La Corte de Equidad de Delaware data del siglo XVIII y se ha enfrentado a muchos retos en su tiempo. Pocos han sido tan estruendosos como el que plantea Elon Musk, fundador de Tesla, que reaccionó a una sentencia en su contra la semana pasada con el típico desafío: “Nunca constituyas tu empresa en el estado de Delaware”, dijo a sus 171 millones de seguidores en su red social X.
Musk estaba furioso por una sentencia de Kathaleen McCormick, la jueza de mayor rango del tribunal, que anulaba su adjudicación en 2018 de opciones sobre 12 por ciento de las acciones de Tesla. El empresario exigió un fuerte incentivo financiero para aumentar el valor del fabricante de vehículos eléctricos, y funcionó: Tesla se convirtió en una de las compañías más valiosas del mundo y sus acciones acabaron valiendo 56 mil millones de dólares.
McCormick invalidó la decisión, al decidir que varios miembros del Consejo de Administración, compuesto por ocho personas, eran demasiado cercanos a Musk y no cumplieron con su deber de negociar la remuneración del director ejecutivo con independencia de lo que él deseara. El paquete fue aprobado por los accionistas, pero la jueza dictaminó que su voto no estaba informado.
Las compañías deciden en qué estado constituirse legalmente, a menudo al margen de la ubicación de sus sedes; muchas eligen Delaware por el dominio del pequeño tribunal y su reputación de pragmatismo y pericia jurídica.
Musk quiere cambiar esta situación. Como director ejecutivo prometió una votación de los accionistas sobre el traslado de la incorporación de Tesla a Texas, que formó un tribunal de negocios. En el pasado se ha acusado a Delaware de ser excesivamente favorable a los Consejos de Administración; ahora se enfrenta a una nueva impugnación judicial.
En la práctica, el tribunal trata de equilibrar los intereses de los inversionistas y los Consejos de Administración con su regla del business judgment (discrecionalidad empresarial). Si los directores actúan de buena fe, pueden tomar las decisiones que consideren buenas para la empresa sin que se les cuestione legalmente. Busca intervenir solo cuando los Consejos no supervisan ni recompensan adecuadamente a los ejecutivos.
Por más experto que pueda ser Musk en las disrupciones, la competencia de Delaware será difícil de desplazar. El tribunal tiene más de 200 años de historia, un círculo de expertos en Wilmington y una reputación de imparcialidad en disputas corporativas ganada a pulso. Texas tiene un largo camino por recorrer para igualarla. Por extraordinarios que hayan sido los logros de Musk, un Consejo se debe ser algo más que un club de fans.
DJR