Más de mil 200 personas murieron por el sismo y el tsunami en la isla indonesia de Célebes, donde este martes continuaban las operaciones de búsqueda.
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El balance oficial de muertos ascendió a mil 234 personas, anunció el gobierno. Entre los muertos hay decenas de estudiantes cuyos cuerpos fueron retirados de entre los escombros de una iglesia devastada.
"El equipo [de socorristas] encontró 34 cuerpos en total", declaró Aulia Arriani, una portavoz de la Cruz Roja local. Inicialmente, 86 jóvenes que participaban en un campamento de estudio de la Biblia en el Centro de formación de la Iglesia de Jonoonge fueron declarados desaparecidos.
El distrito montañoso de Siri Biromaru, al sureste de Palu, es de difícil acceso y los socorristas tienen que llegar a pie para rescatar a las víctimas.
Los muertos -muchos de los cuales aún no fueron registrados y cuyos cuerpos siguen atrapados entre los escombros- preocupan a las autoridades, pues el calor acelera la descomposición de los cuerpos y podría provocar un grave riesgo sanitario.
Para evitarlo, grupos de voluntarios empezaron a enterrar a las víctimas en una gran fosa común excavada en Poboya, en las colinas que rodean Palu, con capacidad para mil 300 cuerpos.
Camiones con cuerpos apilados cubiertos con bolsas naranjas, amarillas y negras llegan al lugar para ser descargados y enterrados en la fosa.
Al mismo tiempo, los equipos de rescate trabajaban contrarreloj para hallar supervivientes y sacarlos de entre los escombros. Sólo en el hotel de Roa Roa, los socorristas estiman que 50 a 60 personas podrían estar entre los escombros. De momento fueron rescatadas dos personas, según una fuente oficial.
La Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) estima en 191 mil las personas que necesitan ayuda humanitaria de emergencia, entre ellas 46 mil niños y 14 mil personas mayores.
Saqueos y escasez de alimentos
La policía hizo disparos de advertencia y lanzó gases lacrimógenos para dispersar a la gente que saqueaba comercios en Palu, una ciudad costera destrozada por el temblor de 7.5 grados y el tsunami que le siguió.
Los sobrevivientes luchan contra el hambre y la sed y los hospitales locales están saturados por los heridos.
La policía, que hasta ahora había tolerado que los sobrevivientes desesperados tomaran comida y agua de los negocios cerrados, decidió detener a 35 personas por robar computadoras y dinero.
"El primero y segundo día no había negocios abiertos. La gente tenía hambre. Había gente realmente necesitada. Eso no es un problema", dijo el subcomisario de la policía nacional, Ari Dono Sukmanto.
"Pero tras el segundo día, los alimentos comenzaron a llegar, sólo se necesita distribuirlos. Ahora estamos restableciendo le ley", añadió.
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Otros se amontonan alrededor de los pocos edificios que aún tienen electricidad, o hacen cola para obtener agua, dinero en efectivo o combustible, escoltado por convoyes de policías armados.