Conflicto. A menos de que Trump salga electo o anime a China a invadir Taiwán, el conflicto en Gaza no es un evento catastrófico para el comercio; tampoco se ve a Occidente o al sur global uniéndose en bloques
Si el comercio y la economía son realmente una cuestión de política en estos días, los terribles atentados de Hamás y el mortífero bombardeo de Israel a Gaza, sin duda, abrirán una nueva fisura mundial entre naciones ricas y pobres. Estados Unidos apoyó diligentemente a Israel, su cliente de mucho tiempo, y los países de bajos y medianos ingresos en su mayor parte se pusieron del lado de los palestinos. ¿El conflicto de Gaza podría ser el momento en que el denominado “sur global”, finalmente se reafirme como fuerza geoeconómica?
La respuesta: probablemente no. En una lectura superficial, el aislamiento de Estados Unidos dañará su posición global, tanto entre la mal llamada alianza “occidental” de democracias ricas que lidera como entre los mercados emergentes que quiere que se unan a su pandilla geoeconómica escéptica de China. Una inspección más detallada sugiere que eso es exagerar mucho. El episodio no muestra a “occidente” o al “sur global” (el este y el norte aparentemente no tienen su propia agrupación, lo siento) uniéndose en bloques firmes. En cualquier caso, una cuestión de política exterior sin un gran impacto económico global es poco probable que haga mucho para cambiar los patrones de comercio.
En la votación de la Asamblea General de la ONU del 26 de octubre en la que se pedía un alto el fuego en Gaza, Estados Unidos formaba parte de una pequeña minoría y se unió a Israel para oponerse a la resolución. Solo 14 países votaron en contra, 45 se abstuvieron y 120 votaron a favor. Pero la Unión Europea, lejos de seguir servilmente el ejemplo de Estados Unidos, estaba desperdigada. Cuatro estados miembros de la Unión Europea se opusieron a la moción, 15 se abstuvieron y el resto, incluidos Francia y España, miembros de la OTAN, la apoyaron. La mayoría de los países en desarrollo estaban a favor, pero India, el autodenominado líder del “sur global”, se ha estado acercando a Israel en los últimos años y se abstuvo.
EU también conserva peso en política exterior en algunos sectores que se podría esperar que se solidarizaran con el lado palestino. Los Emiratos Árabes Unidos, que firmaron un acuerdo comercial con Israel el año pasado después de normalizar las relaciones diplomáticas en 2020, votaron en la ONU a favor de un alto el fuego, pero de hecho podrían acercarse a EU, su tradicional garante de seguridad, en caso de que el conflicto se extienda por Medio Oriente.
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En cualquier caso, la historia sugiere que incluso cuando se culpa más directamente a Estados Unidos por muertes masivas a causa de su temeridad en política exterior, eso no afecta su capacidad para comerciar o negociar. La opinión mundial sobre EU cayó enormemente después de la guerra de Irak de George W. Bush en 2003, con un descenso de entre 30 y 40 puntos porcentuales en algunos países europeos y una fuerte caída en las naciones musulmanas de medianos ingresos. Pero eso no convirtió a Estados Unidos en un paria comercial. Las exportaciones como porcentaje del producto interno bruto de EU impulsaron una recuperación del comercio mundial que pasó del 9 por ciento del PIB en 2003 a más de 12 por ciento en 2008, el último año de Bush en el cargo.
Y EU logró iniciar conversaciones para el acuerdo comercial de la Asociación Trans-Pacífico de 11 naciones en 2008, incluidas aquellas como Singapur que se inclinan económicamente hacia China. De igual manera, esta semana EU lidera negociaciones con 13 países de Asia y el Pacífico en su programa Marco Económico del Indo-Pacífico (IPEF, por sus siglas en inglés). No hay mucha sustancia en la iniciativa, pero es una señal política para los países que desean mantener buenas condiciones comerciales con Estados Unidos, y no hay señales de que los países del IPEF se retiren en protesta contra el apoyo de EU a Israel.
El apoyo retórico a los palestinos es una manera fácil para que los mercados emergentes (y algunos europeos) se hagan pasar por escépticos de un orden político dominado por Estados Unidos, pero en términos económicos su reacción a los acontecimientos en Gaza probablemente sea pragmática. Aunque el conflicto está causando daños a las economías de Medio Oriente, es poco probable que se note mucho fuera de la región a menos de que se produzca una conflagración más amplia que haga subir los precios del petróleo.
Después de la invasión de Rusia a Ucrania, las democracias ricas formaron un bloque geopolítico bastante sólido para oponerse a Moscú, pero los países en desarrollo se han mantenido con determinación (y sensatez) oportunistas en materia comercial y económica en lugar de tomar partido. A veces, enfatizando explícitamente su condición de no alineados, los mercados emergentes han buscado relaciones comerciales tanto con EU como con China, enfrentando a unos contra otros.
Es cierto que si el conflicto de Gaza debilita a Joe Biden a nivel nacional hasta el punto de que Donald Trump sea elegido presidente de EU el próximo noviembre, o si China se anima a invadir Taiwán, el impacto catalizador sobre la economía global será severo. Pero aparte de eso, aunque el comercio sin duda está más politizado que hace 20 años, la mayoría de los gobiernos probablemente no permitirán que un conflicto en un territorio lejano afecte su búsqueda de intereses económicos propios.
El conflicto de Gaza puede ser un punto de inflexión para la actividad de EU en Medio Oriente, especialmente dada la resistencia interna que está encontrando Biden a su línea proisraelí. Pero a falta de una rápida escalada o efectos en cadena en Estados Unidos y China, hasta ahora no ha logrado provocar un realineamiento generalizado en las relaciones geoeconómicas. El “sur global” y “Occidente” no son bloques más cohesionados ahora que antes de que comenzara el conflicto.