Al igual que su padre, Josep Bayod, trabajó durante décadas en una de las compañías más antiguas de España. Así que, cuando llegó el aviso de despido hace un año “sintió como un divorcio”, dice Bayod Cueto, sentado en un café en el pueblo de Sant Sadurní d’Anoia, en Cataluña, donde la empresa productora de vino Codorníu tiene su sede desde hace 500 años.
Su puesto fue 1 de los 100 que se eliminó en 2017, cuando Codorníu comenzó la venta por 390 millones de euros, que se dio como consecuencia de una caída de las ventas al grupo estadounidense Carlyle. Aunque las pérdidas de empleo son anteriores al acuerdo, esto desató los temores de más recortes en el pueblo, cuyos 13,000 habitantes dependen de la producción de cavas.
Esas pérdidas de empleos también arrojaron una atención al creciente papel del capital privado en las negociaciones españolas. En los primeros nueve meses de 2018 los fondos extranjeros de capital privado invirtieron un récord de 4,350 millones de euros en España, de acuerdo con un análisis de la Asociación Española de Entidades de Capital Riesgo (ASCRI).
“España es un lugar atractivo para invertir”, dice Lionel Assant, director de capital privado europeo del grupo estadounidense de adquisiciones Blackstone, que recientemente tomó el control del grupo de juegos de azar Cirsa. “En los últimos años creció por encima de la mayoría de los demás países de la zona euro, aprovechando las reformas estructurales que llevó a cabo el país y esperamos que continúe una tasa saludable de crecimiento”.
El Dato.96
transacciones de Venture Capital se realizaron en México.
Reformas laborales, abren la puerta
España no es el primer país que muestra ambivalencia a los fondos de capital privado. Los analistas de la industria comparan la reacción hostil en España con la de Alemania hace 10 años, cuando el presidente del entonces gobernante Partido Socialdemócrata comparó a los inversores financieros con “una plaga de langostas que descienden solo para arrebatarles los activos a las empresas y eliminar empleos para ganar dinero”.
En el punto más fuerte de la recesión, en 2013, España tenía una de las peores tasas de desempleo de la Unión Europea (UE), con casi la mitad de todos los jóvenes sin trabajo. Sin embargo, ahora disfruta de una de las tasas de crecimiento más saludables. Se espera que el desempleo caiga a 13.3% el próximo año, un nivel todavía alto al ser casi el doble del promedio en la UE, pero por debajo de 16% de 2017.
Conquistan a inversionistas
De acuerdo con varios ejecutivos de propiedad privada en España, las reformas laborales de 2012 y la reforma del sistema bancario actuaron como catalizadores para las negociaciones.
“Durante muchos años, España fue el lugar que evitaban los inversionistas debido a que no disfrutaban de una recuperación como lo hacían otros en Europa”, dice Zurita. “En algún momento se habló de que España saliera del euro y las cifras de desempleo eran bastante alarmantes. Era casi imposible justificar una inversión (en el país)”.
Iñaki Echave, exjefe de Blackstone para España, cree que el aumento de los préstamos de los bancos locales y mundiales ha sido fundamental para los inversores extranjeros. “Durante varios años, los bancos no pudieron o no quisieron prestar. La reforma del sistema financiero en España ha sido más extensa y profunda que en cualquier otro lugar del continente”, dice Echave.
Otros factores en la ecuación
Una economía en crecimiento –el Producto Interno Bruto (PIB) aumentó 3% en 2017– no es el único factor que impulsa la inversión de capital privado. Las preocupaciones sobre el Brexit desviaron la atención a las empresas en España.
El capital privado prospera no solo en España sino también en Europa y EU, donde el año pasado se llevaron a cabo las transacciones más grandes desde la crisis financiera. México no es la excepción, hasta septiembre de 2018 se habían concentrado 96 transacciones de venture capital en el país, por 87 mdd, a través de 118 fondos de inversión, según cifras de la Asociación Mexicana de Capital Privado (Amexcap).
Las 174 operaciones por 153 mdd de 2017 parecían lejanas, sin embargo, entre octubre y diciembre de 2018 se registraron al menos cinco operaciones más por 63.5 mdd, que cerraron un poco la brecha.
Con información de Guillermina Ayala