Hace menos de tres años México recibió una noticia insólita: Bacanora Lithium encontró el yacimiento de litio más grande del mundo en Sonora. Mineral con el que se fabrican baterías para la mayoría de los equipos electrónicos, desde un auto hasta un celular o producir cerámica.
Después de que Mining Technology declarará el proyecto de Bacanora Lithium como el más grande del mundo, el gobierno prendió las alertas y desde el Senado se propuso nacionalizar el litio y regular su exploración, extracción y producción.
En noviembre de 2020, el senador Alejando Armenta, del partido Morena, presentó una iniciativa inspirada en el modelo boliviano de nacionalización para que los beneficios se queden en México. El legislador considera que la explotación podría ser muy ventajosa para el país ahora que los precios se han recuperado 88% en lo que va de año y rozan los 12,000 dólares por tonelada. “Lo que hoy vale el litio en México es 4.5 veces el valor de la deuda externa soberana, que asciende a 11 billones de pesos”, dijo Armenta luego de presentar la propuesta.
Aunque todavía no hay muchos detalles, la propuesta va en línea con el discurso de soberanía energética y nacionalismo que defiende el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Con esta medida, México sería el segundo país de América, después de Bolivia, que decide cerrar a las empresas de la iniciativa privada la explotación del litio.
Sin embargo, la propuesta llega algo tarde, ya que México ha entregado 36 concesiones para explorar y explotar el litio en 94,740 hectáreas, en periodos de 50 años, que en su mayoría vencen entre 2060 y 2065. Otras están en proceso de obtención de permisos y representan otras 527,000 hectáreas del territorio nacional, según datos del Sistema Integral sobre Economía Minera (SINEM).
El Dato...8 millones de toneladas
alcanzan las reservas de litio a nivel mundial, según el Servicio Geológico de Estados Unidos.
Esto, aunado al alto costo de los procesos de extracción del litio en arcilla —como son los del territorio mexicano— presenta a la nacionalización de este mineral como una medida menos atractiva para un país que carece de la infraestructura necesaria para aprovecharla.
“Es un elemento súper abundante en la tierra, sin embargo su explotación no es rentable en la mayoría de los casos. Por eso su explotación se da en pocos países”, explica Martín Obaya, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina.
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El yacimiento más grande del mundo
La concesión minera en el pueblo Bacadéhuachi en manos de la empresa inglesa Bacanora Lithium y la china Gangfeng Lithium, despertó el interés de los inversionistas y de los políticos mexicanos. Debido a que el litio se encumbra como “el nuevo petróleo”, las partes buscan sacar beneficio de un potencial negocio de miles de millones de dólares.
Se proyecta que las ventas anuales de baterías hechas de iones de litio alcancen un valor de 100,000 millones de dólares para 2029 y alrededor de 116,000 mdd para 2030, según Bloomberg New Energy Finance. En ese marco, los países que cuentan con reservas de litio han desplegado diferentes estrategias para sacar rédito del alto potencial que tienen por delante y México se suma a esta carrera.
El yacimiento de Sonora tiene reservas probables de 243.8 millones de toneladas de litio y tendrá como su principal destino el mercado asiático, según Bacanora Lithium. Aunque para José Jaime Gutiérrez Núñez, presidente de la Cámara Minera de México, todavía la distancia entre la realidad y las ambiciones es amplia.
“Es irresponsable adelantar juicios con respecto al destino que tendrán los recursos económicos que pudiera generar la extracción de litio en el país, cuando aún no se tienen datos exactos de las reservas reales de este mineral en las diferentes regiones de México”, dice Gutiérrez Núñez.
Para dimensionar el tamaño que tendría el yacimiento mexicano en manos de empresa privadas, según datos del Servicio Geológico de EU, las reservas de litio alcanzan 80 millones de toneladas a nivel mundial, las cuales están distribuidas de la siguiente forma: Bolivia 21 millones de toneladas, Argentina 17 millones, Chile 9 millones, Estados Unidos 6.8 millones, Australia 6.3 millones, China 4.5 millones, Congo 3 millones, Alemania 2.5 millones, Canadá y México 1.7 millones cada uno, República Checa 1.3 millones, Malí, Rusia y Serbia un millón de toneladas, respectivamente.
De esta forma el total de reservas mundiales es de aproximadamente 17 millones de toneladas, lo cual dimensiona el papel que corresponde a las reservas mexicanas. Es necesario señalar que no todas las reservas son iguales, dice Gutiérrez Núñez, las reservas del país se encuentran en depósitos de arcilla que son de difícil y muy costosa extracción.
Si bien las reservas de México todavía no están 100% certificadas, el tamaño del yacimiento en Sonora, colocó al país en el radar de los inversionistas.
