Surgen señales de alarma en nuestra época autoritaria

Análisis. Masha Gessen y Anne Applebaum describen en sus libros el ascenso global de la derecha arbitraria mediante Trump.

Trump no tiene metas más allá de permanecer en el poder; solo quería una “victoria”, argumentan las autoras. Evan Vucci/AP
Martin Wolf
Londres /

“Ningún poderoso actor político se había propuesto destruir el propio sistema político estadunidense, hasta que, es decir, Trump ganó la nominación republicana. Él era probablemente el primer candidato importante del partido que no solamente compitió para ser presidente sino para ser autócrata. Y ganó”.

Esto viene del libro de Masha Gessen que trata del fenómeno de Donald Trump, pero una conciencia similar se puede ver en el libro de Anne Applebaum. Estos dos brillantes escritores arrojan una luz sobre el fenómeno político más inquietante de nuestra época: el ascenso del autoritarismo de derecha en todo el mundo. Los dos libros se centran en el éxito de políticos hostiles a la democracia liberal en Europa y EU, un aspecto particularmente alarmante de este desarrollo.

Ambos libros son periodísticos de la mejor manera: cuentan historias.

En el caso de Applebaum, son historias de su participación con Polonia y Hungría, pero también España, Reino Unido y Estados Unidos. Ella es estadunidense, pero también polaca. Es una historiadora reconocida y experta en Europa central y del Este, casada con Radoslaw Sikorksi, un ex secretario de relaciones exteriores de Polonia. También fue periodista en Londres en la década de 1990. En la actualidad, ella escribe en The Atlantic.

Gessen también es estadunidense. Ellos (Gessen es transgénero y no binario, que no se reconoce ni como mujer ni como varón, y prefiere los pronombres “ellos/los)”, nacieron en Rusia, crecieron en EU, y después vivieron de nuevo en Rusia como periodista, antes de regresar a Estados Unidos. Esto permite una profunda comparación entre Trump y Vladimir Putin, sobre quien escribieron un libro muy conocido The Man Without a Face (El hombre sin rostro). Los paralelismos son evidentes: Trump admira a Putin. De hecho, le gustaría ser el Putin de Estados Unidos.

Twilight of Democracy (Crepúsculo de la Democracia) inicia con una fiesta el 31 de diciembre de 1999, en la casa de Applebaum en Polonia. La mayoría de los invitados eran polacos. “Ustedes podrían haber agrupado a la mayoría de nosotros, aproximadamente, en la categoría general de lo que los polacos llaman la derecha, los conservadores, los anticomunistas. Pero en ese momento de la historia, ustedes también podrían haber llamado a la mayoría de nosotros los liberales”.

“Casi dos décadas después, ahora cruzaría la calle para evitar a algunas de las personas que estaban en mi fiesta de Año Nuevo. Ellos, a su vez, no solo se negarían a entrar en mi casa, sino que se avergonzarían de admitir que alguna vez estuvieron allí. De hecho, cerca de la mitad de las personas que estaban en esa fiesta ya no hablarían con la otra mitad”, agrega.

Ese tipo de distanciamiento es “político, no personal”, explica. “Polonia es ahora una de las sociedades más polarizadas de Europa, y nos encontramos en lados opuestos de una profunda división, una que no solo atraviesa lo que solía ser la derecha polaca, también la vieja derecha húngara, la española, la francesa, la italiana y, con algunas diferencias, la derecha británica y la estadunidense también”.

Su tema no solo es esta división. Se trata del papel de los intelectuales en el apoyo a los aspirantes a déspotas. En esto, sigue a Julien Benda, autor de un clásico: La trahison des clercs (La traición de los intelectuales), de 1927. El blanco de Benda fueron los ideólogos de su tiempo, a quienes acusó, en palabras de Applebaum, “de traicionar la tarea central del intelectual, la búsqueda de la verdad, en favor de causas políticas particulares”.

