Falta de empresas y clase media, reto latinoamericano

Especialistas. Los altos precios, la falta de empleos con salarios más altos y poco acceso al crédito, factores para caer en pobreza.

La informalidad impera en la parte pobre de la región. JAVIER RíOS
Jude Webber y Federica Cocco
Ciudad de México y Londres /

La alguna vez región emergente más próspera del mundo, América Latina quedó rezagada en los últimos años, en parte debido a la carencia de una franja: la falta de empresas medianas y la escasez de consumidores de clase media, de acuerdo con una investigación reciente.

Si bien la contribución de las economías emergentes al crecimiento global subió de 37 por ciento en 1980 a 60 por ciento este año, la proporción de América Latina en ese desempeño se redujo. De generar un tercio del crecimiento de las economías emergentes hace tres décadas, ahora solamente contribuye con 12 por ciento.

El crecimiento en toda la región registró un promedio de 2.8 por ciento anual entre 2000 y 2016, en comparación con la tasa de crecimiento promedio de 4.8 por ciento en las otras 56 economías emergentes, excluyendo a China.

Una de las razones por las que Latinoamérica se quedó rezagada es que la región carece de un nivel sólido de empresas de tamaño medio capaces de crear trabajos productivos y una clase media robusta de consumidores cuyos gastos y ahorros puedan impulsar la demanda y la inversión, de acuerdo con un informe de McKinsey Global Institute.

Hacer frente a esas brechas paralelas puede aumentar el crecimiento anual a 3.5 por ciento para 2030, estima McKinsey; eso le daría un impulso al producto interno bruto de América Latina en 1 billón de dólares, mil dólares adicionales al año per cápita.

“Las empresas más pequeñas no crecen lo suficientemente rápido para volverse grandes”, comentó Alberto Chaia, socio senior de McKinsey en la Ciudad de México y coautor del informe. Y advierte que “los factores demográficos están cambiando. Ya no puedes depender de la demografía para el crecimiento”.

Cuando se mide en relación a su PIB, Argentina, Brasil y México solamente tienen cerca de la mitad de empresas con ingresos por encima de 50 millones de dólares que las otras 10 economías emergentes principales que McKinsey utilizó para comparar, China, India, Indonesia, Malasia, Filipinas, Polonia, Rusia, Sudáfrica, Tailandia y Turquía.

La región cuenta con titanes como Anheuser-Busch InBev, América Móvil, Bimbo, Cemex, Embraer, Femsa, Techint y Arcor, pero en el otro extremo de la escala, lo que abunda es la informalidad.

Y la población de América Latina está fuertemente dividida económicamente entre los superricos y los muy pobres, lo que frena el nivel de ahorros y por lo tanto la tasa de inversión, que se da a la mitad del nivel de las economías emergentes del este de Asia.

Desde 2000, la pobreza en la región se redujo a la mitad para ubicarse por debajo de 15 por ciento de la población, pero una cuarta parte permanece vulnerable a salir de la clase media dados los altos precios, la falta de empleos con salarios más altos y poco acceso al crédito, destacó McKinsey.

Los dos factores se relacionan entre sí, explicó Andrés Abadia, economista internacional senior de Pantheon Macroeconomics. “Los consumidores de clase media representan alrededor de 40 por ciento del total de la población latinoamericana, es crucial que les vaya bien para que crezcan las pequeñas y medianas empresas”.

La productividad es un “problema enorme”, dijo Abadia. “Los gobiernos deberían invertir en investigación y desarrollo, así como en educación e infraestructura, para impulsar esos números”.

Marco Oviedo, jefe economista de Barclays en México, comentó a respecto: “el reto para las empresas y los sindicatos también es llegar a establecer una especie de regla para vincular el crecimiento del salario con la productividad con el fin de evitar una mayor inflación o mayores costos para las empresas”.

Los negocios de la región también necesitan alejarse de los subsidios del gobierno que crean distorsiones económicas, dijo.

Algunos factores que contribuyen a eso son idiosincráticos en determinados países, de acuerdo con Gersan Zurita, vicepresidente senior de Moody’s. En México “la economía es bipolar, la dominan los oligopolios y los monopolios, por ejemplo, una sola gran compañía de servicios públicos es propiedad del gobierno o una gran compañía petrolera también es propiedad del gobierno”, dijo. “Y después toda una serie de pequeñas empresas, no hay mucho en medio”.

El sistema fiscal mexicano frena a las empresas al incentivarlas efectivamente a permanecer pequeñas, agregó: “Tan pronto como tienen más de de 200 o 250 empleados, su impuesto sobre la renta se va al cielo, así que se frenan en las contrataciones”.

Mientras que en Brasil, Zurita culpó a las regulaciones arcaicas, sistemas fiscales y burocracia.

“En esta nueva economía, las empresas tienen que moverse muy rápido para ponerse al día con las firmas globales y expandirse, no pueden hacer esto en un sistema que tiene 80 años”, dijo, y señaló que el gobierno está tratando de digitalizar y simplificar sistemas.

Es un asunto que ocupa cada vez más las mentes de los políticos que gobiernan en la región.

En México, Andrés Manuel López Obrador, el presidente nacionalista de izquierda, prometió sacar al país de una rutina de tres décadas en la que el crecimiento registró un promedio de 2 por ciento al año, pero la economía se contrajo en el primer trimestre.

El presidente de extrema derecha de Brasil, Jair Bolsonaro, prometió abrir la economía, relativamente cerrada, pero enfrenta una batalla por la reforma de las pensiones, y eso tiene consecuencias económicas, de acuerdo con Cassiana Fernández, economista jefe de de JPMorgan en Brasil.

“Las tensiones políticas de principios de año llevaron a una importante reducción en la confianza empresarial, con consecuencias para el crecimiento anual”, dijo.

Hay señales de progreso: un número cada vez mayor de empresas fintech como Nubank, Rappi, Mercado Libre y Cornershop encabezan la innovación en lo que Chaia de McKinsey calificó como “las primeras señales de una primavera digital”.

Pero cambiar la economía de la región requiere que sus empresas medianas y frágiles sean más dinámicas, dijo. “A menos que promuevas la formalización, la digitalización de la economía y el aumento de la productividad, será muy difícil poder. 

Caída

De generar un tercio del crecimiento de las economías emergentes hace tres décadas, ahora América Latina solo contribuye con 12 por ciento.

Aporte

La contribución de las economías emergentes al crecimiento global subió de 37 por ciento en 1980 a 60 por ciento este año.

Hacia abajo

El crecimiento regional promedió 2.8%anual entre 2000 y 2016, en comparación con la tasa de 4.8 por ciento en las otras 56 economías.

Trabas

La región carece de empresas medianas capaces para crear trabajos productivos y una clase media robusta de consumidores, según McKinsey Global Institute.

Proyección

Hacer frente a esas brechas paralelas puede aumentar el crecimiento anual de América Latina a 3.5 por ciento para 2030.

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