Contra todos los pronósticos, Andrés Manuel López Obrador surgió como un hábil domador de Donald Trump.
La relación entre los líderes de México y Estados Unidos sobrevivió a la amenaza de los aranceles estadunidenses, el tiroteo contra mexicanos en un Walmart en Estados Unidosy el asesinato de mormones estadunidenses en México, así como a la construcción de un muro fronterizo y la crisis de migrantes.
Incluso cuando Trump jugaba con la idea el mes pasado de designar a los cárteles del narcotráfico del país como grupos terroristas, sin duda se aseguró de elogiar a su contraparte mexicana.
López Obrador en gran medida logró hacerlo al ceder ante las demandas de Trump. El presidente mexicano hizo que su único objetivo de política exterior este año en su administración sea mantener contento a su turbulento vecino. Si bien la estrategia pragmática hasta el momento ha funcionado, ha sido costosa, advierten los analistas.
Por ejemplo, el llamado Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC): había sonrisas por todas partes la semana pasada cuando el presidente mexicano recibió al representante comercial de EU, Robert Lighthizer, y a otros dignatarios para firmar los cambios del nuevo acuerdo de libre comercio de América del Norte.
Lighthizer elogió a López Obrador como una “figura histórica”, haciendo eco de los halagos que Trump ha expresado sobre el líder de izquierda a pesar de estar en el lado opuesto del espectro político.
Pero incluso cuando estalló una breve disputa sobre las disposiciones laborales y se resolvió esta semana, los expertos que revisaron la letra pequeña de los cambios en el tratado descubrieron que México hizo una serie de concesiones potencialmente perjudiciales en el acuerdo, que reemplazará al tratado de un cuarto de siglo del TLCAN. Como lo expresó un abogado de comercio en Washington: “Ahora sé por qué Lighthizer fue tan efusivo”.
En mayo, Trump amenazó con imponer aranceles a todas las exportaciones mexicanas, a menos que López Obrador tomara medidas enérgicas contra un aumento en el número de inmigrantes que llegaba a la frontera con EU. “México cedió de inmediato, de la manera más completa posible”, dijo Dan Restrepo, quien fue el hombre clave de Barack Obama en América Latina.
México desvió a miles de miembros de su nueva policía de la Guardia Nacional para que en lugar de luchar en contra de una creciente crisis de seguridad interna se encargaran de disuadir a los inmigrantes a petición de Trump. También recibió en México a 55 mil migrantes que enfrentan la larga espera de sus audiencias de asilo. El resultado ha sido una caída de 75 por ciento en los arrestos de migrantes en la frontera de Estados Unidos. A Trump le complace esto.
López Obrador es en gran medida indiferente a los asuntos mundiales y ha evitado meticulosamente la confrontación con su principal socio comercial para proteger la economía de México, actualmente en dificultades. Anuncia el respaldo de EU —que todavía no se traduce en dólares reales— para sus planes de desarrollo que buscan disuadir la migración y frenar el flujo de armas estadunidenses a México.
Pero en una encuesta en el periódico El Universal el mes pasado se encontró que el apoyo a la política de México sobre Estados Unidos cayó de 47 por ciento en marzo a 36 por ciento.
El líder mexicano “ha sido astuto en el sentido de aplicar la mejor estrategia para tratar con Trump debido a su personalidad”, dijo Verónica Ortiz, directora de Comexi, un grupo de expertos en relaciones exteriores. “Pero fue un giro de lo que prometió en la campaña de las elecciones mexicanas”.
Los dos líderes son rebeldes políticos, López Obrador es una rara mezcla de político de izquierda que abraza la prudencia fiscal de las políticas neoliberales que le gusta criticar. Trump es un republicano que acogió el estímulo fiscal. Los dos son populistas que comparten una creencia en sus instintos.
“La relación se gestiona de manera ad hoc: más personal, menos institucional”, dijo Antonio Ortiz-Mena, consultor y ex miembro del equipo de negociación del TLCAN en México.
López Obrador pregona el respeto por Estados Unidos y exige reciprocidad, pero nadie se deja engañar de que se trata de una relación de iguales. Los cárteles, las drogas, la migración y la inseguridad se convierten en objetivos políticos tentadores el próximo año, cuando Trump busque la reelección. “Si Estados Unidos tiene la percepción de que México es un pusilánime, piensa cómo puede presionar a México en un año electoral”, dijo Ortiz Mena.