En 2020, la deuda global (pública y privada) alcanzó un saldo de 281 billones de dólares; con respecto al producto interno bruto (PIB) mundial, aumentó 35 puntos porcentuales en comparación con 2019 y representa más de 355 por ciento; sin embargo, México no está entre los países que tuvieron los mayores aumentos en sus pasivos, la deuda pública pasó de 36.4 a 45 por ciento, de acuerdo con cifras publicadas por el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por su sigla en inglés).
Para 2021, el IIF estima que el aumento de las tasas de deuda global sea relativamente modesto, ya que la recuperación proyectada del PIB ayudará; no obstante, las trayectorias de la deuda pueden variar significativamente, debido a que el ritmo de vacunación contra el covid-19 difiere considerablemente de un país a otro, lo que podría provocar una mayor acumulación de deuda.
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Deuda pública
La institución internacional apuntó que la deuda pública global supera 105 por ciento del PIB, frente al 88 por ciento en 2019 y, como era de esperar, los mercados desarrollados tuvieron el mayor aumento, como respuesta fiscal a la pandemia, situación que se vio limitada en la mayoría de los mercados emergentes.
En Estados Unidos, la deuda gubernamental pasó de representar 103.3 por ciento de su PIB en 2019, a 128.6 por ciento en 2020; en la Zona del Euro, esta proporción pasó de 98.5 a 120.4 por ciento; en Japón de 225.3 a 227.3; y en Reino Unido de 105.4 a 133.1 por ciento.
Al observar el aumento de la proporción de la deuda pública con relación al PIB de cada país, se observa que los aumentos en América Latina fueron más moderados que en los países desarrollados; entre 2019 y 2020, la proporción en México pasó de 36.4 a 45 por ciento; en Argentina de 94 a 96.5 por ciento, en Brasil de 88.7 a 101.8, en Chile de 32.7 a 40.7, en Colombia de 49.4 a 60 y en Perú de 27.1 a 29.8 por ciento.
Deuda en hogares
Con respecto a la deuda de los hogares como proporción del PIB, entre 2019 y 2020 aumentó de 74.7 a 78.8 por ciento en Estados Unidos; de 57.8 a 63.1 por ciento en la Zona del Euro; de 57.5 a 56.4 por ciento en Japón; y de 84 a 91.4 por ciento en Reino Unido.En América Latina, esta proporción pasó de 16.2 a 17.1 por ciento en México; de 5.4 a 4.9 por ciento en Argentina; de 30.5 a 34 por ciento en Brasil; de 47.3 a 46.3 por ciento en Chile; de 27.6 a 28.3 por ciento en Colombia; y de 15.8 a 15.2 por ciento en Perú.
Deuda en corporativos no financieros
En relación con la deuda de corporativos no financieros, entre 2019 y 2020 el aumento en Estados Unidos fue de 75.7 a 81.8 por ciento como proporción del PIB; en la Zona del Euro de 106.2 a 117 por ciento; en Japón de 101.6 a 104.4 por ciento; y en Reino Unido de 72.2 a 78.9 por ciento.
En América Latina los aumentos se dieron de la siguiente manera: en México de 25.3 a 30.1 por ciento; en Argentina de 14.4 a 14.9 por ciento; en Brasil de 43.9 a 48.9 por ciento; en Chile de 108.3 a 119 por ciento; en Colombia de 34.3 a 35.2 por ciento; y en Perú de 42.3 a 60.1 por ciento.
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Sector financiero
Estas mismas proporciones, pero en el sector financiero se dieron como sigue: en Estados Unidos la relación deuda/PIB aumentó de 77.8 a 82.4 por ciento; en la Zona del Euro de 120.3 a 121.6 por ciento; en Japón de 154.9 a 169.3 por ciento; y en Reino Unido de 185.3 a 202.4 por ciento.
En América Latina, las proporciones pasaron de 17.2 a 22.7 por ciento en México; de 5.6 a 5.2 por ciento en Argentina; de 41.2 a 62.4 por ciento en Brasil; de 51.9 a 67.8 por ciento en Chile; de 5.5 a 8.7 por ciento en Colombia; y de 12.6 a 13.6 por ciento en Perú.
En un documento, el IIF indicó que algunas medidas fiscales relacionadas con la pandemia probablemente expirarán en 2021 y se prevé que los déficits presupuestarios se mantengan muy por encima de los niveles pre pandemia.
Señaló que aunque los déficits presupuestarios considerables han sido esenciales para abordar la crisis, encontrar la estrategia de salida adecuada podría ser incluso más desafiante que después de la crisis financiera de 2008-2009.
El IIF destacó que la presión política y social podría limitar los esfuerzos de los gobiernos para reducir los déficits y la deuda, poniendo en peligro su capacidad para hacer frente a crisis futuras y esto también podría restringir respuestas políticas para mitigar los impactos adversos del cambio climático.
lvm