Cantar es toda una experiencia, pero hacerlo en un dulce ensamble y darle la identidad del Canto Cardenche no sólo es tradición, sino vehículo de comunicación, de unión, de amistad y en este caso, de sororidad.
En el pasado, la voz era arrastrada por el viento y se dejaba sentir a ciertas horas y en ciertos trabajos, las mujeres se encontraban en los oficios religiosos y al compartir sus tareas cotidianas, así fue que cantaron y aún cantan para bendecir sus hogares con sus voces de canario; para arrullar a los hijos con una voz suave vuelta aleteo de colibrí. Cantan hoy para agradecerle a Dios o pedir el perdón del padre y también para bendecir los días por venir con tonos de ruiseñor o de jilguero.
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“Ese canto, nosotras crecimos con él. Los alabados nosotras los cantamos desde los seis años, le cantábamos a los difuntos, en las actividades religiosas, el canto que se dice profano o de la calle, se escuchaba también que lo cantaba la gente. Antes la gente era muy cantadora, pero ahora ya no, pero allá, entre las milpas, en el río, entre las señoras que iban a lavar o con las personas que vendían leña, nosotras escuchábamos ese canto”, comentó Alma Leticia Montenegro.
Como integrante de la agrupación de Mujeres Cardencheras, Alma sabe que con ese canto todas crecieron, al igual que sus cuerpos y voces maduraron, los cantos fueron destinados a los santos, a los difuntos y también para la recreación personal.
Su compañera, María Guadalupe Ríos, apuntó que desde niñas el canto les salía por el camino y como ejemplo, algunas de las canciones de las que cantan los Cardencheros de Sapioriz, personas de Tepehuanes también las cantaban.
“Yo cuando escuché a los señores de Sapioriz pensé que esa canción yo ya la había oído con algunos señores de Tepehuanes”, sentenció Lupita en tanto que sus compañeras recordaron que la canción del Huerfanito se la escucharon a sus abuelos. Por eso la incluyeron en su repertorio con unas pequeñas variantes porque ellas cantan en castellano y náhuatl.
“En Tepehuanes había mucho indígena, acuérdese que esa región es de la sierra del noreste y estaban pobladas por indígenas, por la rebelión los hicieron que se fueran y algo de eso quedó. No siempre la gente se va completamente, entonces nos quedó algo y de las abuelas tenemos un pregón en tepehuano, ¿se lo cantamos?”, preguntó Evangelina Nuñez.
Las historias que se cantan son hermosas y sencillas porque entonadas por mujeres narran la lucha cotidiana por el sustento. Haciendo la voz de algunas matriarcas, se entrega la historia de la que vende morrales de colores, o la canción de arrullo que, en sus presentaciones, la dedican a las madres que han inducido a los más pequeños al mundo de los sueños.
“Ese es un arrullo indígena que la verdad hace muchos años lo escuché yo de una niña, que en mi pueblo vendía canastas y luego mucha gente lo canta, va de voz en voz, nada más que aquí nuestros pueblos originarios, mucha gente se ha adueñado de lo que son las melodías y la verdad las han tomado como si fueran propias. Por ejemplo este arrullo yo no sé pero a mí me han dicho que sí lo han oído en otros lados, o sea, yo no lo dudo, pero es un arrullo indígena en lengua Náhuatl que significa que la madre le está cantando a su pequeña flor”, precisó Alma Leticia.
Dijo que en El Salto, Durango fueron a dar un concierto con los jolgorios, el cual programó el Gobierno Federal.
“Fuimos al Salto a cantar. En una presentación cantamos el arrullo, entonces al final una señora de ascendencia indígena se soltó llorando. Se vino con nosotros y nos dijo que la llevamos al regazo de mi madre, nos dijo que su madre le cantaba ese canto y nosotras nos pusimos a llorar con ella”, aseguró.
Antes de concluir la entrevista precisaron que ellas son las únicas mujeres que en grupo cantan Cardenche con un repertorio propio, de ahí la importancia de preparar a una nueva generación para preservar el canto, pero dijeron, lamentablemente ninguna quiere debido a que es difícil de interpretar.
“Este canto si no lo escuchaste de mucho tiempo, de niña, pues cómo te ensamblas, porque es tradición oral y en realidad si tú escribes esto se le pierde porque el cardenche no debe llevar una cuadratura, es un canto que nace del corazón”, comentó Catalina Bañuelos.
No obstante, Lupita Ríos dijo que a ella le parece muy importante el hecho de que este canto se conozca y se preserve porque “es muy nuestro, es una cosa con la que nuestro pueblo se identifica”.
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