En América Latina existe un rechazo frecuente hacia la idea de que en la primera infancia se cimienta el aprendizaje, la salud emocional y física, las habilidades sociales y las capacidades cognitivo-lingüísticas de todo individuo, aseguró Eduardo Escallón, profesor asociado y codirector del Grupo de Investigación en Educación Inicial de Universidad de los Andes, en Bogotá, Colombia.
“El bienestar emocional y la habilidad social dan una base sólida para las capacidades cognitivas emergentes y, en conjunto, son los pilares del desarrollo humano. La salud emocional y física, las habilidades sociales y las capacidades cognitivo-lingüísticas que surgen en los primeros años son requisitos previos importantes para el éxito en la escuela y en todas las otras dimensiones de la vida.
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“Debido a esos millones de conexiones por segundo que ocurren durante los primeros años, la educación inicial es una importante ventana de oportunidad para maximizar el desarrollo positivo que puede, incluso, mitigar los efectos de las experiencias adversas y el estrés tóxico que afectan la arquitectura cerebral”, explicó.
Sin embargo, “la mayoría de las personas relaciona la palabra aprendizaje con su propia experiencia de educación formal tradicional”. Al oír “aprendizaje” estas personas imaginan salones organizados con pupitres en filas mirando al maestro quien imparte un discurso que debe ser memorizado y luego entregado de vuelta en un examen de lápiz y papel; y a estudiantes haciendo ejercicios individuales rutinarios y repetitivos.
“Cuando nosotros hablamos de aprendizaje en educación inicial, hablamos de los más esencial para el desarrollo humano, pues para que este ocurra desde muy tierna edad debemos participar activamente en interacciones con adultos, que sean recíprocas, de ida y vuelta continua, que involucren el pensamiento y el lenguaje del niño en desarrollo mediante actividades divertidas y dinámicas que respondan a sus intereses”.
Escallón, Affiliate Fellow del Centro de Primera Infancia del Tecnológico de Monterrey y de Fundación FEMSA, explicó que, para la neurociencia contemporánea entre los cero y seis años, principalmente, se dan las conexiones neuronales y se crean los circuitos esenciales para tener una arquitectura cerebral sana.
“Si esos circuitos se siguen utilizando, se fortalecen y se perfeccionan. Esto constituye el desarrollo orgánico y funcional del cerebro. Por el contrario, si no hay un estimulante ambiente de aprendizaje y las conexiones no se usan, se cortan, se pierden; y luego es muy difícil para esa persona desarrollar sus funciones”, señaló.
Para el especialista, es preciso contar con profesionales especializados en el diseño de ambientes de aprendizaje donde sucedan interacciones de calidad. “Durante el proceso de aprendizaje, el cerebro se reconfigura para funcionar de manera diferente a como funcionaba antes.
“Esta capacidad de los circuitos neuronales para cambiar y reorganizarse es lo que se conoce como neuroplasticidad y es muchísimo más sensible durante los primeros cinco años de vida. En este periodo de tiempo, según los expertos, se forman más de un millón de conexiones nuevas por segundo, pero en la medida en que crece, el cerebro se especializa para asumir funciones más complejas, capaz de reorganizarse y adaptarse a nuevos desafíos”, detalló.
Para diseñar esos ambientes e interacciones de calidad se requiere de una pedagogía especializada, pues, como lo afirman los mismos expertos, el cerebro es un órgano altamente interrelacionado y sus múltiples funciones operan de manera coordinada
“El bienestar emocional y la habilidad social dan una base sólida para las capacidades cognitivas emergentes y, en conjunto, son los pilares del desarrollo humano”, añadió en entrevista.
Si bien, reconoció, existe poca evidencia sobre el impacto de programas e intervenciones que apoyan el desarrollo integral en América Latina, el Centro de Primera Infancia del Tecnológico de Monterrey y FEMSA promueve la investigación y la evaluación rigurosa como la efectuada en Chile, Ecuador y Colombia.
“Hay estudios que reúnen evidencia de países de ingresos bajos y medios que muestran que las intervenciones en educación tienen efectos más grandes en estos países que en los de ingresos altos, de los que proviene la mayor parte del conocimiento. La evidencia a nivel nacional es aún más escasa. No obstante, existe evidencia de asociaciones positivas entre algunas características estructurales y del proceso pedagógico con el desarrollo infantil”, dijo.
Además, indicó que una docencia intencionada centrada en actividades divertidas e interesantes para los niños y que aborde conceptos básicos (como cantidad o distancia) y promueva vocabulario nuevo “está claramente asociada con el desarrollo integral positivo”.
“Por ejemplo, en un estudio que hicimos para medir la calidad de la Educación inicial a nivel nacional en Colombia en 2017, cada año adicional de experiencia de los docentes se asoció con puntuaciones promedio más altas en alfabetización y aritmética temprana, y niveles más altos de educación de los docentes se vincularon con puntuaciones promedio más altas en todos los resultados”, reveló.
La escala de calidad pedagógica se asoció positivamente con puntajes más altos de acuerdo con la medición IDELA (International Development and Early Learning Assessment), y sucedió, igualmente, con el número de actividades lingüísticas, que obtuvo puntajes promedio más altos en alfabetización y lenguaje emergentes, desarrollo social y desarrollo emocional.
“Este estudio es un ejemplo de cómo la evidencia científica puede dar información para fortalecer alianzas entre los gobiernos, la sociedad civil, y la academia para promover acciones sistémicas para el mejoramiento de la calidad de las atenciones que afecten positivamente el desarrollo infantil”, aseveró.
El tema forma parte de la discusión Los primeros años marcan el futuro, que se llevará a cabo hoy a las 17:00 horas en Monterrey, Nuevo León, en Milenio Foros, con la presencia de Lorena Guillé, directora de Inversión Social Corporativa y Consejera de Fundación FEMSA; Adriana Gidi, directora Asociada del Centro de Primera Infancia del Tecnológico de Monterrey.
También participarán María Josefina Menéndez Carbajal, presidenta del Consejo del Centro de Excelencia e Innovación para los Derechos y Oportunidades de la Niñez (CEIDON) y Manuel Pérez Jiménez, director del Centro de Primera Infancia del Tecnológico de Monterrey. Modera Regina Reyes-Heroles, directora editorial de Milenio Foros.
LP