Applebaum no argumenta que los autoritarios de la actualidad son los mismos que los de las décadas de 1920 y 1930. Afortunadamente, las versiones de hoy no tienen ni la ambición ni la brutalidad de los déspotas homicidas de esa época. Sin embargo, el nuevo autoritarismo también necesita “pensadores, intelectuales, periodistas, blogueros, escritores y artistas para socavar nuestros valores actuales y luego imaginar el nuevo sistema por venir”. Algunos de ellos, agrega, “solían ser mis amigos”.

El libro explica los regímenes de Viktor Orban, en Hungría, y el partido Ley y Justicia (PiS) de Jaroslaw Kaczynski, en Polonia. Ideológicamente, son xenófobos, homofóbicos, paranoicos, autoritarios y desdeñosos de la democracia liberal. Operacionalmente, subvierten las instituciones independientes, el poder judicial, la administración pública, los medios de comunicación y las instituciones académicas. El gran premio es tener un poder sin oposición. Orban ya logró esto, igual que Putin.

Masha Gessen describe cómo Trump trata de crear una autocracia: un régimen en el que el gobernante está por encima de la ley y la palabra del gobernante es ley. ¿Cómo la gente que conocía llegó a apoyar a estos nuevos autoritarios? Una respuesta es “resentimiento, venganza y envidia”. Reemplazar personas de talento y principios con mediocridades que harán cualquier cosa por el éxito nunca ha sido difícil. Encontrar personas codiciosas felices de unirse a una nueva élite empresarial corrupta es igual de simple. Ella describe perceptivamente a las personas que han hecho ese tipo de cosas.

Otra característica de esas personas es una mezcla de “desesperación cultural” con “nostalgia”. Esto impregna a Vox, el partido de extrema derecha de España, pero es aún más obvio en lo que ella llama la “nostalgia restauradora” de la campaña del brexit y de “Make America Great Again” (Hacer a Estados Unidos Grande de Nuevo) de Trump. Para ellos, el pasado no es solo un país extranjero: era uno mejor. Queremos volver allí.

Trump comparte el cinismo de los otros nuevos autoritarios de derecha. Como afirma Applebaum, el país de EU de su actual presidente no ve una distinción importante entre democracia y dictadura, no siente lealtad hacia las otras democracias y no es “excepcional”.

“Este Estados Unidos no tiene espíritu democrático especial como el que describió Jefferson”, escribe Applebaum. “La unidad de EU se crea por la piel blanca, una cierta idea del cristianismo y un apego a la tierra que estará rodeada y será defendida por un muro”.

Esta es la antítesis del credo estadunidense tradicional, que era optimista y se basaba en una creencia en la apertura al mundo y al futuro. Sin embargo, también en EU las personas que Applebaum conocía bien pasaron del conservadurismo al menos relativamente idealista de Reagan a la nostalgia y el cinismo de Trump.

Twilight of Democracy trata sobre los que ayudaron a la derecha autoritaria en Polonia, Hungría, España, Reino Unido y EU y el libro de Gessen se centra en Trump. Surviving Autocracy plantea dos preguntas básicas. ¿Qué está tratando de hacer Trump? ¿Es probable que tenga éxito?

La respuesta a la primera, argumenta Gessen, es crear una autocracia: un régimen en el que el gobernante está por encima de la ley y la palabra del gobernante es ley. Trump no quiere un gobierno ordenado o una política racional. Él quiere espectáculo y adoración. Para él, como para Putin, “el poder es el principio y el fin del gobierno, la presidencia, la política, y las políticas públicas solo son el desempeño del poder”.

Trump no tiene metas más allá de permanecer en el poder. Incluso sus recortes de impuestos eran el objetivo del liderazgo del Congreso. Él solo quería una “victoria”. Su indiferencia ante los desafíos de la pandemia de coronavirus revela esta falta de interés en para qué sirve el poder. Trump solo quiere ser el rey del castillo. Su actitud hacia el trabajo de su predecesor es esclarecedora. Como un conquistador, quiere más borrarlo que reemplazarlo con algo mejor.

