Basilea III: si alguna vez hubo tres sílabas que pudieran hacer llorar a un banquero adulto, esas son. En los más de 15 años que ya transcurrieron desde la crisis financiera, el mundo occidental pasó por un prolongado proceso de reescritura de las regulaciones para protegerse contra otro 2008. Las últimas piezas de ese rompecabezas —concebido por el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea y conocido como Basilea 3.1— están a punto de ser incorporadas en todo el mundo occidental.
Hasta hace poco, los bancos de Estados Unidos (EU) pensaban que iban a salir peor parados. El vicepresidente de supervisión de la Reserva Federal de EU, Michael Barr, les adornó las reglas de Basilea, lo que provocó una feroz reacción negativa por parte de Wall Street. Pero ese cabildeo, y la intervención apaciguadora del presidente de la Fed, Jay Powell, parece que dejarán a los bancos estadounidenses con un impacto suavizado que será muy similar al de sus rivales europeos: un aumento de tal vez 10 por ciento en sus requisitos de capital en comparación con casi 20 por ciento que se pronosticó, según los banqueros.
La característica más extraña de las reformas estadounidenses es que la mayoría de los bancos pequeños y medianos se van a librar de un trato más duro, a pesar de que fueron precisamente los bancos regionales medianos los que se convirtieron en el centro del nerviosismo de los depositantes el año pasado, cuando quebraron Silicon Valley Bank y First Republic. Sí, la definición de lo que constituye un banco grande se amplió a todo lo que supere 100 mil millones de dólares (mdd), en lugar de 250 mil mdd, pero eso todavía deja a miles de bancos, todos menos los 99 principales, en una situación de un riesgo sistémico potencial.
En Europa pueden acumularse peligros menos evidentes. Pero la forma en que la Unión Europea está implementando Basilea 3.1 —en particular, la forma en que incorpora una disposición previamente temporal que brinda alivio de capital a los bancos con filiales de seguros— es motivo de preocupación.
Un área particular de preocupación es precisamente el tema que hizo tropezar a los bancos regionales estadounidenses: en el entorno de tasas de interés más altas, se acumularon grandes volúmenes de pérdidas ocultas en los bonos a largo plazo. El valor de la exposición de los bancos de la eurozona a los bonos gubernamentales nacionales, que actualmente asciende a 1.5 billones de euros, se desplomó casi 20 por ciento en los dos años transcurridos hasta principios de 2023.
Y si bien las reglas bancarias europeas significan que las pérdidas de la mayoría de los bancos se contabilizan de forma transparente y las aseguradoras aplican una contabilidad de valor razonable similar, existe un desajuste cuando las filiales de seguros se consolidan en las matrices de los bancos.
La fase final de la regulación de Basilea III, posterior a 2008, impulsará la solidez de gran parte del sistema bancario mundial.
Pero gracias al mexican standoff (duelo a la mexicana) en EU y al compromiso danés en la eurozona, todavía hay puntos débiles. Y a una crisis le encanta un punto débil.
DJR