La ciencia de los datos y el beneficio público

VIVIENDA

La información es poder, pero más que los datos, lo que importa es lo que se hace con ellos.

En 2019, el equipo de CDDL viajó a Nairobi para trabajar en un proyecto de movilidad. Foto: Cortesía
Georgina Navarrete
Ciudad de México /

Big data es un término que describe el enorme volumen de datos que inundan nuestra cotidianidad. Cada día, las personas, las empresas y las organizaciones de cualquier tipo generamos un gran número de datos, sin embargo, lo importante no es la cantidad, sino lo que hacemos con ellos: cómo los procesamos, ordenamos y cómo impactan nuestras decisiones y las de los otros. 

Aun con esta gran cantidad de datos flotando en el espacio, muchas estadísticas y cifras importantes para el avance de las sociedades no existen o no están disponibles para su análisis y estudio. Desde este punto nace el Civic Design Data Lab (CDDL/Laboratorio de datos y diseño cívico) del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), dirigido por la geógrafa, amante del big data y el diseño Sarah Williams. 

En este laboratorio, un equipo multidisciplinario combina prácticas de computación y diseño para recolectar datos, procesarlos, analizarlos y posteriormente presentarlos con un diseño e imagen atractivos, para su fácil visualización y comprensión. 

La cartografía y los gráficos interactivos hacen la magia. “Contamos historias, pero lo más importante es que todos esos datos sirven para cambiar políticas públicas”, dice Williams, quien entre sus logros más recientes presume haber incidido este último año en el Congreso de Estados Unidos, con un estudio sobre las causas, motivaciones, efectos y el impacto económico de la migración de tres países centroamericanos hacia E.U. 

El estudio fue lanzado en noviembre de 2021 por el CDDL y organismos multilaterales; a lo largo del primer semestre de este año, las recomendaciones concretas para solucionar los problemas evidenciados siguieron su curso y para medio año ya estaba en la arena política, con propuestas en el Congreso de Estados Unidos. “Fue asombroso, nunca había visto una respuesta tan rápida”, dice Williams, aunque reconoce que la velocidad de respuesta pudo deberse a que la administración del presidente Joe Biden está muy enfocada en resolver este problema social. 

La ética y el uso de datos

No se trata solo de acopiar los datos y regocijarse en ellos. Para Williams y su equipo en el CDDL, el uso del big data debe tener un carácter ético y de ayuda a las poblaciones, en especial a las más vulnerables o que viven con carencias. Por ello, desarrollaron la metodología Data/Action, que es la manera con la que logran llevar ese cúmulo de información a la calle, en donde impactan en dos niveles: por un lado, a los tomadores de decisiones, para cambiar y generar políticas públicas, y dos, directamente a la gente para facilitarle la vida. 

Los temas que el laboratorio ha trabajado son tan amplios y diversos como la propia fuente de la data. Muchos de ellos han solucionado problemas de movilidad como el que resolvieron en Nairobi, Kenia, y en varias ciudades de México, utilizando datos abiertos de Twitter, y que resultó en el diseño de mapas que facilitaron el transporte público, mismos que la gente podía consultar ya sea en la web o en distintos periódicos. 

En este sentido, Sarah afirma que las posibilidades de esta metodología para procesar los macrodatos son enormes en materia de planeación urbana y que pueden “tocar directamente a la gente especialmente en temas de vivienda adecuada, es decir, aquella con todos los servicios públicos que se requieren para llevar la vida cotidiana”. 

Cuadro Big data
“Se pueden levantar datos de la gente que más necesita una vivienda”, señala Williams, “pero también de aquellos que sí tienen un techo sobre sus cabezas, pero no gozan de acceso al agua potable, a la electricidad o al drenaje. Con este método podemos recolectar esos datos y exponer las problemáticas que viven estas comunidades y llamar la atención de las autoridades para que lo atiendan”. 

Esta información también es útil para revisar si las políticas públicas de vivienda son efectivas y cumplen con su función social, dice la experta: “tenemos muchas políticas que causan segregación, aislamiento o impulsan prácticas excluyentes en las sociedades; es importante exponer esas políticas, sus resultados y dar recomendaciones para cambiarlas. Esto sirve para abrir la conversación en la arena política”.

sgs

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