Buscan frenar desastres de inversionistas financieros

FINANCIAL TIMES

Artículo de Goodhart y Lastra. De manera rutinaria estas entidades arruinan compañías que administraban y dejan que otros paguen la cuenta, como en el caso del minorista juguetero Toys R Us.

Las empresas pagaron 20 de 75 mdd que debían a empleados tras la bancarrota. Shutterstock
Jonathan Ford
Londres /

A continuación una historia sobre dinero y responsabilidad. Cómo los inversionistas financieros de manera rutinaria hacen un desastre y dejan que otros paguen.

Empecemos con un espeluznante caso reciente: Toys R Us, el minorista estadunidense que quebró hasta entrar en liquidación el año pasado tras más de una década de propiedad de capital privado.

¿Malas noticias para los inversionistas? Bueno, sí, por supuesto que perdieron las escasas participaciones que habían aportado (aunque como parte de fondos diversificados más grandes). Pero fue una noticia mucho peor para la fuerza de trabajo. Decenas de miles de personas no solo perdieron sus trabajos, sino también su derecho a indemnización por despido.

Más tarde, las empresas de capital privado hicieron un pago de 20 millones de dólares a un fondo para personas en dificultades para tratar de acallar el escándalo resultante (representantes del personal afirmaron que se les debía 75 mdd). Pero eso solo sirvió para poner de relieve la disparidad entre lo que los patrones de adquisiciones sentían que debían y lo que habían extraído. Durante 12 años generaron honorarios de administración sin riesgo de 470 mdd.

Toys R Us dista mucho de ser el único ejemplo de este tipo de capitalismo de “cara yo gano, sol pierdes”. Piensen en el inversionista británico Greybull, que en la última década ya dejó tres veces a los contribuyentes con el compromiso limpiar luego de sus negocios fallidos, más reciente con British Steel en mayo.

O los grandes bonos que se pagaron a los ejecutivos bancarios antes de la crisis financiera sobre la base de activos que después resultaron sin valor. O, de hecho, los dividendos y las bonificaciones que desembolsaron compañías que cotizan en Reino Unido, como Carillion Thomas Cook, que provocaron un alboroto a la luz de su capital social vestigial y de las aplastantes responsabilidades de deuda.

Desde el siglo XIX, los inversores han podido aprovechar la responsabilidad limitada: la capacidad de limitar sus pérdidas al monto de su compromiso de capital. Entonces, ¿por qué la fuerte sensación de que rutinariamente se abusa de este privilegio?

Según un artículo próximo a publicarse de los académicos Charles Goodhart y Rosa Lastra, una de las principales razones es la moda de pagar a los ejecutivos en acciones para “alinear” sus intereses con los de otros inversores.

Los mercados funcionan cuando hay un equilibrio justo entre la codicia y el temor. Pero cuando a los jefes, cuya gestión por lo general es breve, reciben pagos en acciones, dan prioridad a las políticas que maximizan la valoración de capital a corto plazo. Lo único que se verifica es sobre la reputación; no existe la amenaza de que se vaya a la quiebra de forma personal. Por lo tanto, lógicamente acumulan más riesgos, ya sea en forma de activos más arriesgados o deuda.

Goodhart y Lastra centran su análisis en la banca, donde el alto apalancamiento es endémico, y los reguladores son la única línea de defensa contra la asunción de riesgos irresponsables. Pero el capital privado no presenta otra cosa que una oportunidad para las estrategias con una gran carga de deuda.

De hecho, de cierta manera hay más margen para la travesura. Las firmas que se especializan en adquisiciones tienen una regulación ligera y pueden evitar el escrutinio externo. También se expanden rápidamente como una parte del sector corporativo, creciendo dos veces más rápido que los mercados públicos en este siglo, en medio de un discurso triunfal de que ellas dirigen mejor las firmas. A partir de 2017, había alrededor de 8 mil empresas de capital privado en Estados Unidos, eso es casi el doble que las compañías que cotizan en bolsa.

El abuso puede ser claro. Pero apagarlo no es simple. A principios de este año, a la candidata para la presidencia de EU, la senadora Elizabeth Warren, se le ocurrió una medida de mano de hierro de retirar la responsabilidad limitada de las empresas de capital privado. La respuesta que Goodhart y Lastra idearon es más flexible. Proponen dividir a los accionistas en dos categorías: internos y externos.

Las personas dentro de la empresa con información privilegiada y con poder para dirigir la empresa, incluyendo la alta dirección, perderán la responsabilidad limitada. Pueden terminar con una exposición ilimitada en el caso del director ejecutivo, o responsabilidad múltiple (es decir, una exposición mayor que su compromiso de capital original) en el caso de inversores influyentes, como activistas y tenedores dominantes.

Los denominados externos (que se definen como inversores de cartera sin una capacidad real de influir en la dirección) continuarían disfrutando de una responsabilidad limitada como antes.

La belleza del sistema es que no interferiría con las relaciones entre el principal (el propietario) y el agente (el gerente). Pero al hacer que las personas dentro de la empresa con información sean financieramente responsables de sus acciones, volvería a equilibrar el cálculo del temor frente a la codicia. (Para los bancos, los autores sugieren que las personas dentro de la empresa con información, en lugar de todos los accionistas, también asuman el costo de las multas por conducta).

Por supuesto, este tipo de soluciones no están exentas de dificultades, como quién define el límite entre las personas internas y externas, y cómo evitar que las personas dentro de la empresa con información hallen formas de eludir las reglas. Los que se oponen también advierten que ese tipo de cambios puede privar de capital a empresas en dificultades. 

Pero el status quo tampoco está exento de costos. El abuso de responsabilidad limitada fomenta el uso cada vez más abundante del apalancamiento, e inyecta oxígeno en la política populista. Estos pueden conducir a resultados por los que todos deberíamos preocuparnos.

Hacia Navidad

Desde el miércoles, los visitantes de uno de los centros comerciales más lujosos de Nueva Jersey pudieron ver por primera vez los renovados Toys R Us que resurgen de la bancarrota.

Va por 10

La juguetera minorista, que entró en quiebra hace casi dos años, inauguró la primera de las 10 nuevas ubicaciones planeadas para entrar en operación a fines del próximo año.

Estantes

Las nuevas tiendas tienen estantes para niños en espacios especiales almacenados por marcas de juguetes como Paw Patrol, Nerf y Nintendo. Alrededor de mil 500 artículos estarán disponibles.

Digital

El minorista Target Corp. puede solicitar productos distintos a los que se encuentran en los estantes a través de pantallas táctiles en la tienda y entregarlos después.

Dividendos 

La cadena generó más de 7 mil millones de dólares en ventas anuales en Estados Unidos a través de más de 700 tiendas antes de declararse en bancarrota en 2017.

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