resto mundo: ni siquiera el resto de París es como su Villa Paralímpica. Aunque la ciudad hizo mejoras importantes en los años previos a los Juegos, pasarán décadas antes de que sus calles adoquinadas, aceras estrechas y parques pequeños alcancen siquiera una semblanza de la accesibilidad de la Villa.
El sistema de metro de París, de 124 años de antigüedad, es el mayor desafío. A pesar de la considerable inversión en infraestructuras realizada desde 2017, cuando la ciudad ganó su candidatura olímpica, solo 25 por ciento de la red ferroviaria que recorre el centro de París —incluidos el metro, el tren exprés y los tranvías— es accesible para personas con discapacidad (pcd). Y solo una línea del metro, la más nueva, lo es en su totalidad para quien utiliza silla de ruedas.
“Solo para asegurarnos de que nos convertimos en ciudadanos de pleno derecho, ese es todo el desafío y toda la idea de los Juegos —expresó Michaël Jérémiasz, un ex tenista en silla de ruedas e integrante del Consejo de Atletas que asesoró a los organizadores en la planificación de los Juegos —. Mediremos todo esto probablemente dentro de cinco, seis o siete años. Será entonces cuando podremos dimensionar realmente el impacto de los Juegos. Antes de eso, no es algo que vayamos a sentir probablemente en la vida real”.
La realidad del metro
Antes de la ceremonia de inauguración paralímpica del miércoles pasado, se hicieron patentes algunos de los esfuerzos de París por mejorar la accesibilidad. Las bandas táctiles, que ayudan a las personas con discapacidad visual, se confundían con el entorno en algunos pasos de peatones cercanos al Arco del Triunfo. Unas cajas de color beige sujetas a farolas contenían un botón que, al pulsarlo, hacía sonar una serie de timbres para indicar a los peatones con discapacidad visual que podían cruzar la calle sin peligro.
Las mejoras han sido posibles gracias a una inversión de casi 140 millones de dólares en un esfuerzo por hacer que los Juegos sean accesibles para todos. Lamia El Aaraje, la alcaldesa adjunta que es responsable de la accesibilidad universal, dijo en una entrevista que 91 por ciento de los edificios municipales serían plenamente accesibles en 2025, frente 40 por ciento en 2022. Añadió que se habían gastado casi 25 millones de dólares en hacer plenamente accesible la red de autobuses de la ciudad, rediseñando las paradas y formando al personal para acomodar a los pasajeros discapacitados.
Además de bandas táctiles y señales acústicas en 225 pasos de peatones, la ciudad también ha añadido aparcamientos en 17 distritos de “accesibilidad mejorada”, para cumplir con su promesa de ser “universalmente accesible” antes de que se celebrara la inauguración de los Juegos Olímpicos en julio. La zona también cuenta con mil taxis accesibles adicionales que, según dijo El Aaraje, se mantendrán después de los Juegos.
Aunque reconoció que el plazo de los Juegos Olímpicos había sido útil para acelerar el desarrollo, El Aaraje dijo que solo servía para motivar a las numerosas partes interesadas de diversas entidades locales y nacionales.
“El metro de París intramuros, el metro histórico, no es accesible —aseguró—. Y es cierto que es una pena que no hayamos aprovechado la oportunidad de los olímpicos para intentar acelerar este asunto”.
El lunes, Valérie Pécresse, directora de Île-de-France Mobilités y presidenta del consejo regional de Île-de-France, propuso un plan para hacer accesibles todas las líneas de ferrocarril antiguas, con un costo de entre 15 mil y 20 mil millones de euros. Pécresse dijo que la agencia estaba dispuesta a asumir un tercio del costo; pidió al Estado y a la ciudad de París que cubrieran el resto.
“Tenemos que sentarnos y ponernos de acuerdo sobre el principio de que el problema del transporte en los próximos años no es la creación de nuevas líneas, sino la accesibilidad de la red histórica. Es una decisión política que debemos tomar los tres”, dijo Pécresse.
El Aaraje, sin embargo, calificó de “descabellada” la financiación de un tercio de la propuesta y dijo que habían “cumplido con nuestra parte” al rediseñar las calles para permitir el transporte accesible.