¿Hay probabilidades de que Trump tenga éxito? Sobre esto, Gessen se refiere a un análisis que realizó el sociólogo húngaro Balint Magyar. Este último utiliza el término “Estado mafioso” para estos regímenes, describiéndolo en palabras de Gessen como “un sistema específico similar a un clan, en el que un hombre distribuye dinero y poder a todos los demás miembros”. Magyar también, agrega Gessen, “desarrolló el concepto de transformación autocrática, que se desarrolla en tres etapas: intento autocrático, avance autocrático y consolidación autocrática”.

El libro sugiere que “estos términos parecen describir nuestra realidad mejor que cualquier palabra en el léxico político estadunidense estándar”. La insistencia de Trump de que está por encima de la ley, sus demandas de lealtad personal, no institucional, su confianza en los incompetentes miembros de su familia, su descarada actuación por interés propio, y su negativa a ser transparente sobre sus asuntos financieros son muy características del gángster.

Gessen agrega que “en el caso de Trump, la toma de control de las instituciones del Estado consiste en dos partes: usarlas para beneficio personal y perjudicar su servicio al público. Borrar las divisiones entre las ramas del gobierno tomó la forma de subyugar al Partido Republicano. Y llenar los tribunales es llenar los tribunales”.

Sin embargo, la Corte Suprema aún no es confiable, desde el punto de vista de Trump. Todavía enfrenta la posibilidad de una derrota electoral. Si bien el Departamento de Justicia ya debe parecer bastante seguro para él y las agencias de inteligencia en gran medida quedaron neutralizadas, las fuerzas armadas todavía no son servidores confiables del presidente.

Aunque las instituciones nunca son suficientes, dependen de las personas. La gente se puede reemplazar por personas más flexibles, arribistas e ignominiosas. Hasta ahora, Trump no se ha mostrado lo suficientemente decidido y capaz para subvertir por completo las instituciones de Estados Unidos. No obstante, logra avances en esa dirección, como lo demostró la farsa de juicio político. Su partido ahora es leal a él. Eso no era cierto con Nixon sobre el Watergate.

El daño que Trump le hizo a EU ya es enorme. Como señala Gessen, “tal era la naturaleza del trumpismo que los asociados más cercanos del presidente podrían estar en prisión y él no verse afectado por esto, en parte porque ya sabíamos que era una administración de defraudadores y estafadores y, en efecto, llegamos a aceptarlo”.

No podemos estar seguros de que la incompetencia mostrada por Trump o Boris Johnson en el manejo del covid-19 acabará con el nacionalismo de derecha. Orban ha sido mucho más competente. Incluso si Trump perdiera en noviembre, mostró el camino a los que vengan después. Y, como es el caso de Trump, las mentiras de Johnson han hecho un gran daño a su país: su brexit dejará a Reino Unido más pobre y más vulnerable de lo necesario.

Applebaum termina con la idea de que “los controles y contrapesos de las democracias constitucionales occidentales nunca garantizaron la estabilidad. Las democracias liberales siempre exigieron cosas de los ciudadanos: participación, discusión, lucha. Siempre requirieron cierta tolerancia para la cacofonía y el caos, así como cierta disposición para rechazar a las personas que crean cacofonía y caos”. Y, como señala, los nuevos medios han hecho mucho para difundir esa cacofonía y así socavar la democracia.

Estos libros no cubren muchos aspectos de la nueva realidad: ¿cómo encaja el autoritarismo que describen en el cambio global en esa dirección? ¿Cuál es el papel del cambio económico y cultural para impulsar el apoyo a los autoritarios de derecha? ¿Hasta qué punto es el nacionalismo una reacción contra la globalización?

Los autores no escribieron trabajos de erudición distante, sino un grito de alarma y un llamado a las armas. Advierten sobre la facilidad con que los políticos ambiciosos pueden subvertir la democracia liberal, con la ayuda de personas que debieron ser más sensatos. Ya se nos advirtió.


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