Bacanora Lithium planea arrancar su proyecto en México en 2022, dice Oliver O’Donnell, director de investigación de VSA Capital. Se estima que la producción será de unas 17,500 toneladas anuales de litio, que se duplicarán a 35,000 toneladas a partir de 2026, luego de ejercer una expansión en su inversión.
El Dato16,500 dólares por tonelada
fue el valor internacional del litio en 2019.
A fuego lento
Aunque es prometedor, el camino de México recién comienza. Luego de iniciar la década del 2000 con precios por debajo de los 2,000 dólares por tonelada (dpt), el valor internacional del litio alcanzó un pico de 16,500 dpt en 2019, luego de que se anunció el yacimiento en México; el salto fue de 180% en el aumento de los precios, según Bloomberg New Energy Finance.
A mediano plazo, la expectativa es que los precios se estabilicen. “Había pocos proyectos y eso hizo prever que podría sobrevenir una escasez, pero hoy hay muchas iniciativas en carpeta en Australia, Argentina y Chile, lo que hace que el precio esté en niveles más reales”, dice Pablo Terrazas, vicepresidente ejecutivo de Corporación de Fomento de la Producción (Corfo) en Santiago de Chile.
Actualmente, el gobierno mexicano es dependiente en la producción de Litio, pues los requerimientos de la industria nacional solo son atendidos con las importaciones que provienen de Chile, 90%, y de Eslovenia, 9%, según la Secretaría de Economía.
El país requiere anualmente más de 900 toneladas de litio, aun cuando del suelo mexicano se logran extraer más de 2,100 toneladas, solo 300 de ellas se destinan a la planta industrial nacional, el resto —por ser propiedad de extranjeros— se exporta a otros países, lo que genera un déficit de más de 600 toneladas de litio al año.
Con la demanda asegurada en los próximos años, el escenario es propicio para que México avance en el desarrollo de su potencial. Además de encontrarse más cerca de los centros de fabricación de autos eléctricos en Estados Unidos, Europa y Asia, México tiene otra ventaja. “La industria automotriz mexicana está mucho más integrada a las cadenas de producción globales que las industrias sudamericanas”, dice Gustavo Pérego, director de la consultora ABECEB, en Buenos Aires.
Las lecciones del sur
Los analistas advierten que México podría tomar nota de las experiencias de Sudamérica que arrancaron antes la carrera. Chile, Argentina y Bolivia conforman el llamado “triángulo del litio”. Su participación asciende a 85% si se toma en cuenta solo la presencia del litio en salmueras, la mayor y más rentable forma de extracción.
La experiencia sudamericana puede ser útil para el gobierno mexicano, que se planteó como objetivo la fabricación de baterías y el ensamblaje de autos eléctricos.
Chile es un ejemplo de los obstáculos que hay que superar para integrar la actividad minera con la cadena productiva. Con el salar de Atacama, las exportaciones chilenas cubren alrededor de 40% de la demanda global. Sin embargo, el país sudamericano ha fracasado hasta ahora en sus intentos por darle mayor valor agregado a su producción.
Por su parte, Argentina es el único de los tres países sudamericanos con altas reservas que prioriza la participación privada a través de concesiones. Aunque el país argentino aún no produce al mismo nivel que Chile, su modelo le ha permitido registrar un crecimiento muy importante en la cantidad de proyectos, dice Gustavo Pérego, de ABECEB.
En cuanto a Bolivia, el país andino creó una empresa paraestatal (Yacimientos de Litio Bolivianos, YLB) que pese a los esfuerzos y los avances técnicos no ha conseguido producir a escala industrial litio de calidad para exportar al nivel que sus vecinos Argentina y Chile. “El método desarrollado en Bolivia no es lo suficientemente bueno para lograr una calidad aceptable en el mercado y han tenido que buscar socios extranjeros para la producción de hidróxido de litio, cosa que no estaba contemplada al inicio de la nacionalización”, explica Obaya, de Conicet.
La idea de nacionalizar el litio en México revive la historia de la expropiación petrolera que realizó el presidente Lázaro Cárdenas en 1938. Los especialistas concuerdan en que las alianzas público-privadas o los impuestos sobre la producción podrían ser una mejor opción de modelo mixto a seguir en el país.
Mientras tanto Bacanora Lithium señala mediante un comunicado que sigue de cerca la iniciativa en el Senado y confía en que López Obrador respete la concesión otorgada, en este caso de 50 años. “Este es un proyecto ambicioso que ha requerido de 800 millones de pesos (mdp) de inversión en los últimos tres años y posiblemente de 2,000 mdp más en los próximos 10 años”, dice Peter Secker, CEO de Bacanora Lithium. La concesión a Bacanora y Gangfeng tiene el tamaño de unos 100,000 campos de fútbol y la empresa planea quedarse en México.
gaf