“Hemos defendido que el metro sea parcialmente accesible”, dijo por mensaje de texto.
Las leyes francesas
Francia aprobó su primera ley que obligaba a la accesibilidad en los espacios públicos en 1975, sin fijar un plazo para su cumplimiento. En 2005, la Ley de Igualdad de Derechos y Oportunidades para las Personas con Discapacidad fijó como fecha límite inicial 2015, pero no impuso ninguna sanción para garantizar su cumplimiento. Una ley de 2014 amplió el plazo hasta el 26 de septiembre.
“Este plazo es una extraordinaria coincidencia, a 15 días del final de la fecha de los Juegos Paralímpicos”, dijo Nicolas Mérille, asesor de accesibilidad de APF France Handicap, un grupo de defensa. Para entonces, todos los establecimientos abiertos al público, desde guarderías a estancos, deberán ser accesibles.
“Y el transporte público debe ser accesible —determinó Mérille—. Y ya vemos que habrá un enorme retraso”.
Aún así, en 2021 el Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas criticó a Francia por “discriminación sistémica contra las personas con discapacidad”.
El Consejo de Europa condenó al país en 2023 por no aumentar el acceso a la educación, la sanidad, los edificios y el transporte. (Días después, el presidente Emmanuel Macron anunció que Francia destinaría mil 500 millones de euros, unos mil 670 millones de dólares, a hacer accesibles los espacios públicos).
Aunque los Juegos Olímpicos y Paralímpicos han pregonado los esfuerzos de accesibilidad en favor de atletas y espectadores, algunas personas con discapacidad señalaron la dificultad de la vida cotidiana en París.
Amaury Bost, quien utiliza una silla de ruedas, participó en el Marathon Pour Tous, celebrado durante los Juegos Olímpicos. Él y el equipo de amigos que empujaron su silla todo terreno aparecieron en un montaje de video proyectado en la ceremonia de clausura de aquellos Juegos.
Pero Bost, residente en París que utiliza una silla de ruedas desde 2011, se enfrenta a menudo al reto de las aceras adoquinadas, estrechas o peculiarmente inclinadas cerca de su casa, según su hermano Benoît, su cuidador.
“Así que si estás en una silla de ruedas, estás muerto —sentenció Benoît Bost—. Por eso acabas con sillas de ruedas eléctricas en la calle y no en la acera”.
Accesibilidad en los Juegos
Los espectadores de los Juegos Olímpicos, que terminan el 8 de septiembre, pueden encontrarse brevemente con el entorno inclusivo que cautivó a Skarstein, la remadora noruega, y a otros atletas en la Villa Paralímpica.
“Todos los lugares de competición han sido modificados para garantizar que haya un movimiento fluido, ya sea para un atleta, un espectador o el personal”, confirmó Ludivine Munos, directora de integración de los Juegos, en una rueda de prensa el lunes. Los autobuses llevarán a los pasajeros desde 10 de las estaciones de metro más grandes directamente a las 13 sedes paralímpicas, cada una de las cuales cuenta con zonas de bajada específicas.
Los aficionados con deficiencias visuales que acudan al Stade de France podrán solicitar unos auriculares que mostrarán una versión mejorada de la acción que aparece en los paneles de video del estadio. Los auriculares también ofrecerán comentarios audibles. En las competencias de rugby, futbol para personas con ceguera y goalball, algunos aficionados podrán seguir los partidos en tabletas táctiles cuyas piezas tridimensionales se deslizan para indicar los movimientos de los jugadores.
La Porte de La Chapelle Arena, el único recinto olímpico construído específicamente para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, se construyó para ser totalmente accesible. Es la sede de las pruebas de bádminton durante los Juegos Paralímpicos, y en el futuro albergará conciertos y partidos del equipo profesional de baloncesto de París. Para quienes buscan una mayor accesibilidad, es un comienzo.
“No se puede resolver con una varita mágica: Harry Potter no existe, desafortunadamente —dijo Alexis Hanquinquant, un paratriatleta que compite por Francia—. Lo que tenemos que hacer es aprovechar el legado de los Juegos de París para que cada edificio, cada renovación, cada nueva construcción sea cien por ciento accesible ”.
c.2024 The New York Times Company
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