Por fin está ocurriendo. El Departamento de Justicia de Estados Unidos se hizo cargo del caso antimonopolio de nuestra era, acusó a Google de proteger ilegalmente su participación de 92 por ciento del mercado mundial de búsquedas. Entre las evidencias se encuentran los tratos con Apple y otros grupos de tecnología para fijar el motor de búsquedas como la opción predeterminada en todos los dispositivos y plataformas. El Departamento alega que Google y Apple se unieron para mantener el dominio. Eso tiene sentido para mí, ya que hay pruebas de su comportamiento que se remontan a hace más de una década que sugieren justo eso.
Como ejemplo, la demanda colectiva de 2011 en la que en los documentos se presentó cómo en 2007 el fundador de Apple, Steve Jobs (entonces director), llamó a Google para quejarse de que un reclutador trató de contratar a uno de sus ingenieros de software.
Eric Schmidt (en ese entonces CEO de Google) envió un correo electrónico al departamento de recursos humanos de su compañía en el que dijo: “Creo que tenemos una política de no contratar personal de Apple… ¿puedes detener esto y decirme por qué está sucediendo? Voy a tener que responder rápidamente a Apple”. Schmidt agregó que respondería “verbalmente, ya que no quería crear un rastro de documentos sobre el cual los pudieran demandar después”.
Resultó que un grupo de grandes firmas de tecnología puso en marcha acuerdos de “no llamar” para evitar que las empresas se robaran entre sí los mejores talentos. Varios abogados y asesores del Congreso me señalaron que los cárteles de empleo son el tipo de cosas por la que la gente puede ir a la cárcel. Pero el gobierno de Obama llegó a un acuerdo sin buscar una sanción. Google, Apple y otros grupos involucrados en el escándalo, entre ellos Adobe e Intel, acordaron pagar 415 millones de dólares en daños a 64 mil empleados.
¿Recuerdan la escena de El Padrino cuando cinco familias de la mafia se dividían el pastel geográfico y los sectores? La relación entre los gigantes de tecnología siempre me recordó eso. Cuando los críticos se quejan de que no hay suficiente competencia, los líderes de estas firmas responden que hay una competencia muy dura entre sí. Pero el nuevo caso y el informe de este mes del subcomité judicial de la Cámara de Representantes alegan que es probable que se ayuden entre sí para mantener las posiciones dominantes.
El ejercicio de favor con favor se paga es caro, pero vale la pena. Google pagó una quinta parte de sus ingresos globales a Apple para garantizar que su motor de búsquedas sea predeterminado en los dispositivos de la marca. Google necesita a Apple, pero a medida que Apple depende más de los servicios para obtener sus ingresos, necesita más de Google. Como un empleado de Apple le escribió a un homólogo de Google en 2018: “Nuestra visión es que trabajamos como si fuéramos una sola compañía”.
“Es un “ecosistema de beneficio mutuo”, dice la profesora de derecho de la Universidad de Columbia Lina Khan, quien ayudó a redactar el informe de la Cámara. Para mí, este ecosistema refleja los trust industriales a la llegada del siglo XX, cuando los magnates del petróleo, el acero y los ferrocarriles a menudo trabajaron juntos para proteger sus intereses.
Esos trust se disolvieron con demandas basadas en la ley antimonopolio Sherman de 1890, que el Departamento de Justicia empleó cuando intentó penalizar a Microsoft por abusar de su dominio en las computadoras personales. Ahora se utiliza la misma ley para tratar de evitar que Google haga tratos de distribución con competidores, favoreciendo sus propios productos en las búsquedas y restringiendo los sitios web que utilizan su plataforma de publicidad AdSense para que también utilicen servicios de la competencia.
El tamaño de Google crea barreras para los competidores tanto en el lado de la “oferta como en el de la demanda”, como se expresó en julio en el informe de la Autoridad de Competencia y Mercados de Reino Unido sobre plataformas en línea. Un ejemplo es el “rastreo web”, por medio de algoritmos se “peina” internet y se “arrastran” las páginas web más relevantes. Google fue el primero en hacerlo, y su éxito ayudó a mantener su dominio.
En la actualidad, es muy costoso para cualquier otro proveedor de motores de búsqueda, con excepción de Microsoft, tratar de competir a gran escala. Debido a que demasiados rastreadores pueden tumbar los sitios web, los propietarios de páginas web bloquean todos menos unos cuantos. Todo esto se traduce en más clics, mejores algoritmos y una mayor participación de mercado para Google.
¿Cuál es la solución? Algunas ideas incluyen cambiar la configuración predeterminada, obligar a Google a escindir Android, crear rastreadores independientes o hacer públicos los algoritmos detrás del éxito de Google. Eso convertirá a la compañía en lo que al final se convirtieron los monopolios ferroviarios y de telecomunicaciones: servicios públicos regulados.
Los fundadores de Google hicieron una recomendación similar en un artículo de la Universidad de Stanford que escribieron en 1998. De manera profética escribieron que los conflictos de interés en un motor de búsqueda privado a gran escala requerirán un “motor de búsqueda competitivo y transparente”. Estoy a favor. No se puede ser excelente (o no ser malvado, para citar el lema original de Google) sin ser justo.
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Nokia y Ericsson van por la red 5G
El creciente veto a Huawei está despejando el camino a los fabricantes Nokia y Ericsson hacia para el despliegue de la red 5G. Huawei ocupa el liderazgo mundial en el sector con una cuota de entre 35 y 40 por ciento, muy por encima de Ericsson (20-25 por ciento) y cerca del doble de Nokia (15-20 por ciento), según datos de Dell’Oro. El último país en sumarse fue Suecia, sede de Ericsson, con lo que sigue el camino de EU de prohibir a Huawei por cuestiones de seguridad; tanto autoridades chinas como la firma han desmentido las acusaciones. A la fecha, se han sumado al bloqueo Australia, Canadá, Gran Bretaña, Eslovenia y Japón.