La batalla contra la inflación está “en el tramo más difícil”

Después de 18 meses de doloroso crecimiento de los precios, los datos de los meses de otoño en Estados Unidos y Europa se muestran mejor de lo esperado.

El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, y la lideresa del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. Reuters
Consejo Editorial
Londres /

Editorial. Es muy pronto para declarar misión cumplida, pues los bancos centrales aún tienen dificultades para llegar al objetivo de 2% y mantenerlo pese a los riesgos


La inflación está bajando con rapidez. Después de 18 meses de doloroso crecimiento de los precios, los datos de los meses de otoño en Estados Unidos y Europa se muestran mejor de lo esperado.

La inflación anual de la eurozona en noviembre cayó a 2.4 por ciento, a un paso del objetivo de 2 por ciento del Banco Central Europeo (BCE). En Estados Unidos bajó a 3.2 por ciento en octubre, mientras que en Gran Bretaña cayó más de 2 puntos porcentuales, hasta 4.6 por ciento. Esto merece celebrarse, pero declarar el fin de la batalla contra la inflación —como algunos hacen ahora— huele a complacencia.

El principal motor de la caída es la disminución de las presiones externas sobre los precios. Europa se vio afectada por una crisis en las tarifas de alimentos y la energía tras la invasión de Rusia a Ucrania, pero los precios anuales de la energía en la eurozona cayeron cerca de una tasa récord el mes pasado. Y en Reino Unido, el alza en precios de los alimentos siguió bajando. Estados Unidos estaba más resguardado de la guerra de Vladímir Putin, pero se vio afectado por las disrupciones en la cadena de suministro que persistieron durante toda la pandemia. Esas tensiones también disminuyeron ahora.

Al desvanecerse los efectos de las crisis de precios anteriores, posiblemente ya se recogieron los frutos más inmediatos en el camino hacia el 2 por ciento. Los banqueros centrales ya dijeron en repetidas ocasiones que el último tramo, que consiste en controlar el crecimiento de las tarifas internas de bienes y servicios, será más difícil. Tienen un incentivo para reiterar este mensaje. Los inversionistas se entusiasmaron por los datos inferiores a lo esperado y anticipan recortes de las tasas antes de lo que indican los responsables de las políticas monetarias el próximo año. Esto ya relajó un poco las condiciones financieras.

El problema para los banqueros que hacen eco de la narrativa de que “el último tramo es más difícil” es que la inflación subyacente dio un giro. En la eurozona es de 3.6 por ciento. En EU también se encuentra en su nivel más bajo desde abril de 2021. Cada vez hay más señales de una disminución de la actividad económica en ambos lados del Atlántico.

Pero la narrativa prudente no solo es retórica. Aunque los mercados laborales se enfriaron, siguen restringidos. El Indeed Wage Tracker muestra que el crecimiento anual de los salarios anunciados cayó desde sus puntos máximos, pero todavía es elevado. Los datos de Reino Unido señalan que los paquetes salariales crecieron 7 por ciento en octubre. Esto está alimentando la alta inflación de los servicios, el componente más importante de los índices de precios.

También hay que tener en cuenta factores y riesgos idiosincrásicos. En Europa, los efectos de base de la alta inflación en la energía del año pasado serán menos favorables. Capital Economics espera que la inflación de la eurozona repunte hasta al menos 3 por ciento en diciembre. Los beneficios preelectorales en Europa y Estados Unidos también pueden impulsar la demanda. Y los precios del petróleo se muestran inestables en medio del conflicto en Medio Oriente. También es ligeramente preocupante el repunte de las expectativas de inflación a largo plazo en EU el mes pasado, hasta su nivel más alto desde 2008.

Es demasiado pronto para declarar misión cumplida. Después de todo, el objetivo de los bancos centrales es volver a ubicar la inflación en 2 por ciento y que se mantenga allí. En este momento, existen riesgos en ambos lados.

Dado que el impacto de los anteriores aumentos de las tasas todavía se deja sentir —y las tasas de interés reales están subiendo— es posible que los bancos centrales deban considerar estrategias de recorte en 2024 antes de lo que piensan. La probabilidad de no alcanzar el objetivo, sobre todo en la eurozona, aumentó. Al mismo tiempo, las autoridades deben vigilar de cerca la inflación subyacente para detectar señales de rigidez y determinar cómo también pueden influir en los precios las dinámicas a mediano plazo, como el cambio demográfico, la revolución de la inteligencia artificial y los cambios geopolíticos. Las señales contradictorias serán difíciles de leer. De hecho, el último tramo puede ser el más difícil.

Financial Times Limited. Declaimer 2021


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