De toda la gran cantidad de problemas que causó el covid-19, tres de los más visibles han sido la inseguridad alimentaria, la desaparición de las pequeñas empresas y la volatilidad del mercado de activos.
Todas esas cosas podrían estar a punto de empeorar, gracias a un inesperado cambio financiero. Los grandes bancos, entre ellos ABN Amro, ING y BNP Pari bas, retiran o reducen el financiamiento de comercio de materias primas. Esto dejará un hueco de financiamiento para algunos de los granjeros, productores agrícolas y distribuidores, así como para las cadenas de supermercados y otras pequeñas y medianas empresas que representan partes esenciales de la cadena mundial de suministro de alimentos.
El problema es como un enorme ice berg por debajo de la superficie de los mercados financieros, uno que todavía no podemos ver, pero al que sin embargo nos dirigimos, de acuerdo con Michael Greenberger, profesor de la Carey School of Law de la Universidad de Maryland y ex director de operaciones y mercados de la Comisión de Operaciones de Futuros de Materias Primas de EU.
A él le preocupa que si compañías agrícolas del segundo y tercer nivel, que dependen de ese tipo de financiamiento para cosas como el despacho o la producción, pero que también cubren los precios en una industria volátil, no pueden obtener financiamiento o tienen que pagar tasas más altas a los bancos en la sombra, podríamos registrar un aumento en el precio de los alimentos. También podríamos ver una mayor concentración corporativa y un aumento en el riesgo de mercado, señala, posiblemente en los próximos dos meses.
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“Cada productor comercial tiene que cubrir el riesgo al comprar contratos de futuros”, dice el profesor Greenberger, quien señala que los ciclos de cultivo tardan meses, durante los cuales los precios pueden tener grandes fluctuaciones. Con el fin de lograr esto, pueden necesitar financiamiento comercial a corto plazo.
Si los bancos están dispuestos a prestar solamente a los grandes operadores globales de materias primas, como Vitol Group, Trafigura y Mercuria, o a gigantes agrícolas de EU como Cargill, ADM o Bunge, entonces los productores medianos y pequeños tendrán que recurrir a la banca en la sombra, una práctica que ya es algo común. Eso, junto con la falta de transparencia que se produce al no contar con una cámara de compensación para ese tipo de acuerdos, hace casi imposible que los bancos digan si un solicitante de préstamos tal vez comprometió la misma garantía más de una vez.
Dada la presión a la que los bancos ya están sometidos, con mayores requisitos de capital derivados de las regulaciones internacionales, agravado por las nuevas presiones de financiamiento por la pandemia, no es de extrañar que muchos de ellos hayan decidido retirarse, o hacer negocios con los clientes más grandes.
Esto exacerba una tendencia actual que gana fuerza después en la etapa posterior al covid-19: las compañías más grandes son cada vez más grandes. Esto era cierto en muchos sectores mucho antes de que golpeara la pandemia. El covid-19 expuso crudamente las vulnerabilidades del poder del monopolio en los alimentos, creando un exceso de oferta en algunas áreas y escasez y precios altos en otras.
Greenberger y varios expertos creen que los cambios de los grandes bancos lejos del financiamiento para el comercio podrían exponer más fragilidad. “El primer motivo de preocupación es poder obtener un contrato de futuros, ¿los pequeños productores de alimentos tendrán que pagar mucho más por uno? Entonces, si el contrato va en contra tuya, ¿puedes cubrir los márgenes?”.
Si no pueden, es fácil imaginar otra disrupción en las cadenas de suministro que genere más caos e inseguridad alimentaria a finales de este año. Eso posiblemente podría provocar volatilidad en el mercado si un número suficiente de compañías agrícolas altamente apalancadas quiebran al mismo tiempo.
La desaparición de los agricultores más pequeños tendría un efecto dominó en otras empresas, entre ellas las de empaque, fabricación y transporte, y su deuda podría convertirse en un riesgo de mercado más amplio.
Ella dice...“El malestar social e incluso las revoluciones a menudo comienzan cuando los precios de los alimentos y el combustible se disparan”
Como mínimo, al tener en cuenta los mayores costos de los préstamos para una gran parte de los productores, el aumento de los precios de los alimentos parecería una conclusión inevitable. Esa no será una buena noticia para las legiones de consumidores desempleados que luchan por llegar a fin de mes.
Esto subraya un punto clave: las ramificaciones de las disrupciones de los precios de las materias primas también se vuelven políticas. El malestar social e incluso las revoluciones a menudo comienzan cuando los precios de los alimentos y el combustible se disparan. Los disturbios por el pan fueron uno de los catalizadores del levantamiento árabe de 2011. En EU, el aumento del precio del petróleo llevó a audiencias en el Senado sobre si los problemas de la crisis financiera de 2008, incluyendo las operaciones de riesgo por parte de los grandes bancos, todavía no se habían resuelto.
Los grandes bancos prosperaron a pesar de las restricciones que se les impusieron durante la última década. Los grandes operadores de productos agrícolas y de materias primas probablemente harán lo mismo ahora. Es posible que otros no sean tan afortunados.
srgs